domingo, 30 de agosto de 2009

Música, Virtud y Destino.

Debo confesar que en muchas oportunidades, afortunados momentos, cierto tipo de música, verdadero bálsamo espiritual, ha liberado a mi alma, por sagrados instantes, de los desvaríos frugales e insensatos de mi inconsciente ignorancia.

Gracias a la abstracción y la contemplación auditiva, he sido libre, realmente libre. La Música, la Divina Música; Divina porque a través de su sabia sonoridad he conseguido paz y bienestar; porque los acordes melodiosos me han cubierto de una protectora y edificante armadura moral, fortaleciendo mi conciencia, estimulando las causas espirituales que se encuentran grabadas en mi mente, recordándome quien soy, y lo que quiero para mí. La emotividad de las armonías generosamente, en su momento, me ha conducido a un glorioso misticismo, donde he sido uno con lo más grandioso del Universo.

Es como si el destino nos susurrase sabiamente al oído el motivo por el cual estamos aquí, en este mundo de malicia y ferocidad; revelándonos la verdad; diciéndonos que tenemos un destino que cumplir; un honroso objetivo que solamente nosotros somos capaces de realizar. Un destino que implica renunciar a nuestra condición humana y asumir nuestro verdadero rol de casi dioses, limitados exclusiva y fatalmente por aquella misma condición de simples humanos.

Mientras escuchamos aquellos esplendorosos arpegios las dudas existenciales se pierden momentáneamente, y entonces todo está claro. Momentáneamente hasta que el hombre que domina nuestra divinidad nos esclaviza con miedo, temor, ignorancia, timidez, atufamiento, codicia, mediocridad, honrilla, y demás vicios que solamente son propios de la especie humana.

Sin embargo, la verdad está con nosotros, en todos los seres humanos, desde el hombre económicamente más humilde hasta el oligarca más asquerosamente rico. Libre albedrío, al final nosotros decidimos. Nadie sino nosotros, debemos contestar el teléfono que está llamándonos al verdadero y sublime heroísmo. Desde nuestra posición que finalmente es la única que verdaderamente importa, nosotros decidimos, independientemente de quienes pretendamos haber sido. Nosotros decidimos, virtud o vicio. Nosotros escogemos.


Finalmente el hombre elige, así como el protagonista de la película “La Mexicana”. Un Don Nadie, que casualmente se ve metido en un lío por las circunstancias incomprensibles de la vida; a quien se le encomienda una diligencia que en apariencia parece muy simple, pero que se complicará por los apetitos malsanos de terceros, concurso de circunstancias que le obligarán a desnudar su alma de bagatelas y decidir acerca de sus prioridades. Una ficción interesante, un tanto jocosa, con rasgos de violencia criminal y sádica, sazonada con una leyenda trágica que se materializa en el objeto codiciado y anhelado por “pecadores” contumaces y arrepentidos, respectivamente.

Una historia entretenida, de veras que sí; sin embargo, hay una escena que particularmente me hechiza. Una serie corta de imágenes secuenciales magistralmente acompañadas por una bellísima tonada que acaricia el espíritu y llena mi mente de confianza y satisfacción moral. En especial el diálogo silencioso entre un anciano mexicano y su perro es simplemente hermoso y expresivo.



Adicionalmente uno de los diálogos rescatables de la película, es aquel que confronta al veterano mexicano, legítimo propietario del objeto codiciado por los “chicos malos” y al protagonista de la historia. “Usted es un soldado de Dios”, le dice el veterano. Al final el Don Nadie, termina haciendo lo correcto, entiende el verdadero concepto del honor y recibe un bien incuantificable, su satisfacción personal.

Como dije, al final nosotros decidimos: mediocres cobardes y viciosos o soldados de Dios; solamente es cuestión de escuchar la sana voz de nuestra conciencia, o las gloriosas musicalidades de la virtud.

martes, 25 de agosto de 2009

Desde el miedo hasta el patrioterismo.

No es la primera vez que lo menciono, pero, no creo que decirlo una vez más sea redundar; si existe una constante en América Latina esa es la violencia que sufre el pueblo común y corriente de parte de los delincuentes disfrazados de caudillos politiqueros o de los disque exitosos hombres de negocios.

Vagabundeando en Internet, más específicamente en youtube, me encontré de pronto con ciertos videos mexicanos jocosamente sarcásticos y muy expresivos, que relataban la dura realidad que sufren los estimados “manos y batos”. Entre otros, apareció un comercial publicitario de Televisa, muy pintoresco y falsamente emotivo, por cierto.

En el mencionado espacio promocional aparecían varios actores de telenovelas de aquella cadena de medios, famosa por el monopolio que ejerce en todo México y por su laxitud descarada a favor de los politicastros de aquel país. Desde hace algún tiempo atrás llegué a la conclusión que las telenovelas son verdadera basura, por varios motivos que no voy a enumerar o analizar en este momento, pero que son perfectamente visibles para el hombre moderado e inteligente. Por lo mismo, aunque un par de rostros me parecían conocidos, de los nombres de aquellos pobres diablos y puras cortesanas, ni idea. Sin embargo, en virtud de ciertos comentarios que aparecían al pie de los mencionados videos, me enteré que entre las santurronas, estaba nada más y nada menos que la famosísima Gloria Trevi. Famosa por los escándalos de trafico de menores, famosa por las violaciones a menores; bueno, decir que esta chamaca fue muy famosa porque estuvo mucho tiempo de vacaciones en las jaulas de Brasil y México. Sin embargo, parecía que la destacada chingada se había reivindicado con su público; y su raza, no solamente que la había perdonado sino adicionalmente seguía adorándola a pesar de su condición de reputada chingada.

El mencionado comercial, además del interés malsano por embaucar y presentar un sentido de la realidad torcido y mentiroso, contiene una serie de vergonzosas y manipuladoras sugerencias dirigidas a mantener a la chusma con una disposición sumisa, humilde, avergonzada, pero felizmente agradecida de su condición ilota y vergonzosa. Analicemos.

No tengan miedo, ¡tengan mucho miedo!:

Un zoquete dice: “…cuando oímos hablar de la crisis económica,…….sentimos es ¡miedo!” Nótese el énfasis que pone en la palabra “miedo”. ¡Qué sapos, pero qué sapos los muy…….!
El miedo es una manifestación natural frente a lo desconocido. Nos permite tomar precauciones, indagar, ser moderados a efectos de considerar cual puede ser la mejor respuesta a esa incertidumbre. Otra cosa muy diferente es que los hombres no debemos vivir con miedo. Pero sigamos. Enseguida aparece una suripanta que nos dice, o mejor, que les dice a los mexicanos, las razones por las cuales deberían estar jodidos de miedo. Traduciendo: “No tengan miedo, no, tengan mucho miedo, muchísimo miedo”. Pero, de pronto un chambón sale con una perla, ora para matarse de risa, ora para rematarle de una vez al pobre “miedoso” jodido por la crisis social, económica, política, moral, sexual, futbolística, etc., etc., etc…, dice: “deberíamos tenerle miedo al miedo mismo”. Posiblemente, el mexicano frente a la pantalla de su televisor regresará a ver a su “vieja” a chequear si entendió que mismo quiso decir el baboso de la tele, infructuosamente, pues la señora para su fortuna, está más interesada en los chilaquiles con guacamole que está preparando en el modesto fogón. Pero continuemos. Enseguida, para agarrarles en lo caliente, sin que tengan opción a recuperarse, una “damisela” pechugona, y la violadora, se lanzan una explicación emotiva sobre que hace el miedo y por qué los güeyes deben sentir miedo. De improviso un zopenco, muy sobrado y canchero, aparece y se lanza una aseveración inteligentísima; con un menosprecio propio de politiquero corrupto, dice: “el miedo es solo miedo”. ¡Híjole mano!, el agua es solo agua, el aire solo es aire. ¡Qué sabio! Con razón la chusma que ve telenovelas es inteligentísima.

