domingo, 6 de junio de 2010

Epílogo.

He de confesar que si hay algo en lo que realmente creo es en el derecho del individuo, y por extensión de los pueblos a rebelarse contra toda forma de tiranía. Sin embargo, también he llegado a la conclusión que de nada sirve tal rebelión si la mayoría de aquella sociedad no tiene un compromiso voluntario e irrenunciable con la Libertad, la Justicia y la Verdad.

En los últimos quince o veinte años, en el Ecuador se produjo un fenómeno interesante; a través de la Rebelión Popular, tres presidentes elegidos constitucionalmente fueron arrojados del poder público debido a la corrupción e incompetencia, las que, a su turno, evidenciaron y jactaron descaradamente. Aquellas muestras de reacción vehemente, que en ese entonces Yo consideraba modelos a seguir e incluso llegué a catalogarlos ingenuamente, lo reconozco, como ejemplos de verdadero Civismo, es decir, Civiles a Favor de Causas Justas, me dieron la perspectiva de que el País tenía esperanzas y que un futuro prometedor se mostraba a corto, mediano y largo plazo. Que equivocado estaba. Porque la rebelión tiene sentido cuando los pueblos anhelan con ardor la Libertad y la Justicia. Si no es así, es decir si se trata exclusivamente de chusma azuzada furibunda y descompuesta, entonces simplemente, tenemos lo que histórica y popularmente se ha llegado a denominar: “último día del despotismo y primero de lo mismo”.

En más de una oportunidad, en un diálogo conmigo mismo o intercambiando opiniones con algún tertulio, señalé convencido que: Si había que usar la fuerza cívica para sacar todos los días a cualquier miserable bribón que se hubiere colado al poder público a través de vil engaño, o fraude cobarde, pues había que hacerlo, tantas cuantas veces fuera necesario. Con aquella frase intentaba consolidar el derecho de los ciudadanos (y cuando digo ciudadanos me refiero a los civiles inteligentes y honestos) a rebelarse contra los tiranuelos de sonrisas hipócritas, apetitos exacerbados y miradas torvas. Definitivamente no me refería a instaurar un círculo vicioso, en donde el pueblo ignaro y despistado termina volviéndose un medio maleable a través del cual las mafias politiqueras, conservadoras o socialistas, se alternan el poder público y el patriótico pillaje, sin la necesidad de ese fraude monopólico en el que han terminado degenerando las llamadas elecciones populares.

La Rebelión Civil no tiene sentido cuando el pueblo no sabe quién es, de dónde viene, y peor a dónde va. Qué sentido tiene sacar a una jorga de patriotas delincuentes, solo para permitir que una mafia de bribones patrioteros se tome el poder gracias a la manipulación de una virulenta chusma acostumbrada a vivir alienada, expoliada y hambrienta; pueblo que finalmente no sabe que mismo quiere.

Debo señalar que esa epifanía se la debo en buena medida a la información y conclusiones obtenidas de mis intervenciones e interrelaciones en Internet, ora en los blogs y foros donde por fortuna o desgracia participé, ora en la información que más de un hombre o mujer inteligente imprimió en el universo virtual. Aunque no es menos cierto que la realidad estancada de los medios tradicionales y la realidad social diaria provee de material más que suficiente para sacar conclusiones más o menos certeras sobre este verdadero lupanar social, amén de sus crudos y burdos inventos, entre éstos el propio Estado y sus anquilosadas instituciones.

