He de confesar que si hay algo en lo que realmente creo es en el derecho del individuo, y por extensión de los pueblos a rebelarse contra toda forma de tiranía. Sin embargo, también he llegado a la conclusión que de nada sirve tal rebelión si la mayoría de aquella sociedad no tiene un compromiso voluntario e irrenunciable con la Libertad, la Justicia y la Verdad.
En los últimos quince o veinte años, en el Ecuador se produjo un fenómeno interesante; a través de la Rebelión Popular, tres presidentes elegidos constitucionalmente fueron arrojados del poder público debido a la corrupción e incompetencia, las que, a su turno, evidenciaron y jactaron descaradamente. Aquellas muestras de reacción vehemente, que en ese entonces Yo consideraba modelos a seguir e incluso llegué a catalogarlos ingenuamente, lo reconozco, como ejemplos de verdadero Civismo, es decir, Civiles a Favor de Causas Justas, me dieron la perspectiva de que el País tenía esperanzas y que un futuro prometedor se mostraba a corto, mediano y largo plazo. Que equivocado estaba. Porque la rebelión tiene sentido cuando los pueblos anhelan con ardor la Libertad y la Justicia. Si no es así, es decir si se trata exclusivamente de chusma azuzada furibunda y descompuesta, entonces simplemente, tenemos lo que histórica y popularmente se ha llegado a denominar: “último día del despotismo y primero de lo mismo”.
En más de una oportunidad, en un diálogo conmigo mismo o intercambiando opiniones con algún tertulio, señalé convencido que: Si había que usar la fuerza cívica para sacar todos los días a cualquier miserable bribón que se hubiere colado al poder público a través de vil engaño, o fraude cobarde, pues había que hacerlo, tantas cuantas veces fuera necesario. Con aquella frase intentaba consolidar el derecho de los ciudadanos (y cuando digo ciudadanos me refiero a los civiles inteligentes y honestos) a rebelarse contra los tiranuelos de sonrisas hipócritas, apetitos exacerbados y miradas torvas. Definitivamente no me refería a instaurar un círculo vicioso, en donde el pueblo ignaro y despistado termina volviéndose un medio maleable a través del cual las mafias politiqueras, conservadoras o socialistas, se alternan el poder público y el patriótico pillaje, sin la necesidad de ese fraude monopólico en el que han terminado degenerando las llamadas elecciones populares.
La Rebelión Civil no tiene sentido cuando el pueblo no sabe quién es, de dónde viene, y peor a dónde va. Qué sentido tiene sacar a una jorga de patriotas delincuentes, solo para permitir que una mafia de bribones patrioteros se tome el poder gracias a la manipulación de una virulenta chusma acostumbrada a vivir alienada, expoliada y hambrienta; pueblo que finalmente no sabe que mismo quiere.
Debo señalar que esa epifanía se la debo en buena medida a la información y conclusiones obtenidas de mis intervenciones e interrelaciones en Internet, ora en los blogs y foros donde por fortuna o desgracia participé, ora en la información que más de un hombre o mujer inteligente imprimió en el universo virtual. Aunque no es menos cierto que la realidad estancada de los medios tradicionales y la realidad social diaria provee de material más que suficiente para sacar conclusiones más o menos certeras sobre este verdadero lupanar social, amén de sus crudos y burdos inventos, entre éstos el propio Estado y sus anquilosadas instituciones.
Cuando empecé a vagabundear por el ciberespacio, hace más o menos cinco o seis años, tenía el inocente prejuicio que a diferencia de las estúpidas, malévolas y serviles manifestaciones, públicas o encubiertas, de la casi totalidad de personajes que conforman esta Suciedad a la que llamamos Sociedad, las constantes en el ciberespacio, principalmente en el ámbito de la opinión serían: verdad, tolerancia, buen juicio, inteligencia y sensatez en la gran mayoría de los navegantes de este océano virtual. Que equivocado estaba. Sí, que equivocado estaba. Porque los mismos vicios y las mismas taras perfectamente observables en la sociedad real son fácilmente detectables en la inmensa comunidad de la red. La misma anonadación, envilecimiento, gregarismo, estulticia y cretinismo se observan en aquellas bestias deshonradas ora en sus manifestaciones reales, ora en sus exposiciones virtuales. Inclusive en ciertas facetas hasta empeora, pues el anonimato o el uso de un seudónimo, que enhorabuena, en unos pocos, garantizan una irresponsabilidad inofensiva que permite librarnos de cualquier reserva o prejuicio y ser honestos en nuestras opiniones y legítimos afectos o desafectos; en otros muchos, sirven para que cierta calaña de individuos dejen escapar sus descarados servilismos, patriotismos tramposos, groseras verborreas y descarnados: odios, intolerancias e imbecilidades. Y sin embargo, paradójicamente, esas manifestaciones crudas y desagradables son fundamentales para llegar a tener claro en que mundo realmente vivimos, y por lo mismo sirven de importante evidencia tanto para conocer con detalle qué o quiénes somos los seres humanos, como para aclarar la percepción que tenemos de la humanidad.
