martes, 16 de marzo de 2010

He ahí el dilema.

Desde el principio de esta aventura liberal, hace más de un año ya, así lo dice, la fecha de publicación del primer post, una duda ha estado viniendo alternativamente a cuestionarme cada vez que labro en la negra roca de esta bitácora, aunque de manera amistosa, debo agradecer; una duda, de esas que encubren una certeza, aquellas que en vano intentamos ocultar, ahí, en aquel lugar de nuestra mente, donde guardamos aquellas verdades que soslayamos porque nos atemorizan. Un simple y humano dilema: ¿por qué escribir con seudónimo, y no, con mis nombres originales?

Ciertamente se podría enumerar y argumentar una buena cantidad de razones, algunas comprensibles y válidas, otras no tanto. Un testimonio legítimo que justifica plenamente el anonimato o el “desdoblamiento” en otro Yo, por ejemplo, es aquel referente a la posibilidad de comentar de manera “irresponsable” temas que son ciertamente tabú en nuestra hipócrita pero descarada sociedad. También, entre los edificantes beneficios, está la oportunidad de mandar al diablo de manera bastante expresiva y justiciera, a tanto hijo de licenciosa madre, sin la posibilidad de enfrentar una querella de orden penal, por lo mismo, te garantiza un relativo escudo que te protege de las venganzas de los patriotas de cepa espuria, y te libra de las terribles consecuencias de caer en sórdida prisión, y de paso, sufrir desgracia económica por la cuantiosa indemnización que cualquier juez vil te obligaría a pagar para cubrir los daños a “la honra” de cualquier infame badulaque; bribón que en su puerca vida entenderá el verdadero sentido del Honor. Y cómo olvidar aquella oportunidad de expresarte casi libremente, muchísimo pero muchísimo más que en la vida pública. Claro que también tiene sus desventajas, que prefiero abstenerme de señalar, pero que, cualquier persona mínimamente inteligente que haya vagado por estas alternativas sabrá identificar y cuestionar.

Pero, a pesar de todas esas ventajas, y del afecto que he llegado a tener por mi “otro Yo”, el herético Saulo Ariel; a pesar de la satisfacción que siento al escuchar el eco que mi grito en las oquedades resonantes de esta cueva suele clamar: “¡Yo soy Saulo Ariel!”. Sin embargo de aquello, siento y estoy consciente que Saulo solo es un personaje virtual, un producto de mi imaginación; en tanto Yo, simple mortal, soy verdaderamente Yo, o así quiero creerlo; y así será, por lo menos mientras dure la dictadura de esta capciosa realidad.

Armados con nuestro verbo, lápiz o teclado nos desnudamos: negamos, reímos, dudamos,blasfemamos, amamos, traicionamos, adoramos, mentimos, clamamos, maldecimos, sentenciamos, veneramos, nos encolerizamos y envilecemos, para, al día siguiente contradecirnos con aquellos mismos sentimientos y emociones. Huimos de nosotros mismos a través de nuestros alter egos ficticios, poniendo como excusa cualquier causa. Atacamos a la víctima solo para defender al victimario. Permitimos que el injuriador destroce con burlas maldicientes al que erró por las infamias que tuvo que soportar en la injusta vida que le tocó vivir. Guardamos silencio cómplice, a pesar de ser testigos de la ignominia, solo para proteger a las lacras que adulamos, modelos a los que aspiramos llegar, personajes siniestros saturados de atroces vicios y crímenes. Defendemos la causa abyecta de los patriotas que aparentan pulcritud detrás de ese vestido nauseabundo de puritanismo hipócrita y vanidad prejuiciada. Permitimos que el inocente sea martirizado y nada hacemos para frenar esa infamia, solo callamos y damos la espalda a esa realidad cruel. Decimos que estamos en contra de la brutal tortura a la inocencia y la belleza, pero, para quedar bien con los torturadores aclaramos que respetamos su derecho a torturar. Nos interrelacionamos con guiñapos humanos que pretenden disfrazar su naturaleza despreciable a pesar de las vidas públicamente sórdidas que llevan, porque podemos sacar provecho comercial de aquel encuentro.

Y así vivimos, escondiéndonos; intentando luchar contra nuestros miedos con un nombre ficticio, una personalidad alterna, o un rostro demudado, sonriente, insidioso o feroz, que parece ofrecer librarnos de lo que somos: simples hombres y mujeres, temerosos, ignorantes y frustrados. Pero nuestro experimento por escapar solo queda en el intento. Porque todo lo que somos está ahí, en nuestras opiniones, actitudes y conductas; en nuestros ex abruptos, prejuicios, embustes; en aquellas verdades que pretendemos defender pero que se contradicen con nuestra real condición puesta de manifiesto en las mentiras que proferimos en los infames contenidos de aquellos párrafos cómplices, o en nuestras actuaciones o inacciones que en secreto nos avergüenzan, pero que ocultamos con un rostro pletórico de hipocresía, o con nuestra cobarde violencia.