Cuando empecé a vagabundear por el ciberespacio, hace más o menos cinco o seis años, tenía el inocente prejuicio que a diferencia de las estúpidas, malévolas y serviles manifestaciones, públicas o encubiertas, de la casi totalidad de personajes que conforman esta Suciedad a la que llamamos Sociedad, las constantes en el ciberespacio, principalmente en el ámbito de la opinión serían: verdad, tolerancia, buen juicio, inteligencia y sensatez en la gran mayoría de los navegantes de este océano virtual. Que equivocado estaba. Sí, que equivocado estaba. Porque los mismos vicios y las mismas taras perfectamente observables en la sociedad real son fácilmente detectables en la inmensa comunidad de la red. La misma anonadación, envilecimiento, gregarismo, estulticia y cretinismo se observan en aquellas bestias deshonradas ora en sus manifestaciones reales, ora en sus exposiciones virtuales. Inclusive en ciertas facetas hasta empeora, pues el anonimato o el uso de un seudónimo, que enhorabuena, en unos pocos, garantizan una irresponsabilidad inofensiva que permite librarnos de cualquier reserva o prejuicio y ser honestos en nuestras opiniones y legítimos afectos o desafectos; en otros muchos, sirven para que cierta calaña de individuos dejen escapar sus descarados servilismos, patriotismos tramposos, groseras verborreas y descarnados: odios, intolerancias e imbecilidades. Y sin embargo, paradójicamente, esas manifestaciones crudas y desagradables son fundamentales para llegar a tener claro en que mundo realmente vivimos, y por lo mismo sirven de importante evidencia tanto para conocer con detalle qué o quiénes somos los seres humanos, como para aclarar la percepción que tenemos de la humanidad.

Con lo mencionado anteriormente no quiero decir que estoy decepcionado de Internet, todo lo contrario, el ingreso a la red me dio acceso a un abanico enorme de oportunidades y honorables opciones: información, conocimiento, entretenimiento, interrelación, comunicación, etc., y todo un mosaico prácticamente inconmensurable de situaciones y momentos que posiblemente se habrían mantenido ocultos si no se hubiesen manifestado gracias a la tecnología y a la generosidad, talento y solidaridad de respetables cibernautas.

Resulta notoria la trascendencia que ha tenido el Internet en la vida de las personas, de manera que resulta innecesario y en extremo redundante mencionar las ventajas, beneficios y demás efectos positivos mundiales de esta tecnología. Ciertamente el mundo es diferente desde que el Internet se extendió a todo el planeta; me atrevo a decir que hay un antes y un después desde la aparición del Internet. Quisiera creer que comienza un nuevo Renacimiento, quisiera ser optimista, pero la experiencia y la realidad de una sociedad que desprecia el conocimiento y la virtud más bien profetizan nuevas eras de brutal oscurantismo.

A pesar de ese escenario apocalíptico, siempre existe la esperanza de que las personas se reivindiquen, simplemente siguiendo consciente y voluntariamente el ejemplo moral de aquellos que en el pasado y presente decidieron pensar por sí mismos, siguiendo el sendero escogido por ellos y no otros. Internet es una gran herramienta en la lucha en contra del oscurantismo. Un servicio público que debe ser protegido y consolidado en la sociedad ecuatoriana y en el mundo. El derecho a su utilización y disponibilidad no debe ser negociable, sino garantizada en las diferentes constituciones, sobre todo en los países que se precien de tener sociedades libres. Vaya que he descargado información, ¡cómo he descargado archivos! Permítaseme agradecer a todos aquellos cibernautas que tuvieron la generosidad de subir información gratuita, a riesgo de ser catalogados injustamente como “piratas”. No, los “piratas” no son los que comparten conocimiento, salud, verdad, virtud, entretenimiento sano, opinión, libertad y conocimiento. Los verdaderos pillos filibusteros son otros, los verdaderos delincuentes son aquellos que engañan a la tonta masa con viejas y pervertidas doctrinas fascistas totalitarias o tiranías socialistas que solo buscan mantener en el Poder a unos pocos y en la servidumbre a los muchos. Todos quienes tienen una idea más o menos certera de esta banalidad mundana saben quienes son los brutales y nefandos filibusteros y quienes son los “piratas”.