Con lo mencionado anteriormente no quiero decir que estoy decepcionado de Internet, todo lo contrario, el ingreso a la red me dio acceso a un abanico enorme de oportunidades y honorables opciones: información, conocimiento, entretenimiento, interrelación, comunicación, etc., y todo un mosaico prácticamente inconmensurable de situaciones y momentos que posiblemente se habrían mantenido ocultos si no se hubiesen manifestado gracias a la tecnología y a la generosidad, talento y solidaridad de respetables cibernautas.
Resulta notoria la trascendencia que ha tenido el Internet en la vida de las personas, de manera que resulta innecesario y en extremo redundante mencionar las ventajas, beneficios y demás efectos positivos mundiales de esta tecnología. Ciertamente el mundo es diferente desde que el Internet se extendió a todo el planeta; me atrevo a decir que hay un antes y un después desde la aparición del Internet. Quisiera creer que comienza un nuevo Renacimiento, quisiera ser optimista, pero la experiencia y la realidad de una sociedad que desprecia el conocimiento y la virtud más bien profetizan nuevas eras de brutal oscurantismo.
A pesar de ese escenario apocalíptico, siempre existe la esperanza de que las personas se reivindiquen, simplemente siguiendo consciente y voluntariamente el ejemplo moral de aquellos que en el pasado y presente decidieron pensar por sí mismos, siguiendo el sendero escogido por ellos y no otros. Internet es una gran herramienta en la lucha en contra del oscurantismo. Un servicio público que debe ser protegido y consolidado en la sociedad ecuatoriana y en el mundo. El derecho a su utilización y disponibilidad no debe ser negociable, sino garantizada en las diferentes constituciones, sobre todo en los países que se precien de tener sociedades libres. Vaya que he descargado información, ¡cómo he descargado archivos! Permítaseme agradecer a todos aquellos cibernautas que tuvieron la generosidad de subir información gratuita, a riesgo de ser catalogados injustamente como “piratas”. No, los “piratas” no son los que comparten conocimiento, salud, verdad, virtud, entretenimiento sano, opinión, libertad y conocimiento. Los verdaderos pillos filibusteros son otros, los verdaderos delincuentes son aquellos que engañan a la tonta masa con viejas y pervertidas doctrinas fascistas totalitarias o tiranías socialistas que solo buscan mantener en el Poder a unos pocos y en la servidumbre a los muchos. Todos quienes tienen una idea más o menos certera de esta banalidad mundana saben quienes son los brutales y nefandos filibusteros y quienes son los “piratas”.
Aunque tengo mucho que decir, he decidido que este sea el último post de la Cueva de Saulo, o Saulo Ariel, como inicialmente se denominó esta Bitácora por allá por el mes de julio del año 2008. ¿Razones? El número de comentarios y artículos, son alrededor de 150 o 152, una cifra bastante alta, en mi opinión. El personaje, aquel que se expresa como Saulo, ha dicho lo que tenía que decir. Cansancio, o más bien fastidio, respecto de la actual situación del País. En fin algunas otras razones que voy a reservarme. Sin embargo que gratificante saber que existe esta honrosa alternativa que el Internet nos ofrece a aquellos que amamos la Libertad en sus diferentes y majestuosas expresiones: el Blog. Volver a incursionar nuevamente en el mundo libérrimo del blog o la bitácora, siempre es una posibilidad. Si así lo decido quizá me atreva a pedirle al Lobo, mi buen amigo, me recomiende en su herética cueva. Quién sabe.
Quiero agradecer a los amigos lectores de estos muros de ébano por la atención a las opiniones de este perro. Como se habrán dado cuenta ciertamente no soy el dueño de la verdad, afortunadamente, de lo contrario, ¡qué responsabilidad! Solamente soy un hombre, un hombre qué se pregunta alternativamente: ¿por qué? Únicamente un ser humano que exige respuestas frente a una serie de incertidumbres colosales.
Quiero agradecer a los blogueros amigos de esta cueva herética por sus gentiles, tolerantes y generosas participaciones en la forma de sus inteligentes comentarios. Para aquellos que tuvieron la valentía de dejar su impronta o su ícono con su correspondiente y respetable opinión, mi aprecio y consideración. Y en general agradecerle a usted, estimado lector, que se atrevió a adentrarse en los escarpados y frugales dominios de Saulo Ariel, mi seudónimo, con el cual ejercí mi derecho universal a ser consecuente con mi naturaleza, la de un libérrimo perro primitivo.
Muchas gracias y buena suerte.