Y callamos, cuando hemos sido puestos en evidencia; y festejamos cuando nos dan la razón, aunque no la tengamos. Y, a sabiendas de la verdad, permitimos que la brutalidad y la estupidez agredan e injurien con insolencia y crueldad, aquello que en vano intenta constituirse en un faro de luz salvadora en un océano de bajezas y ruindades. Y perdemos el tiempo en discusiones intrascendentes, tontamente, jactándonos de intelectuales, corrigiendo futilidades, mientras enviciamos nuestro entorno con el miasma de nuestras vilezas. Y nos maquillamos diciéndonos a nosotros y a los demás que estamos cambiando el mundo, cuando muy bien sabemos que este mundo no puede cambiarse, como tampoco, nosotros, podemos cambiar nuestra suprema voluntad de ser lo que somos, pues, hace mucho tiempo renunciamos a la valentía y la honradez para reconocerlo, pues la cobardía y mendacidad, va más conforme con nuestro linaje y condición.


¿Debemos ocultarnos detrás de una máscara de divinidad, o tener el valor de mostrar al hombre?: he ahí el dilema. Quizá sea el momento de asumir responsabilidades; el momento de dar la cara y enfrentar nuestros temores. Talvez sea la hora de liberarnos de los irreflexivos miedos y exorcizar a los fantasmas que nos persiguen desde antes que tuviéramos uso de razón. Quizá sea el momento de que Saulo se quede cuidando su Cueva, ladrando libremente a esa indolente y sórdida sociedad, donde Yo, Pablo, deambulo en búsqueda de respuestas, mientras las preguntas se apilan una sobre otra. Seguro estoy que mi buen amigo, deambulará complacido su existencia libérrima en las escarpadas rocas de brillante ébano desde donde, con sus liberales aullidos, intentó en muchas noches enamorar a la exuberante pero esquiva Luna. Talvez sea el momento que Saulo y Yo, nos liberemos mutuamente; tiempo propicio de retomar aquel sendero que las fútiles debilidades convirtieron en infranqueables. Quizá sea hora de enfrentar y vencer aquellos demonios que me impulsaron a crear al buen Lobo. Habrá que ser prudente y dejar de lado las justicieras irresponsabilidades, algo que estoy dispuesto a aceptar; siempre se puede recurrir a la ironía creativa, a los simbolismos o parábolas y de vez en cuando al silencio voluntario. Después de todo, solo en la infinitud del pensamiento se puede ser realmente libre.

jueves, 11 de marzo de 2010

Aracnicidio.


Agazapada, quieta, escondida, sigilosamente esperando la llegada del alimento que satisfaga su necesidad instintiva, o talvez solo descansando, ahí estaba, en su mundo, en su universo particular; sintiéndose segura en aquel lugar que había decidido llamar hogar.

De repente, un sacudón brutal y constante, seguido de un ruido ensordecedor y apocalíptico, la sacó de su tranquilidad. Prefirió quedarse inmóvil en lugar de huir, pues, la vibración desordenada y tenaz que la rodeaba desorientaba sus instintos; todo oscilaba, la superficie tronaba; sorpresivamente, sintió que sobre el suelo se deslizaba una especie de lámina, suave a su sensible tacto; se sujetó sobre aquel piso que aparentaba esperanza y esperó al monstruo que gruñía con metálico y acompasado ruido cortante y golpeadoramente amenazante, que, de manera inexorable se acercaba hacia ella; entonces, cuando notó que el enfrentamiento era inminente adoptó una posición defensiva para intentar repeler cualquier agresión, pero, fue demasiado tarde, de hecho cualquier respuesta efectiva habría sido insuficiente para evitar la serie de brutales y letales golpes que recibió de aquel depredador destructor e insensible.

Frente a mí, inocente testigo, el pequeñísimo cuerpo de lo que había sido una ligera araña, se mostraba empotrado en una hoja de papel que salía lentamente de las fauces de la bestia, mientras, una casi imperceptible y en extremo delgada pata flexionaba los últimos rastros de movimiento de aquel pequeñísimo cuerpo claro amarillento.