Aunque tengo mucho que decir, he decidido que este sea el último post de la Cueva de Saulo, o Saulo Ariel, como inicialmente se denominó esta Bitácora por allá por el mes de julio del año 2008. ¿Razones? El número de comentarios y artículos, son alrededor de 150 o 152, una cifra bastante alta, en mi opinión. El personaje, aquel que se expresa como Saulo, ha dicho lo que tenía que decir. Cansancio, o más bien fastidio, respecto de la actual situación del País. En fin algunas otras razones que voy a reservarme. Sin embargo que gratificante saber que existe esta honrosa alternativa que el Internet nos ofrece a aquellos que amamos la Libertad en sus diferentes y majestuosas expresiones: el Blog. Volver a incursionar nuevamente en el mundo libérrimo del blog o la bitácora, siempre es una posibilidad. Si así lo decido quizá me atreva a pedirle al Lobo, mi buen amigo, me recomiende en su herética cueva. Quién sabe.

Quiero agradecer a los amigos lectores de estos muros de ébano por la atención a las opiniones de este perro. Como se habrán dado cuenta ciertamente no soy el dueño de la verdad, afortunadamente, de lo contrario, ¡qué responsabilidad! Solamente soy un hombre, un hombre qué se pregunta alternativamente: ¿por qué? Únicamente un ser humano que exige respuestas frente a una serie de incertidumbres colosales.

Quiero agradecer a los blogueros amigos de esta cueva herética por sus gentiles, tolerantes y generosas participaciones en la forma de sus inteligentes comentarios. Para aquellos que tuvieron la valentía de dejar su impronta o su ícono con su correspondiente y respetable opinión, mi aprecio y consideración. Y en general agradecerle a usted, estimado lector, que se atrevió a adentrarse en los escarpados y frugales dominios de Saulo Ariel, mi seudónimo, con el cual ejercí mi derecho universal a ser consecuente con mi naturaleza, la de un libérrimo perro primitivo.

Muchas gracias y buena suerte.

martes, 1 de junio de 2010

Fernando Vallejo y la Puta de Babilonia.


Seguramente más de un lector habrá notado mi desprecio por la Religión. Tengo razones suficientes para justificar aquel rechazo hacia todo tipo de dogma religioso. Cada Teosofía se etiqueta ser la dueña de la verdad, su verdad, la absoluta, la única; con su Dios religioso que impone sus mandamientos a través de sus capataces, pastores, sacerdotes y vacas sagradas. En sus propias palabras y adulos cada bando absolutista proclama sus certezas totalitarias y dogmáticas, pretendiendo diferenciarse unas de otras. Pero si ustedes analizan objetivamente los antecedentes, y posteriores “éxitos” de todas y cada una de estas religiones se darán cuenta que comparten si no en su generalidad, sí en la mayoría de sus características fundamentales aspectos ridículos, falaces, violentos, manipuladores y terroristas.

Hace un par de años, me parece, por cosas del destino me encontré con el titulo de un libro, que me llamó la atención por su crudeza. El Libro se llamaba “La Puta de Babilonia”. En aquel tiempo no le di trascendencia, imaginaba que se trataba de una publicación más que condenaba la corrupción de alguna Iglesia en particular, algo que no me sorprendía en lo más mínimo conociendo quienes son los dueños de la Religión, de manera que no le di importancia. Algunos meses atrás, por ciertas circunstancias me volví a cruzar con aquel titular, y para, de una vez por todas tener claro de que mismo se trataba decidí indagar sobre el asunto.

Ya en el pasado, leyendo la Biblia me había encontrado con el relato de “las dos hermanas”, un cuento simbólico algo erótico en el que se menciona el mito de Babilonia y las putas literales o metafóricas. Adicionalmente había tenido acceso a una publicación denominada “La Gran Payasada” en la que se cuestionaba los ritos, dogmas y parafernalia en general de La Iglesia Católica, Apostólica y Romana realizada por miembros de una religión hermana mas antagónica. Toda esta información se añadía a los testimonios individuales de personas que a lo largo del tiempo han desenmascarado las vilezas cometidas por los dueños del negocio religioso, o los informes de prensa y documentales que denuncian la corrupción que se han desarrollado, y suceden en las diferentes religiones del orbe, amén que se publican periódicamente.