Luego de decirte que, o de decirles a los mexicanos lo que deben sentir y por qué deben sentirlo, embaucándolos completamente y dejándolos más friolentos, angustiados y temerosos que antes, además de extremadamente confundidos, estos famosos zoquetes disque desinteresadamente les entregan la solución a sus males, es decir, les dicen que mismo deben hacer; de esta manera: “¡por tus hijos,…… …..te vas a partir el alma trabajando…esfuerzo, espíritu, más corazón que nunca….!” ¡Oye, que pobres malditos! El pobre mexicano común, que se saca la madre todos los días, que se humilla, se jode y maltrata, que soporta infamias, atropellos y groserías, seguramente mirará a sus hijos que juegan en algún rincón con sus juguetes baratos que el trabajo esforzado logró comprar y dirá para sus adentros: “pos ni modo, por ellos, a romperte la madre güey, que lo dijo la Trevi,………pos no más, no más…”. Pero la cosa no queda ahí; pues enseguida la muy canija, se lanza la siguiente monserga: “¿te da miedo?; no, ¡cómo te va dar miedo!, si trabajar es la cosa que has hecho toda tu vida.” Es decir, cómo vas a tener miedo de romperte como un güey trabajando, si toda la vida te has estado rompiendo como un güey. El pobre mexicano, se quedará boquiabierto, pero como enseguida explotan su nacionalismo tarugo con el típico, “¡Viva México!”, recordará que no debe tener miedo a romperse la madre trabajando, sumisa, humillada y vigorosamente, todo, para que sus hijos puedan seguir viviendo en aquel sistema en el que debe tener miedo para que no pueda construir un futuro mejor para su familia, o liberarse de las cadenas mentales que le mantienen como un esclavo de los estereotipos y prejuicios sociales; pero feliz, sabiendo que las telenovelas siempre estarán a las horas consabidas y siempre tendrá a los famosos y las famosas para decirle qué deben sentir, y qué debe hacer cuando esté jodido hasta la chingada; ah, y a qué le debe tener miedo y a qué no.

Jodidos los pobres, pero, felices güeyes.

Pero, como ya mencioné antes, los amigos mexicanos, no son los únicos que son objeto de profundos y permanentes lavados del “coco”; no, también en nuestro País, los ecuatorianos diariamente somos objeto de una terrible agresión mental en la forma de brutales promociones demagógicas, sensibleras y patrioteras, provenientes del Gobierno tiránico de Rafael Correa y más específicamente del Departamento de publicidad, propaganda y manipulación mental de la Presidencia de la República.

Por ejemplo, suelen decirnos a través de actores mediocres y asalariados que: “vivimos en un país de fantasía en el que los enfermos que recurren al sistema de salud pública son atendidos de manera eficiente, solidaria y éticamente; que la inseguridad y delincuencia son cosa del pasado; que la economía del país está en el mejor momento, nunca antes visto; que la productividad supera niveles óptimos, que la larga noche neoliberal ha sido reemplazada por la eficiencia, efectividad y calidad del modelo socialista burocrático de planeación central”.

Sin embargo, las víctimas de la delincuencia cada vez más creciente y violenta, no están de acuerdo con la percepción de los histriones del socialismo del siglo XXI. Los ecuatorianos que hacen sus compras en los diferentes mercados se preguntan: “por qué, si vivimos en un país agrícola, los productos que mamallacta nos ofrece están cada vez más escasos y caros”. Algunos se preguntan: “por qué el gobierno disque honrado de Alianza País que no escatima en calificar de pillos y corruptos a sus primos de la partidocracia, no ha metido preso, por ejemplo a Álvaro Noboa por evasor de impuestos, o a Lucio Gutiérrez por ladrón”.

Pero, hay otros, ecuatorianos ciertamente, que siguen boquiabiertos y esperanzados, siempre confiados en la palabra del Gran Mentiroso disque socialista. Pero, ¿por qué no habrían de seguir creyéndole?, acaso en sus propagandas no aparecen gentiles y bonachonas señoras de edad avanzada que dicen ser tratadas con educación y sanidad efectiva en los hospitales públicos. Hombres y mujeres jóvenes, de pueblo, que proclaman con la mano en el pecho, las supuestas bondades del socialismo chavizta implantado en Ecuador por el “Mudo” que sabemos. ¿Por qué no deberíamos creerle, al “Mudo”? Quizá porque la realidad lo desmiente categóricamente.

Hace unos días apareció un nuevo video promocional del gobierno correano; en este no aparecían como en el comercial de Televisa, las guapas suripantas redundantes en silicona o los promiscuos andróginos coquetamente maquillados; no, en las propagandas de la revolución correana, casi siempre aparecen personas con rostro más bien populares, nada de chusma pelucona; aunque irónicamente mucha, muchísima chusma pelucona, sí aparece en el gobierno del “Mudo”, para muestra un par de botones morbosos: el hijo del jifero que se encuentra en estos momentos de Embajador en España, Issa Obando, creo que se apellida; y la hija del curuchupa Jorge Salvador Lara, ex ministra de Turismo, la neo socialista María Isabel Salvador. Como para reírse de la farsa torpe del “Mudo”, verdad. Pero no nos apartemos del tema y analicemos el video de los patriotas y demagogos neovelasquistas.

La Patria oficialmente es del pueblo, pero, en la realidad, ya es de la mafia correana chavizta:

Mientras en el video mexicano los muy canallas usan el miedo para manipular a la población, en el video de los chaviztas ecuatorianos, se recurre a la sensiblería, demagogia y al patrioterismo.

Lo primero que se observa es que los actores que cuentan el libreto correano, son gente común y corriente; personas del pueblo, probablemente en su mayoría gente buena aunque ingenua. No los culpemos por intentar ganarse unos dolaritos más, aunque sea a costa de ser cómplices de la mentira y el engaño. Son simples actores improvisados, obviamente colocados ahí a propósito para intentar explotar nuestra solidaridad con aquellos rostros demacrados por la pobreza y el sufrimiento, para de esa manera embaucarnos con el cuento de que el pueblo apoya al “Mudo” y sus secuaces.

Pretenden decirnos que Alianza País no es un partido político, sino un movimiento social, integrado por individuos con pensamientos políticos diversos, unidos por el interés de salvar al país. ¡Mentira! Alianza País es un partido político más, al igual que el PRIAN, MPD, SOCIALISMO, ID, PSC, etc. Una sección deshonrosa de la sucia partidocracia. Basta ver la cantidad de ratas humanoides que antaño formaron parte de las mafias tradicionales, y que ahora engrosan los prontuarios de Alianza País. La nueva generación de politiqueros ha remplazado a sus vergonzosos padres, más hambrientos y más especializados en el latrocinio y el embuste, considerando el ejemplo degradante que recibieron de sus amorosos y corruptos padres. Con observar la manera asquerosa, tramposa, y desvergonzada de hacer política que tienen los politiqueros correanos, está más que demostrado que pertenecen a la misma porquería de delincuentes que disque les hacen oposición.

Nos hablan de recuperar los valores. Esto es para reírse, ¿cuáles valores?, si en este País, desde que se fundó, los ladrones patrioteros han gobernado, ¡desde siempre! Demagogia pura, para adular los pobres egos de la chusma. ¿Cuándo este pobre Ecuador ha tenido su época dorada? Las circunstancias económicas internacionales le han ofrecido al país pingües ingresos por la subida del precio del petróleo, pero, el dictador demente ha despilfarrado el dinero y ha enriquecido a sus jorgas de alcahuetes como el neo Velasco Ibarra que es, perdiendo el pueblo, la oportunidad para crear un verdadero país fuerte, digno y respetable; gracias al imbécil guasón, cualquier esperanza se fue al tacho. ¿Recuperar valores?, ¡pillos sinvergüenzas!