El monstruo finalmente dejó de mascullar sus gruñidos, casi de inmediato, una voz femenina tramposamente sensual y educada me señaló que la orden dada se había cumplido; enseguida, en silencio protesté: ¡cuándo ordené tal acto de violencia? Nadie respondió. Entonces, decidí que aquello no quedaría en la impunidad; la fatalidad aciaga debería responder por tanta absurda violencia. Yo la denunciaría. Con cuidado tomé la hoja que serviría de mausoleo del diminuto arácnido, y la coloqué en lugar seguro. Horas después, armado de una cámara digital retrate el cuerpo del delito. Y ahora lo denuncio, a este mundo feroz y brutal; aquí está lo que alguna vez fue; una simple mancha, solo eso quedó; una muestra fiel de lo que terminarán siendo, ¡todos!, todos quienes afortunados o no, deambulan como simples arañas en este universo dinámico e indolente, a la espera del enfrentamiento con el insensible monstruo feral.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Descortesía y desvergüenza.

Corría el mes de Agosto del 2007, eso dice, el registro del archivo word guardado en la unidad D del disco duro de mi computadora. En aquellas fechas, había terminado de escribir una idea que se había transformado en un cuento erótico, ligeramente polémico. Un tanto interesado por conocer la opinión de los demás, acerca de aquella, mi primera aventura libertina en el mundo del cuento, decidí subirlo a la sección narraciones de una página web de adultos bastante frecuentada por animales de variopinta condición.

Luego de un par de semanas recibí varios comentarios; en donde, algunos lectores, mencionaban les había gustado, mientras que alguno que otro deschavetado, reclamaba por la ausencia de sadismo y la falta de pornografía “literaria”. En términos generales la experiencia fue positiva. De hecho recibí correos en los que se me pedía continuar con nuevos capítulos. Invitación que dejé de lado, pues, el objetivo ya se había cumplido. Pues bien, ahí quedó el primer cuento de este simple mortal.


Tres años después, hace un par de semanas, se me ocurrió digitar algunas palabras claves para dar con la web mencionada y constatar como andaban las visitas y calificaciones respecto del cuento. Sorprendentemente, en la búsqueda apareció el título del cuento pero en otras direcciones. Por lo menos, solo en la primera búsqueda pude constatar dos. Ingresé en una y confirmé que se trataba de mi cuento. Alguien se había tomado la molestia de descargarlo de la página original y subirlo a otra, sin mencionar al autor original del cuento. No quiero calificarlo de robo, plagio o copia; pero, ciertamente, no se ve bien que alguien coja lo ajeno y se impute propiedad.

Yo entiendo por ejemplo que alguien tome una cita, un párrafo, y la traslade a otra página como información para generar conocimiento, o debate, lo entiendo, lo ideal sería que mencione la fuente pero, en fin, creo que es tolerable. Pero que se te lleven cerca de 50 páginas, ya eso toma otro cariz. En un primer inicio, más que molestia, aquel acto de “generosidad” me causó un poquito de decepción al constatar los mismos vicios de la sociedad real en el universo virtual, mas ahora, el asunto me causa risa y algo de desdén.

Debo denunciarles que este no es el único caso, de hecho anteayer mientras buscaba la confirmación de una frase de George Orwell, colocada en mi blog en la sección “Citas a considerar”, me encontré con un foro, en donde un muchachito, se había molestado en copiar todas las citas y las había trasladado íntegramente, en el mismo orden, sin atreverse a mencionar siquiera de donde las había tomado. Ni modo, que le vamos a hacer.

Pero hay otro, ese caso, en cambio, me había causado un poco de fastidio, no por la descortesía de aquellos que tomaron la información de mi blog y la publicaron en el suyo, sin mencionar de donde originalmente se tomó los datos, que por cierto, Yo me molesté en buscar y escanear para luego subirla a la red; y me refiero específicamente a las páginas que colgué de la Revista “Comentarios de Pancho Jaime”, colocadas en los post: “Pancho Jaime, ¿periodista temerario o injuriador contumaz?”, y “Algunas perlas de Pancho Jaime”.

Señalé que me había causado algo de fastidio, básicamente por lo siguiente: He buscado y buscado por internet, información acerca de los libelos de Pancho Jaime y salvo algunas páginas entre las cuales se encuentran básicamente las que Yo me molesté en subir, no he encontrado más. Pero lo que si he encontrado es manadas y manadas de supuestos seguidores de la “la mamá del rock and roll”. Incluso por ahí, un blog de boquisucios que pretenden imitarlo, pero que en lugar de la temeridad suicida característica de Pancho Jaime, solo hacen gala de un evidente y cobarde cretinismo pornográfico.

Por ahí, como ya mencioné, buscando nuevos escritos de P. Jaime, para ofrecérselos a un amigo que es simpatizante de ese señor, me encontré con comentarios de sus fans que señalaban su admiración casi religiosa, la gran mayoría de ellos supongo guayaquileños; individuos que se jactaban de tener muchas, pero muchas de sus revistas, al tiempo que decían una y otra vez, honrar la memoria de P.J., pero que, egoísta o cobardemente se abstenían de publicarlas en Internet; aquello, si es que realmente las poseen.