Así fue que empecé averiguando quien mismo era el autor de aquel libro. Pronto me enteré que se trataba de un colombiano de nombre Fernando Vallejo. “¡Colombiano!”, me dije con algo de fastidio; el País de los Uribe, Santos, Marulanda, García Márquez y toda esa serie casi interminable de personajes y antecedentes infectos y repudiables tan comunes en aquella tierra tan conocida por su buen café y su pura cocaína. Procedí a descargar el libro de internet, prometiéndome leerlo en un futuro. No recuerdo si ese mismo día o en los inmediatos subsiguientes, opté por buscar información sobre el autor en una comunidad de videos. Busca que busca encontré un documental sobre Vallejo, de inmediato descargué el primer video y luego, y debo reconocerlo ante lo interesante y entretenido de lo visto, los siguientes.

Luego de revisar la totalidad del documental, haciendo abstracción entre las extravagancias y verdades del personaje investigado, me llamó la atención el calificativo de “provocador” que una mujer le endilgaba a Vallejo. Ante aquello, es indudable que en ocasiones el colombiano hace gala de ciertos excesos verbales que podrían confundirse con intolerancia, además de un notorio nihilismo absolutista y un cinismo literal, muestra quizá de su falta de confianza en la humanidad, comprensible considerando la violencia tan característica de la especie humana. Pero en otras, en cambio, se muestra como un feroz pero objetivo denunciante de los males de la sociedad. ¿Es justo calificar de “provocador” a alguien que se atreve a calificar de criminales a los criminales que en mala hora detentan el poder? ¿Sí o no? En su acepción positiva talvez, en la negativa definitivamente no. Pero cómo sabemos las verdaderas intenciones de quienes lo tachan de “provocador”. Un pensador alguna vez para repudiar la moralidad siniestra de la época decía que: “en épocas de Tiranía, decir la Verdad es un acto de Rebelión”. Una muestra palmaria de lo relativo y subjetivo de las conductas humanas.

Pues bien, luego de mirar aquel documental decidí que valía la pena leer el libro y entonces, imprimí el documento y lo dejé preparado para la futura lectura. Y así fue.

Vallejo comienza dejando bien sentadas sus intenciones, sus "afectos y cariños" respecto de aquella institución, amén de sus opulentos beneficiarios y serviles lacayos, prorrumpiendo en una serie de calificativos y apreciaciones que en apariencia parecerían redundantes pero que solamente buscan colocar en su sitio de "honor" a madre e hijos de reputada tradición religiosa, así como oneroso, brutal y embaucador negocio.

Desde un principio señala que el calificativo de “La Puta de Babilonia” no es inédito, sino que fue esbozado hace muchísimo tiempo atrás por una agrupación religiosa cristiana más conocida como Los Cátaros o Los Albigenses, que cuestionaban la corrupción de la Religión imperante en esa época es decir La Católica. Señalado aquello Vallejo relata la forma brutal en que el Papa, una suerte de Rey feudal que disponía de feroces y temibles ejércitos con los cuales imponía sus abusos infalibles, termina persiguiendo, torturando, masacrando y prácticamente borrando de la faz de la tierra la “herejía” cátara y a todos sus seguidores.

Posteriormente, el escritor colombiano haciendo uso del sarcasmo y el cinismo burlesco narra las inmoralidades de los representantes del Dios católico, Los Papas, principalmente aquellos cuyas felonías y actos de sadismo, sodomía, mercantilismo y brutalidad sanguinaria los habían hecho famosos a lo largo de la historia, para enojo y desgracia de los futuros curas católicos, apostólicos y romanos amén de sus fieles devotos.

Mientras intenta cumplir la función de denunciante insaciable de la corrupción de aquellos que siendo simples humanos pretenden pasar por seres infalibles, Vallejo narra los orígenes de la Iglesia Católica; el complot que habría existido entre una facción de religiosos y el poder político de un Emperador corrupto, que conocedores del poder de la Religión sobre las masas deciden imponer un determinado dogma religioso, su religión, la de ellos a los demás, y lo hacen con fiereza y autoritarismo, eliminado sanguinariamente cualquier oposición.