Hablan de dignidad y autoestima para el Pueblo ecuatoriano. Cómo un pueblo puede tener autoestima, cuando el Estado plagado de delincuentes y vagos, de burocracia pipona, tragona de recursos e impuestos, le ofrecen al pobre pueblo servicios públicos denigrantes e indignos. Cómo un pueblo puede tener dignidad si no tiene trabajo, no tiene qué comer, no tiene salud, buena educación, vive plagado de temores e incertidumbres, y es alimentado exclusivamente por la verborrea enfermiza de un demente amargado y demagogo.

Canallescamente se apropian del término “ciudadano”, para encubrir sus ignominias, falacias, y corruptelas. Los pillos socialistas, hablando de ciudadanos. Los vagos manipuladores que necesitan de la existencia de las masas amorfas pero homogéneas, hablando de ciudadanos. ¡Qué caretucos, qué caretucos! Pero muy comprensibles, las declaraciones de estos delincuentes con careta de intelectualoides, considerando que los farsantes socialistas y seudo comunistas, vociferan a todo gaznate declararse enemigos del capitalismo, pero en la práctica son unos infernales adoradores del peor de los mercantilismos filibusteros. Chillan contra el "Imperialismo Yanky", pero se ponen en cuatro patas negociando con el Imperialismo de la China comunista. ¿Revolución ciudadana? ¡Mentira! Saqueo de ladrones.

Nos dicen que están generando el cambio desde adentro; son parte del sistema corrupto, se benefician del sistema corrupto, engordan gracias al sistema corrupto; quién, puede creer que los ladrones van a reformar un sistema que les permite robar a lo bruto y con absoluta impunidad; solamente el populacho que se come el cuento de estos canallas.

Hipócrita y perversamente les piden, a los mismos a los que han robado su futuro, a éllos, les piden, apoyo, que los encubran, que les permitan seguir cebándose de los dineros públicos. Que no les abandonen, que comprendan que las generaciones de ratas que vienen atrás también necesitan satisfacer sus bajas pasiones, sus malas intenciones.

Al final el farsante, el Gran farsante, con su jerga de vendedor ambulante vocifera la tosca y embustera frase: "…..el poder lo tienes tú." Me pregunto, si el poder lo tengo Yo, por qué Patiño sigue libertinamente cometiendo sus burdas y corruptas triquiñuelas en lugar de estar guardado en la cárcel. Por qué Chauvín y Gustavo Larrea, no están presos en lugar de reírse en nuestras caras con la sucia impunidad que el sistema corrupto les ofrece. Por qué los dineros públicos no son usados honesta y eficientemente en lugar de ser despilfarrados en grandes bacanales y orgías oscuras o rosadas. Por qué el campesino que riega sus cosechas con su sudor sigue más pobre que ayer. Por qué……....... ¡por qué pueblo ecuatoriano!……..por qué, si tenemos el poder, seguimos tolerando las mentiras e infamias de los fieles seguidores de la tiranía patriotera del “Mudo” de Carondelet.

¡Ah, eso sí, pinches güeyes, no se olviden, la chingada patria ya es de vustedes!

miércoles, 19 de agosto de 2009

El fin de las caminatas ecológicas y la brutalidad de la estúpida justicia indígena.

Con no poca sorpresa e incredulidad miraba el otro día una noticia en la televisión. El asunto se desarrollaba en una zona agreste y lejana de la serranía ecuatoriana, quizá en algún gélido y abandonado paraje de la provincia de Cotopaxi o Chimborazo, no recuerdo exactamente, solo supongo, considerando las vestimentas de aquellos espectadores curiosos que formaban parte de ese drama siniestro. Se trataba del caso de un indígena que había asesinado a su esposa. El individuo había confesado ser el actor del terrible asesinato. Sin embargo, a pesar de tal confesión, la policía y el fiscal se veían imposibilitados de detener al vil criminal que había segado la vida de la madre de sus propios hijos. ¿La razón?, la supuesta jurisdicción y supremacía de la funesta, sádica e injusta “Justicia Indígena”.

Las explicaciones y justificaciones de los neo caciques de aquella comunidad se fundaban en el derecho constitucional que decían tener y que les garantizaba el derecho a juzgar las diferentes infracciones y delitos de los miembros de aquella tácita tribu, sobre la base de sus ancestrales leyes y tradiciones. El individuo fue torturado con los típicos baños en agua fría, algunos que otros latigazos y las calurosas como picantes fricciones con ortiga; y posteriormente, puesto en libertad, pero, bajo la mirada inquisitiva de la comunidad. Uno de los líderes que justificaba los evidentes actos de tortura brutal, y la posterior impunidad, toscamente racionalizaba la fatua decisión, diciendo que era preferible tener al confeso asesino en la casa cuidando a sus hijos, que recluido en una cárcel de “mestizos”.

Aquella actitud de los neo caciques ecuatorianos, plagada de cretinismo, amoralidad y perversión, me hizo recordar una anécdota interesante. Aunque hoy, recuerdo la historia con algo de hilaridad, en aquel momento cuando las papas empezaron a quemarse, no fue, precisamente, muy edificante. Todavía, en ocasiones, reflexionó con seriedad, agradeciendo que aquellos malos entendidos no terminaran degenerando en consecuencias desgraciadas tanto para mis colegas aventureros, como para mí mismo.

Debo denunciar que uno de mis hermanos es un apasionado contumaz de las caminatas ecológicas. Es debido a su locura por compartir el ejercicio con la contemplación de la belleza de la naturaleza que en varias oportunidades, no pocas, amigos y parientes nos lanzamos a descubrir lo que ya había sido descubierto pero, muchas veces, oculto para las miradas indolentes de los comunes y corrientes.

Es así que, un viernes en la noche hace ya más de ocho años, proveniente de la Capital llegó mi hermano a la muy variopinta ciudad de Ibarra. No recuerdo exactamente, pero, deben haber sido las 11 de la noche, cuando ingresaba su camioneta a nuestra casa, para entonces, Yo, estaba descansando plácidamente en mi modesta habitación, probablemente desvariando en uno y mil pensamientos. Desde la puerta me gritó algo más o menos así: “¡Prepárate salimos a los cuatro de la mañana!” *Estás loco*, le respondí. “Nada que ver, ya estás advertido”, sonó como orden militar. Mientras mi hermano se retiraba a sus aposentos, aquellos pensamientos que había estado desintegrando hasta su esencia misma, se perdieron desechados por el dilema que se me había planteado segundos antes: “Ir a la caminata o no ir”.

No sé si había logrado conciliar el sueño profundo, o me encontraba medio dormido o medio despierto, lo cierto es que de pronto un griterío empezó a tronar en la casa: “¡Ya despiértate, ya es hora vamos!” Algo aturdido por las circunstancias, me desperté cuestionando que diablos pasaba, al identificar la voz de mi hermano, recordé todos los antecedentes. *¡Deja de gritar, vas a despertar a los vecinos!*, le dije más que nada por el desagrado de haber sido llevado a la realidad tan abruptamente. Horas atrás, había decidido que no acompañaría en esa ocasión a los intrépidos aventureros. *Estás loco son las cuatro de la mañana, todavía está oscuro*, le dije. “Nada que ver ¡levántate!”, me insistió. *Si quieres vamos a las seis*, le dije. “Nada, levántate”, insistió. *¡No me voy!*, le respondí y entonces guardé silencio a pesar de las insistencias reiteradas de mi hermano. Quince minutos después salió de la casa en medio del frío de la madrugada.

Debo confesar que desde aquel minuto, no volví a conciliar el sueño. Si bien estaba consciente que un par de amigos acompañarían las andanzas de mi hermano, sin embargo saber que nadie de la casa lo acolitaba, me generaba cierta preocupación.