En más de una oportunidad Vallejo se limita a reclutar a pensadores con sus juicios o valoraciones, filósofos que habiendo nacido entre los siglos aledaños al supuesto natalicio de Jesús, antes y después de éste, cuestionan su existencia, la veracidad de los evangelios y el origen de los mismos, además de que, según Vallejo, hacen un juicio crítico alejado de todo prejuicio dogmático y cualquier subjetividad proveniente de la influencia de la fe.

El contenido de la Biblia y la veracidad de la misma, es cuestionado permanentemente, sobre la base de la falta de evidencias que demuestren que tales escritos fueron desarrollados por los autores que la misma Biblia imputa. Además, pone en duda la historicidad objetiva de la gran mayoría de escritos bíblicos, debido a ciertas incongruencias cronológicas, calificándolas en el caso del Antiguo Testamento como simples mitos creados por los judíos, más que nada para tener un vínculo de unión y orgullo de su pueblo. El Nuevo Testamento y sus principales actores, también son cuestionados sobre la base de la ausencia de documentos históricos que garanticen contundentemente la existencia real de Jesús y sus discípulos.

Aspectos como la subjetividad, las poco confiables traducciones, las percepciones individuales y de grupo, los intereses políticos y económicos, los apetitos religiosos, los dogmas imposibles de probar, las continuas contradicciones, la ausencia de una descripción detallada de muchos de los relatos bíblicos por parte de historiadores serios de aquellas épocas, el absolutismo y totalitarismo de muchos de los pasajes bíblicos, entre otras razones, son señalados como argumentos por varios pensadores, a los que recurre Vallejo para probar sus puntos de vista.

Pero, a pesar del interés personal o favorito que aparentemente tendría el escritor colombiano por la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la verdad es que Vallejo, amplia su espectro de crítica a la Religión en general; de ahí que Judaísmo, Protestantismo, Anglicanismo, Islam y en general todas las teosofías existentes, consideradas infalibles, absolutistas e inmaculadas por sus creadores y prosélitos gregarios, son censuradas y desenmascaradas con un verbo en ocasiones emocionado aunque no carente de argumentos.

No quisiera ir más allá en cuanto a desarrollar las opiniones y las críticas de Fernando Vallejo en su análisis sobre aquello que los exterminados Cátaros justicieramente llegaron a llamar “La Puta de Babilonia”. Baste esta sucinta sinopsis. Seguramente más de un lector de este blog ya tuvo en sus manos el libro del polémico colombiano, polémico por sus extravagancias y libertinajes, mas no por el ejercicio de la libertad de expresión, aspecto ciertamente merecedor de atención y ponderación. El libro contiene opiniones y argumentos dignos de considerar, con parlamentos que merecen ser leídos o escuchados, con criterios que difícilmente se redactarán en los papeles de los famosos y ricachones escritores de guiones de telenovela rosa.

“La Puta de Babilonia”, es un libro que vale la pena leer, si realmente se está interesado en conocer una opinión crítica acerca de los orígenes oscuros del cristianismo, amén de la Religión Católica y sus igualmente desvergonzadas, brutales e impúdicas hermanas religiones. Es importante conocer aquellos hechos siniestros, esos que avergüenzan a unos y enfurecen a otros. Pocas cosas son tan satisfactorias como conocer la realidad de los hechos o la desmitificación de las verdades absolutas. La Historia está saturada de "verdades" falaces y tramposas, pero, a través de la desnudez de las leyendas religiosas, las quimeras y los cuentos mentirosos podemos llegar a tener una certeza razonable de lo que realmente sucedió, o pudo no haber sucedido. Un libro interesante y entretenido, que honestamente debo señalar, disfruté leyendo; verdad de la que soy único y veraz testigo.