Mentalmente me puse a revisar la ruta que los expedicionarios tomarían. Primero bajar hasta el Valle del Chota en carro, luego desde la desviación a Ambuquí, la tierra de los ovos, a lomo de culebra, recorrer un trecho de tres a cuatro kilómetros por el filo de un riachuelo, hasta encontrar un macizo montañoso. Luego la parte más difícil y agotadora, trepar y trepar las escarpadas, arenosas y rocosas laderas. Una vez vencido aquel obstáculo natural, transitar un tramo de digamos cuatro kilómetros hasta llegar a una pequeña escuela. Girar a la derecha por un camino de mulas y emprender tácitamente el regreso. Caminos empinados, lodazales si era época de lluvias, senderos agrestes cortados en la roca y plagados de piedras, chaquiñanes, subidas y bajadas agotadoras. Hasta que finalmente luego de demasiadas penurias se lograba desde la cima de una loma prominente divisar parte de la ciudad de Ibarra. El resto del camino, era pura bajada en zig zag, aunque había que tener cuidado por las laderas y pendientes, además de los importunos tropezones. Si bien, el último trayecto era relativamente fácil, había que considerar que para entonces las fuerzas estaban casi agotadas y los espasmos nerviosos o musculares eran bastante comunes. *Una trayecto bastante duro*, me dije interiormente. Imaginando que todo saldría bien para mis colegas en otras caminatas, intenté dejar de pensar en aquello, sin mayor éxito.

Me levanté a las siete de la mañana. El aspecto mojado del patio denunciaba que había garuado levemente en la madrugada. Para entonces había tomado una nueva decisión, conocedor del paso cansino de mis amigos, y de la serie de escalas que solían hacer, imaginaba que si salía en ese momento podía alcanzarles en la escuela. Intenté motivarme diciéndome que solo me llevaban una hora de ventaja. Si salía inmediatamente. Agarré por ahí una mochila cargué algo de líquido, si mal no me acuerdo una botella de fanta de dos litros. Ingenuo de mí, si tan solo hubiese recordado otras experiencias, habría suministrado un par de botellas de agua mineral a las existencias de la mochila; pero no, la necesidad de salir me estimulaba a actuar rápidamente sin detenerme a considerar aquel aspecto fundamental, quizá porque me imaginaba que los alcanzaría más temprano que tarde, y que ya me convidarían de sus disponibilidades liquidas.

Llegué al partidero de Ambuquí a las nueve, quizá un cuarto antes; para entonces el aspecto parcialmente cubierto del cielo había desaparecido y un sol abundante saludaba aquel paisaje tan propio de aquel pedacito de Africa asentado en la serranía ecuatoriana. Intenté trotar hasta el pueblo de Ambuquí, pero la botella en mi espalda golpeaba sin misericordia de manera que opté por caminar lo más rápido que podía, estimulándome mentalmente imaginando la sorpresa de mis amigos al verme llegar a sus espaldas.


Crucé sin novedad el pequeño pueblo, limitándome a seguir el camino principal que inevitablemente me conduciría al lecho de un río plagado de piedrecillas, que en épocas de verano era recorrido por un insignificante pero pertinaz riachuelo.

La celeridad de mi paso inicial, dejó lugar a un andar más bien moderado. Luego de cruzar unas acacias y de enterrarme los zapatos en un sector del camino bastante polvoso, frente a mí, se mostraba un portentoso coloso de piedras, arena, ripio y tierra, adornado por espinos resecos y demás plantas autóctonas que se habían adaptado a la frugalidad de ese medio agreste. Un tanto decepcionado por la magna tarea empecé a subir.

La razón principal por la que mi hermano había decidido madrugar, era que, a lo adicionalmente difícil que significaba trepar aquel macizo, si te alcanzaba el sol de las diez de la mañana, el asunto se volvía color de hormiga. Prácticamente te fulminaba. Ahí estaba yo, iniciando el ascenso, cerca de las nueve y media, con un sol que empezaba a golpear con sus inmisericordes rayos.





Una de las particularidades que tiene aquella montaña es su forma natural en forma de escalones, la altura de estos va reduciéndose en la medida en que se sube, pero en cambio, la gradiente se va haciendo más pronunciada. La calidad rocosa y arenosa de la contextura tampoco hacía fácil la ascensión, además que vientos fuertes amenazaban con hacer perder el equilibrio y lanzar al ingenuo peregrino hasta algún precipicio.

Poco a poco lastimosamente, resbalando y trastabillando en ocasiones, empecé a cubrir el trecho que me separaba de la cumbre. Cuando al final, a escasos metros por llegar a ésta, mi ánimo creció imaginando que el martirio llegaba a su final, llegado a la cumbre la pesadumbre me invadió al observar que un nuevo macizo debía ser conquistado. *¡Qué relajo hijueperra!*, gritaba internamente y a toda voz. No recuerdo cuántas veces sufrí aquel juego sucio de las circunstancias, de la soledad, el cansancio y el calor. Parecía que aquella mole no terminaba nunca. Pero, sin una sola gota de fanta en la botella, finalmente, luego de culminar la última “cumbre”, se dibujó ante mis ojos una planicie ligeramente inclinada. Había que seguir ascendiendo pero, el ángulo no era demasiado pronunciado.

Un viento frío chocaba contra mis mejillas. El sol seguía quemando pero con algo aquel viento, atenuaba su efecto. Lentamente crucé por entre unos cultivos de maíz; por la condición escuálida de las plantas se notaba que aquella zona carecía de agua de regadío y solamente dependían del agua de lluvia para su éxito.

Unos momentos después llegaba hasta un camino de arrieros relativamente plano. A mis espaldas el Valle del Chota, se expandía generosamente; frente a mí, hasta donde mi visión alcanzaba una monumental cordillera se extendía como un fortín protector e inexpugnable. Hacia esa dirección me dirigí.





Es increíble como las fuerzas se multiplican cuando tu estado emocional se eleva. Estaba casi seguro que encontraría a mis amigos descansando en la escuela, punto central de aquel pequeño montón de casitas vetustas que alguna vez había conocido. Apuré el paso, creo que hasta intenté trotar, desistiendo al momento de aquella opción. De repente una imagen empezó a estructurarse a lo largo del serpenteante camino, una especie de centauro que venía a todo galope a mi encuentro. Claro que los centauros son criaturas mitológicas, generalmente caracterizados por la sabiduría y heroicidad de sus acciones y decisiones.

No, ni era centauro y menos pertenecía a una especie tradicionalmente sabia y heroica. Era un simple jinete nativo que abruptamente trotaba con su modesto corcel. Por protección me hice a un lado para que el animal y su caballo pasaran libremente. Sin embargo a unos escasos tres metros el jinete redujo la velocidad y deteniéndose frente a mí, dijo algo así: “¡Buinos deas!”

Son casi ocho o diez años de transcurridos aquellos sucesos de manera que intentaré ser lo más exacto en relatar la conversación que tuve con aquel nativo andino. *Buenos días*, le respondí. “Vuste que viene hacer por ake”, me preguntó de golpe. Me sorprendió la crudeza e impertinencia de la pregunta, pero, imaginando que no había malicia en aquellas palabras respondí tranquilamente algo más o menos así: *Vine a hacer un poco de ejercicio, además estoy buscando a un grupo de amigos que se adelantaron*. El tipo sonrió con un gesto raro que en ese momento me pareció solo tonto. “Haci cuanta pasarun” hizo una pausa, como pensando que decir, y entonces, luego de mencionarme una serie de señas físicas de mis amigos y recibir una afirmación de mi parte; esbozando una sonrisa cretina, me dijo: “¡ya mesmo les iban a lenchar!”. *¡Linchar!*, dije, estupefacto.

Sin poder creer lo que había escuchado pero consciente de la certeza de aquella posibilidad, le pregunté dónde estaba mi hermano y sus acompañantes, luego de contarme sin detalles que finalmente habían seguido su camino, espontáneamente se ofreció a acompañarme para que no tuviera problemas con la turba. Luego me di cuenta que en realidad estaba siendo vigilado y escoltado hasta las afueras de aquel recinto.

Mientras caminábamos por aquel sendero, el nativo, y Yo, empezamos a conversar acerca del desagradable y grosero malentendido. Poco a poco el tipo empezó a sincerarse, supongo convencido de la estupidez del proceder de aquellos que se habían escandalizado brutalmente en contra de un grupo de desconocidos que simplemente estaban cruzando por aquel lugar, sitio público por cierto, entretenidos en sus legítimos intereses.

De alguna manera se disculpó diciendo que aquella gente vivía en un estado de paranoia, usando sus palabras; principalmente, debido a los continuos robos de ganado que sufrían por parte de cuatreros que periódicamente los visitaban. Justificaba su proceder, exponiendo como argumento de aquella reacción estúpida, perversa y sádica, sugerencias de la misma policía que les había recomendado eliminar, torturar, linchar y quemar a cualquier cuatrero o ladrón que capturasen, en lugar de entregarlos a la justicia de los “mestizos”.

A medida que nos acercábamos a la dichosa escuela, suerte de cuatro paredes mal pintadas, intenté explicarle al inevitable e improvisado pesquisa lo irracional de la conducta de la chusma, exponiéndole precisamente el caso de mis colegas viajeros que injustamente habían sido confundidos con abigeos. Me respondió que efectivamente él había sido uno de los que habían evitado que el barullo llegara a niveles descontrolados. Difícil de creer considerando la condición propia de esos pobres infelices y la “buena” reputación que tiene la chusma al momento de impartir justicia.

Casi a punto de llegar al pequeño caserío, empecé a divagar en potenciales riesgos contra mi integridad. ¡Rayos!, me encontraba solo, en una tierra desconocida, en medio de un montón de gaznápiros cretinos que actuaban exclusivamente basados en prejuicios, a quienes la propia disque autoridad les había sugerido recurrir a la venganza brutal y sádica como una forma de justicia. En tales circunstancias, debo reconocer que me puse algo nervioso.

Ni bien llegamos un par de nativos se acercaron; me dirigí a ellos y cordialmente los saludé. Cruzamos algunas palabras. No escatimaron en risas al mencionar la situación embarazosa en que habían colocado a mis amigos y luego se retiraron. A pesar de encontrarme cansado los deseos por retirarme de aquel lugar lo más pronto posible pudieron más. Me despedí del aprendiz de cowboy tercermundista y sin regresar a mirar apuré el paso por una carretera desvencijada que cortaba por aquellas lomas que se entremezclaban unas con otras.

No voy a extenderme en comentar lo desagradable que resultó el resto del camino. Cuestas, declives, chaquiñanes, laderas resbalosas, senderos plagados de guijarros; pero, por sobretodo la incertidumbre de encontrar lo más pronto posible a mi hermano. Finalmente, luego de dos horas llegué a la cima de una montaña desde donde podía divisar Ibarra a lo lejos, en la base de esta resplandecía con el sol de la tarde la Laguna de Yahuarcocha. Supongo que debían ser las cuatro de la tarde para entonces.

Siempre siguiendo la ruta convencional, empecé a bajar lo más pronto que podía aquella enorme loma. Puede ser que el ascenso requiera más esfuerzo físico, pero el descenso tampoco es una perita dulce. Lo empinado del camino te obliga a caminar con cuidado, frenando a cada momento con tus pies so pena de probar la ley de la gravedad en carne propia. Lo cierto es que empecé a desplazarme tan rápido como la sensatez recomendaba. Quizá 15 minutos después, desde una saliente pude detectar, algo así como diez metros más abajo, las figuras humanas de mi hermano y sus acompañantes, moviéndose cansinamente.

¡Qué cosas no! Desde entonces, mi hermano nunca ha vuelto a incursionar en una nueva caminata. Los colegas expedicionarios no están dispuestos a asumir aquellos riesgos, ni nosotros tampoco.

Por ahí, excepcionalmente he deambulado por las montañas que circundan a la ciudad, en especial en la zona de Yahuarcocha y la Loma de Guayabillas. Con decepción, se observa que las montañas otrora pulmones naturales, poco a poco son parceladas por individuos, provenientes de quién sabe dónde, menos de Ibarra; gente que ha llegado a “colonizar” aquellos lugares en otras épocas casi vírgenes. Bosques talados, cerramientos con alambre de púas y mallas, pistas de motocross; depredación a lo bestia es la constante en la mayoría de las montañas y mesetas que rodean a la ciudad.

Increíblemente, los indígenas amantes del Sumak Kawsay, expresión que posiblemente define las grandes borracheras que suelen mandarse en las fiestas del Inty Raymi, donde el guarapo más nauseabundo fluye a lo bestia, ahora, tienen un fundamento constitucional que les garantiza torturar, masacrar y ejercer la estúpida y brutal justicia aborigen, siempre con el riesgo de agarrar a un inocente, que tuvo la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

En fin, cosas de mi tierra, tristemente, cosas de mi tierra.

lunes, 17 de agosto de 2009

¡Soylent Verde con tallarines!


La primera vez que escuché la expresión “Soylent Green”, fue en la serie de dibujos animados “Futurama”. El alegre y pendenciero Bender había retado a un concurso de cocina a un tal Elzar, creo, famoso y experto gourmet. El ingrediente principal que obligatoriamente debían usar, respondía al nombre de: Soylent Verde.

Intentando encontrar la traducción al castellano del término “Soylent”, llegué a la conclusión que hacia referencia a un alimento sustituto como alternativa a aquellos escasos y tradicionales. Sin embargo, ciertas pistas de la misma serie, empezaron a develar cual era el origen animal de aquel ingrediente secreto, aunque debo reconocer que no tenía un respaldo suficiente con el cual denunciar públicamente la naturaleza de aquel manjar del futuro.

La respuesta contundente se presentó hace apenas unos días, mientras buscaba información en Youtube acerca de un filme protagonizado por Charlton Heston, “El Hombre Omega”. Pues bien, en uno de los casilleros que suelen aparecer con las diferentes opciones había un pequeño ícono con la leyenda “Soylent Green”, título que definía una película estelarizada por Charlton Heston y Edward G. Robinson.

Entonces hice click con el botón del mouse en aquella pequeña ventana virtual. Un policía, interpretado por Heston, silenciosamente, se había escabullido dentro de una gigantesca fábrica; algunos rumores le habían empujado a investigar en aquel lugar. Sigilosamente, sin permitirse ser visto, empezó a inspeccionar área tras área, sin que nada pareciera estar fuera de lugar. Pero, de repente una sección corrediza que se movía a lo largo de la fábrica lo espantó; sobre la superficie de aquella rampa se desplazaban cuerpos humanos debidamente amortajados. Luego de recorrer algunos metros, subiendo y bajando, aquellos bultos eran depositados toscamente en una especie de centro de almacenaje.

Más allá las máquinas, los artefactos, los olores, explotaban en ruidos ensordecedores y espeluznantes. Sin que su mente fuera capaz de asimilar la evidencia, el personaje investigador siguió deambulando hasta que la fatalidad lo llevó a la línea de salida del producto terminado; segundos después, abrumado por las evidencias, un grito ahogado se escuchó de su boca: “¡Is people, …….Soylent Green is people!”

Las historias de antropofagia son muy comunes en la Literatura o el cine. Aunque excepcionalmente, también se presentan en la vida real con tintes de verdaderas historias macabras. Desde ejemplos vinculados con el instinto de supervivencia, como en el caso de los Old Christeansen, jóvenes de un equipo de rugby uruguayo que viajando a Chile sufrieron un accidente aéreo en los Andes, que, en semejantes circunstancias aciagas, se vieron obligados a comer los cadáveres de sus compañeros fallecidos para poder sobrevivir; hasta los casos de degeneración o enajenación mental de algunos desquiciados neo caníbales.

Abrumados por la depredación brutal de la naturaleza causada por el “desarrollo sostenible”, la estupidez humana y la polución, nos hemos preguntado: ¿qué pasará cuando los recursos naturales limitados finalmente se terminen o resulten insuficientes para alimentar a la mayoría de los humanos? Será que el futuro de la humanidad dependerá de la posibilidad que los seres humanos renuncien a ciertos escrúpulos por demás básicos y morales. Será que la supervivencia del hombre condicionará la necesidad de incluir en la lista de alimentos al rico, nutritivo, económico y abundante Soylent Verde.

Ya me imaginó los restaurantes abarrotados. “Camarero tráigame una pierna de futbolista al mojo de ajo”. “¡Garzón!, lengua de comentarista político a la tártara, con unas ramitas de ajenjo, y ¡que sea rápido!” “Mozo, ¿tiene hígado de chumado a la Johnny Walker?, ¡no tiene!, entonces tráigame un caldo de tronquito de torero”. “Señorita páseme unas manitas de puerco congresista con guacamole, por favor.”

¡Ah, Soylent Verde!, el nombre de la degradación humana, de la codicia, del sadismo, y la ausencia completa de escrúpulos, máxima de los señores maquiavélicos, de aquellos que se jactan y envanecen cumpliendo sus brutales objetivos a cualquier precio. ¡Ah, Soylent Verde!, sabroso y nutritivo, pero amoral.

En cualquier caso, planteado aquel escenario tan apocalíptico como perturbador, no habrá más que declararse vegetariano y comerse unas plantitas de carpintero con juguito de jardinero.


Trailer Soylent Green:



martes, 11 de agosto de 2009

Especulaciones acerca del supuesto Diario de Raúl Reyes.

Como es de conocimiento público hace algunos días, sorpresivamente el Gobierno de Rafael Correa entregó a la Fiscalía de la Nación un documento, copias del original, que contenía supuestas opiniones y confesiones del abatido líder guerrillero de las Farc, Raúl Reyes.

La presentación del documento plantea una serie de incógnitas que el Gobierno no ha podido esclarecer fielmente. Por ejemplo desde cuándo contaban con dichos manuscritos; quién se los entregó; por qué no fueron objeto de un examen exhaustivo para comprobar la veracidad de la autoría, es decir que efectivamente le pertenecían Reyes. Dudas que Correa y los cabecillas del socialismo del siglo XXI, no han aclarado, al igual que muchas otras incertidumbres que han terminado encubiertas por un escandaloso velo misterioso.

En la medida en que uno revisa el mencionado diario, se va preguntando, por qué, el Gobierno de Correa lo revela públicamente considerando que, de ser verídico, Reyes de su puño y letra ratifica las pruebas, indicios, y versiones conocidas por la opinión pública nacional, que presentan al Gobierno de Correa y Alianza País, teniendo relaciones adúlteras con el terrorismo y el narcotráfico. ¿Por qué lo hace? ¿Por qué Correa tácitamente se desenmascara? Se trata acaso de una estrategia para intentar curarse en sano; una manera de decir que el Gobierno no tiene nada que encubrir. Talvez pretenden decir que, “tan seguros están de su inocencia que aquellos pasquines no les atemoriza”. Pero, considerando que, por lo visto solamente cuentan con las copias, eso implicaría que alguien tiene los originales; alguien que posiblemente no es considerado “amigo”. Por lo mismo, ante la posibilidad que “sus enemigos” se adelanten publicando original o copias, para evitar el golpe brutal y vergonzoso de dicha información, Correa y sus incondicionales seguidores u “hombres de negocios” se apresuran sacándolos a la luz pública.

Muchos de los supuestos comentarios de Reyes son tan fulminantes que siendo ciertos exigirían inevitablemente que Correa renuncie a su cargo de Presidente. Por lo mismo, lógico suponer que de contar con los originales, Correa y sus sátrapas probablemente los habrían destruido, y de esa manera aquellas opiniones que tan mal los presentan nunca habrían sido conocidas. Salvo que como ya mencioné, los originales estuvieran en otras manos, talvez en las de Uribe.

A pesar de las expresiones graves, duras y reveladoras que Raúl Reyes tiene en contra del Gobierno de Correa y sus representes chauvinistas, sin embargo, existen ciertas perlas que resultan bastante sospechosas, y que de alguna manera plantean la posibilidad de que tales relatos, o son falsos, es decir, creados por el entorno de Correa, o sí inicialmente fueron ciertos, hayan sido objeto de manipulación, antes de ser entregados a la Fiscalía.

Desde un comienzo Reyes se presenta como el heredero de Ernesto “Che” Guevara, es decir, pretende representar aquel cliché demagógico disque idealista, revolucionario, y solidario, creado por el comunismo y socialismo latinoamericano en torno a la figura del guerrillero argentino. Un “guerrero contra el antimperialismo yanky” en evidente contradicción e imperioso enfrentamiento con los “hombres de negocios” como Reyes y su “amigo” denominan a los líderes guerrilleros que trafican droga, y que forman parte del Estado Mayor de las Farc. Daría la impresión que con aquellas palabras, Reyes pretende crear un nuevo mito en torno suyo, muy similar al del guerrillero idealista “dispuesto a sacrificarse voluntariamente por sus convicciones ideológicas y por la liberación de su pueblo”. Un nuevo fetiche belicista a quien las masa juveniles incautas puedan rendirle pleitesía, y los politiqueros socialistas y seudo comunistas sacarle provecho.

Muy sospechosa también es la presencia del “amigo”, suerte de editor, redactor y facilitador, de su supuesto Libro; además de compañero de infortunio y fiel confidente. Polémica y cuestionable, entre otras cosas, por la serie de reclamos agresivos que este “valiente sujeto” se atreve a lanzar en contra de los mismísimos “hombres de negocios”, acicateando a los “guerreros antimperialistas” para que realicen una purga de aquellos que supuestamente habían degenerado el movimiento revolucionario. No creo equivocarme cuando digo que habría que estar loco para tratar en términos tan rudos a gente acostumbrada a asesinar y torturar sin el menor escrúpulo. Sugerir fusilar a caudillos guerrilleros de un grupo facineroso financiado por el narcotráfico, precisamente por sus vínculos con el narcotráfico, en sus mismas narices sería un virtual suicidio. Sin embargo “el amigo”, se da ese lujo, y luego tranquilamente, Reyes cuenta que, “se retira a dormir”. Todo un temerario o un demente, o más bien una mentira.


La presencia del “amigo” con sus supuestas e indignadas afirmaciones, apologías, y sentencias ayuda a apalancar la leyenda romántica del luchador idealista, en favor de Reyes. Expresiones como: “haces de la necedad tu blindaje para protegerte de la realidad”, están dirigidas a convertirlo en una víctima propiciatoria. Su supuesta renuncia a rechazar los ofrecimientos tramposos de Correa y sus “hombres de negocios chauvinistas”, a cambio de un posible resurgir de la “guerrilla romántica e idealista” y de su propio sacrificio, suena a canción de Silvio Rodríguez; aquellas líneas resultan demasiado rebuscadas, quizá propio de un guión hollywoodense, pero muy poco creíbles en la práctica. Se nota el interés por crear el mito. Esto último da espacio, una vez más, a la posibilidad de que el tal diario, haya sido forjado por mentes interesadas, o por lo menos manipulado.

Siempre en el relato, Reyes se declara enemigo del narcotráfico, siendo uno de los principales líderes de las Farc., tácitamente reconoce su incapacidad para ejercer autoridad y mando, e imputa tal influencia nociva a muchos de sus lugartenientes. Sin embargo, resulta difícil creer que siendo el tráfico de drogas la principal fuente de financiamiento para las actividades guerrilleras, Reyes haya estado en desacuerdo con la misma, pues de no contar con dichos recursos el final de la guerrilla habría sido inminente.

Menciona la absoluta desconfianza que le generan individuos como Brito, un tal Ayala, Larrea y Chauvín, “gente de Correa”, debido a ciertos incidentes, entre estos la eliminación de algunos de sus hombres de confianza y la certeza que tiene de que Uribe está demasiado bien informado sobre algunas de sus acciones. Reyes, reniega de los delegados del Presidente Correa, calificándolos a Larrea, Chauvín, y Brito de espías, dobles agentes, infiltrados u “hombres de negocios únicamente interesados en la merca”. Una y otra vez, señala sentirse engañado y víctima de una supuesta confabulación de los representantes de Correa; trampa que imagina, le traerá terribles consecuencias a futuro. Difícil no vincular aquellas reticencias y sospechas, con la vez que Rafael Correa visitó Cuba y no fue recibido por Fidel Castro.

Por otro lado, a Reyes, le resulta fastidioso e intrigante el apremio de Larrea, Chauvín y Brito en cuanto a exigir su presencia, con demasiada frecuencia, en su opinión, en el campamento de Angostura, donde posiblemente le garantizaban absoluta seguridad, pedidos que Reyes considera en el diario, ponían en grave riesgo su integridad, además del desagrado que le causaba el exclusivo interés que mostraban tener sus fingidos aliados por negociar con la “merca” y las visitas de los turistas, entre los cuales, temía, podían estar gente de Uribe o sus enemigos. Una vez más sorprende que Correa revele el contenido del diario, considerando la gravedad de las aseveraciones de Reyes y sobre todo los antecedentes y amistades de Chauvín y Larrea, conjuntamente con su activismo en la frontera norteña. A pesar de todo, un interés encubierto florece mojigatamente, proteger la reputación de Correa, a costa del sacrificio mediático de unos cuantos peones o alfiles que en términos políticos no representan nada. ¿Maquiavelismo?, es posible, ya lo han hecho en otras oportunidades. Chauvín y Gustavo Larrea no son nadie políticamente, a diferencia de Correa que es el verdadero caudillo a quien siguen las masas. Mientras Correa siga vigente, sus socios estarán a salvo, independientemente de la reputación paupérrima, que puedan llegar a tener.

Reyes relata la existencia de un supuesto acuerdo con Correa y las Farc. En qué consiste tal acuerdo, ¿quién lo sabe?, si existió, solamente lo saben quienes participaron en tal acuerdo, aunque al respecto existen muchas teorías. Lo interesante aquí es que muchos de los sátrapas, compinches y alcahuetes de Correa, han señalado en multitud de oportunidades haberse reunido una y varias veces con miembros de las Farc., con la excusa de un supuesto “canje humanitario”. Ellos, Correa y sus “hombres de negocios chauvinistas”, le llaman “canje humanitario”, habría que chequear en que consistían verdaderamente los tratos detrás de aquel “intercambio entre amigos”.

Muy interesante y revelador resulta la denuncia de Raúl Reyes en contra de Gustavo Larrea, a quien responsabiliza directamente de los fracasos para liberar de manera definitiva a los secuestrados. Menciona que está harto de las trabas que Larrea y los suyos ponen a aquel asunto que tan mala propaganda le causa a las Farc. Pero, en principio tolera los tratos con, “ellos”, la gente de Correa, pues, según él, la liberación de los prisioneros significará un golpe político y publicitario a favor de las Farc., y obviamente en beneficio de Correa. Sin embargo, al final del mencionado documento Reyes califica de traidor a Correa. Es decir, según Reyes, Rafael Correa y sus chauvinistas, traicionaron el acuerdo, llámese “Canje Humanitario”. Pero el asunto va más allá porque Reyes da a entender a modo de profecía que Correa y sus “hombres de negocios chauvinistas” le han coloco una celada, en la cual ha caído ingenuamente y como consecuencia de esto su fin está pronto. Directamente los responsabiliza de su futura y aciaga desgracia ¡Es increíble!

Sin duda el diario presenta muchísimas revelaciones, contradicciones, incongruencias y declaraciones que colocan en términos generales en muy mala posición al Gobierno de Correa y a sus secuaces chauvinistas. Sorprende que Rafael Correa, mencione que el diario lo libera de culpa cuando en realidad lo pone en una posición de tramposo y traidor. Sorprende que la Prensa Nacional en lugar de vivir quejándose como zorra fingiendo orgasmos por los epítetos que recibe de Correa muchos de ellos bien merecidos, no analice las pruebas, las evidencias e impulse un debate a través de la opinión pública.

El documento es muy polémico, por un lado aparenta mostrar verdades que parecen haber sido disfrazadas de mentiras, precisamente para que pierdan credibilidad y por otro lado, mentiras maquilladas como verdades oficiales para producir incertidumbre, embotamiento y falta de interés en la uniforme masa ecuatoriana. Mentiras a medias, verdades a medias; cualquiera de las dos expresiones anteriores, podrían definir claramente la realidad del diario de Reyes. Sea verdadero, forjado o manipulado, lo cierto es que difícilmente la verdad de los hechos será presentada en su real y verdadera dimensión. Una vez más, infortunadamente, una vez más.

martes, 4 de agosto de 2009

¡Qué está pasando en nuestro Ecuador!

Pensaba iniciar este comentario incluyendo la siguiente expresión: “No sé si es mi exclusiva percepción, pero considero que nuestro País se está cayendo a pedazos”. No lo hice pues, de alguna manera me pareció que estaba siendo un tanto alarmista además de pesimista.

Este Gobierno, el relajo de Rafael Correa, no es más corrupto que los anteriores desmadres de los ancestrales déspotas, tiranuelos y dictadores que han saqueado al País. Lo cual no quiere decir que sea bueno o menos malo que sus inmorales predecesores; simplemente es igualmente corrupto y repugnante que los anteriores.

Sin embargo, hay una serie de hechos que nunca antes los había escuchado, ni se habían visto, por lo menos no, en la intensidad e impunidad con la que se han dado durante el gobierno del inefable y parlanchín “señor presidente” Rafael Correa. Quizá aquellas nefandas características lo hagan peor, es posible que así sea, considerando las potenciales consecuencias que las mismas pueden ocasionar a la existencia misma del Estado y la Sociedad Ecuatoriana.

Desde el inicio, el gobierno de Correa se lanzó por la línea de la polémica incluyendo en su Gabinete a personajes mafiosos de la partidocracia tradicional como por ejemplo Gustavo Larrea; individuo que había hecho carrera encubriendo sus vagos y corruptos intereses detrás de un supuesta solidaridad y defensa a favor de las víctimas del sistema estatal o social. Luego se vio que, conjuntamente con él, varios delincuentes disqué revolucionarios se habían colado en el Gobierno de Correa con el visto bueno de éste.

Se incluyeron en la nueva constitución, en la Constitución Correana, un montón de garantías y derechos a favor de extranjeros, tan estúpidamente, que posiblemente hacen del Ecuador el único País en el mundo “espléndidamente generoso” con sus visitantes forasteros, independientemente de su condición moral o sospechosas intenciones.

Posteriormente vimos, como, en un acto de irresponsabilidad inaudita Correa eliminó los controles de la frontera norte, permitiendo el paso indiscriminado de colombianos en nuestro País poniendo en riesgo no solamente la seguridad del Estado, sino, la de todos y cada de uno de los ecuatorianos. Como si eso no fuera poco, el Gobierno de Correa, haciendo gala de una apertura torpe e irresponsable acepta el ingreso abrupto de oleadas y oleadas de inmigrantes, de diferentes nacionalidades, pero, muy especialmente de China y Cuba; eso sin considerar la cantidad de peruanos que deambulan en nuestro País. Una vez más aumentando el riesgo de infiltraciones y más violencia en nuestra fatua y falsa isla de paz.

Luego, observamos sorprendidos, algunos, como los compinches de Correa y Gustavo Larrea, encabezados por el “revolucionario”, declarado amigo de secuestradores y narcotraficantes, Ignacio Chauvín, supuestamente haciendo labor humanitaria a favor de los desplazados colombianos, legalizaron a tirios y troyanos en suelo ecuatoriano, sin que se consideren criterios de seguridad, sino exclusivamente las afinidades y amistades de los socialistas del siglo XXI. Casi inmediatamente, Colombia, ataca una base guerrillera en suelo ecuatoriano, eliminando a guerrilleros, aliados y simpatizantes de aquel grupo faccioso colombiano. Ecuador a través de su gobierno reclama por la invasión y bombardeo de nuestro territorio; pero se olvida de explicarnos, a los ecuatorianos, que diablos hacía Gustavo Larrea y sus secuaces, negociando supuestos “canjes humanitarios”, si la posición del Ecuador había sido de Absoluto No Involucramiento en el pleito colombiano. Rafael Correa se olvida de explicarnos como así miembros de su grupo político se movilizaban tranquilamente en el Ecuador, con absoluta liberalidad, en compañía de líderes del sedicioso grupo financiado por el narcotráfico. El gobierno de Correa nunca nos explicó por qué los sistemas de defensa e inteligencia fallaron al no detectar la infiltración de la guerrilla colombiana siniestramente famosa por generar terror en las comunidades colombianas, asesinar a mansalva a inocentes, secuestrar inmisericordemente, o traficar con droga para financiar sus acciones de violencia.

Últimamente, los noticieros informan que datos secretos del Registro Civil conteniendo información de ciudadanos ecuatorianos se venden libremente en la Bahía de Guayaquil.

Uno se queda sin palabras para expresar la indignación y la bronca que se tiene cuando se conocen estas perlas que se desarrollan a vista y paciencia del común y corriente ecuatoriano, sin que este grupo de personas reaccione con la fuerza y coraje debidos. Prácticamente no existe opinión pública en nuestro País, sea porque está secuestrada por los dueños de la verdad, por el gobierno central, o porque la gente, o tiene miedo, o le importa un comino lo que suceda a más de un metro de sus narices.

El nivel de incertidumbre, preocupación y temor van creciendo cada vez más. ¡Qué está pasando en el País! Tenemos un Gobierno en el que no se pude confiar. Instituciones públicas dirigidas por alcahuetes e incondicionales del gobierno de turno y saturadas de cobardes burócratas. Instituciones cuyas funciones y labores eficientes y efectivas son fundamentales para la existencia de la paz y seguridad de los Ciudadanos y de la propia Nación, y que desgraciadamente están controladas por personajes que solamente piensan en sus ambiciones, codicia y vanidad. ¡Qué está pasando en el País!

Insisto, no quiero pecar de pesimista o alarmista, pero parecería que el País se está cayendo a pedazos. Usted que dice estimado lector ecuatoriano.

domingo, 2 de agosto de 2009

Roy Scheider, Sorcerer(1977) y El Salario del Miedo(1953).



Probablemente pocos identificarán inmediatamente el nombre de Roy Richard Scheider , pero más de uno si recordará al jefe de policía de la ciudad de Amity, “Martin Brody”, personaje protagónico de la película Tiburón del Director Steven Spielberg.

Clásica es la escena en la que el “jefe Brody”, cumpliendo la orden del chiflado y excéntrico cazador “Quint” interpretado por Robert Shaw, arroja distraídamente la carnada al mar; en eso, de repente, de las profundidades más insondables aparecen las descomunales mandíbulas y el morro prominente del inmenso tiburón. Una escena de lujo.

Pues resulta que este actor enjuto pero atlético, fallecido ya, famoso por sus interpretaciones de hombre rudo, se presentó en mi mente el otro día. Resulta que intentando encontrar cierta información empecé una búsqueda en la Web. Mi objetivo, encontrar cierta película de Yves Montand, filme que despertaba interés en mi hermano. Por ahí encontramos una biografía, incluidas sus participaciones en el mundo del cine. Mientras revisaba el historial artístico del ítalo-franchute, actor y cantante, mi hermano voceó casi imperceptiblemente, la expresión: "El salario del miedo".


Es increíble como ciertas palabras o expresiones, señaladas de repente, son como una especie de llave que abre las puertas a un sinnúmero de inquietudes, pero también de visualizaciones pasadas, que, presentadas de una manera parcial excitan a ser aclaradas a cualquier precio razonable. En mi caso, eso sucedió con aquella expresión.

Inmediatamente, la imagen de Roy Scheider apareció en mi mente. De improviso una serie de imágenes se desarrollaron ante mi vista interna. Un actor español de nombre Paco Rabal, otro rubio y de apariencia alemana, o eso me pareció. Sí, había visto la película, quizá en mi adolescencia. A pesar del tiempo tenía perfectamente clara la historia. Un grupo de prófugos de sus respectivas y trágicas historias que se reúnen en un pueblo alejado de toda el mundo civilizado y su salvajemente especializada violencia. Un lugar donde la vida prácticamente no valía nada. Sin dinero, ni esperanzas el grupo de náufragos intentan asirse de una tabla salvavidas que el infortunio de otros les arroja, que sin embargo, encierra una trampa mortal que amenaza desde el pricipio con eliminarlos definitivamente de la faz de la tierra.

Pero, una inquietud se cernía en mi pensamiento, qué hacía Yves Montand en aquella película; en mis recuerdos no aparecía por ningún lado. Entonces, luego de dar por terminada la primera búsqueda, me aventuré para dilucidar aquellas dudas que encendían mi curiosidad.

Efectivamente Yves Montand protagonizaba la película “El Salario del Miedo”, pero, definitivamente no era aquella que Yo había visto en tiempos pasados y en la que actuaba Scheider. “El Salario del Miedo” había sido filmado en 1953 y estaba grabado en blanco y negro. Entonces, imaginé que se trataba de un homónimo. La única solución mirar la totalidad de la película. Para mi fortuna alguien se había dado la molestia de subir toda el filme a Youtube. De manera que una tarde aburrida opté por mirarla y salir de dudas.

A medida que la producción se desarrollaba me di cuenta que se trataba de la misma historia en términos generales; aunque existían detalles completamente diferentes sobre todo en las historias de los personajes principales. A pesar del pequeño e inicial desazón que me causó saber que el filme en el que aparecía Scheider era un remake de la versión original, sin embargo, a medida que transcurría la película que presentaba a Montand en su mejor momento, puede comprobar que la versión posterior no le pedía favor a la antigua, que ciertamente era muy buena.

Al final de la película, satisfecho por la calidad de la misma, empecé a desvariar en una cadena de pensamientos con eslabones que estando unidos parecían ser de naturaleza diferente. Sobre todo una idea en especial. Es controversial mirar como a veces la vida o el destino maliciosamente juguetón pone a personas comunes y corrientes en situaciones en las que toda manifestación de humanidad y razonabilidad son anuladas completamente, convirtiéndolas en verdaderas bestias infernales capaces de despedazarse entre sí, por razones superfluas o disparatas.

Pero el asunto todavía no estaba aclarado. Opté por buscar la historia filmográfica de Scheider, asocié los años en los que podía haber sido filmada con la trama de la película y entonces, ¡pow!, apareció ¡Sorcerer! Filmada en 1977 y dirigida por William Friedkin, y protagonizada nada más y nada menos que por Roy Scheider.

“Sorcerer”, era sin duda aquella película que había presenciado en aquellos lejanos años 80 y que horas atrás me había obligado a iniciar una búsqueda casi inexorable en la web. Después fue solo cuestión de confirmar lo que ya sabía a través de un expresivo tráiler.

Tráiler de Sorcerer.



Cargada de emociones, intriga, acción, y desarrollada en una serie de paisajes naturales abruptos pero excepcionales, “Sorcerer”, es una película digna de ser vista, a pesar de tratarse de un remake.

Igualmente interesante y polémica es la versión original, “El Salario del Miedo”, con su crudeza y brutalidad, así como una serie de circunstancias controversiales que sin duda plantean multitud de discusiones emocionales, existenciales, y de las que usted, amable lector, considere necesarias.

Tráiler de El Salario del Miedo.