Bueno, lo cierto es que fue un ibarreño, que ciertamente no admira a Pancho Jaime, pero que reconoce el derecho que tenía este señor a expresarse y que exige se esclarezcan las oscuridades que encubren su cobarde asesinato acaecida durante el Gobierno inepto de Rodrigo Borja Cevallos, siendo Gobernador de Guayaquil un tipo de apellidos Guerrero Valenzuela; fue un ibarreño, digo, el que se atrevió a subir algunas páginas, las menos grotescas, de un libelo de ese loco malhablado, que se atrevía a decir crudamente lo que otros muy bien saben pero prefieren callar.

El mejor homenaje que pueden hacer quienes realmente admiran a Pancho Jaime, no es agarrarse a beber o drogarse como poseídos mientras bailan frenéticamente al ritmo de una música estridente y desordenada, sino, socializar y promocionar su trabajo, sus libelos, sus verdades ocultas detrás de ese lenguaje aberrante y cansino; o investigar quienes están detrás del infame crimen, y exigir castigo para los asesinos.


No me molesta que tomen el trabajo de Pancho Jaime, que Yo subí a Internet, para luego colgarlas en sus particulares páginas, sin siquiera decir gracias. Lo que sí es vergonzoso es que quienes idolatran a Pancho Jaime, usen un supuesto homenaje a su memoria como excusa para dar rienda suelta a sus bajas pasiones, eso sí es vergonzoso.


Hace algunas semanas un amigo, el propietario de la revista escaneada, admirador de Pancho Jaime, me pregunto si no estaba interesado en subir nuevas páginas del libelo; le dije que no. Estimado lector quizá usted se preguntará ¿por qué no? Por varias razones, algunas están mencionadas en los párrafos anteriores, pero fundamentalmente porque: no me da la gana.

Seguro usted me entenderá apreciado lector.

lunes, 8 de marzo de 2010

Seguridad Estatal versus Libertad Civil.

Hoy en la mañana me enteré que el Registro Civil, una vez más, promocionaba un nuevo tipo de cedula de identidad. En un medio de comunicación, un burócrata alborozado aludía que estaba vez, efectivamente, se trataba de un documento que resultaba imposible de falsificar, misma promesa que, años atrás, en este mismo Gobierno, creo, otro burócrata, promocionaba con similar festejo, argumentando pintorescamente que era “imposible de clonar”.

La nueva cédula tendría 16 características de seguridad, que insisto, la volverían invulnerable a cualquier ataque suplantador. En apariencia suena bien, dentro de la generalidad. Pero, no sé, me surgen ciertas dudas y desconfianzas; es imposible confiar en una burocracia corrupta; es imposible confiar en funcionarios públicos de un gobierno cuyo máximo líder califica de “Democracia” a una Dictadura Totalitaria; es imposible creer que individuos vinculados con las tradicionales mafias “izquierdistas”, que anteriormente, en gobiernos conservadores, usaban dos o más cédulas, no repitan esa costumbre, durante un gobierno catalogado por sus miembros, como “izquierdista”. Difícil creerle al burócrata que cantaba loas a la nueva cédula correana.

Pero, no es sobre la posibilidad que mi Comandante Juan, alias Gustavo Larrea, pueda tener dos, tres o cuatro nuevas cédulas, que trata este post; sino, sobre cierto dispositivo que contendría la nueva cédula. Dispositivo electrónico, que se constituiría en una amenaza gravísima, por las repercusiones que tendría en contra de los derechos, garantías y principalmente de la seguridad de los civiles ecuatorianos.

El adminículo diminuto al que hago referencia es un chip que vendría incluido en la tarjeta de identidad. Un pequeñísimo circuito integrado, a través del cual "los dueños" del Estado y de sus diferentes instituciones, fácilmente podrían conocer la ubicación del titular de dicho documento, lo que implicaría un atentado a la libertad, privacidad y seguridad de las personas.

Debo señalar que la noticia me sorprendió; pero, lo que sí, no me sorprendió, fue constatar que definitivamente ningún politicastro de esa Asamblea representa al Pueblo. ¿Algún neo diputadillo denunció o repudió la inclusión de este dispositivo rastreador en todas y cada una de las cédulas de los ecuatorianos? Ni uno. Increíblemente, los medios de comunicación se han limitado a informar la buena nueva y para nada han mencionado los potenciales riesgos y abusos que podrían devenir de este “nivel de seguridad” en contra de los civiles. ¿Complicidad, indolencia o ignorancia?, quién sabe.

Resulta muy expresivo de esta sociedad, el hecho que los ortodoxos medios de comunicación, aquellos generalmente conocidos (por ellos mismo) como “prensa libre, independiente e imparcial”, prorrumpan en alaridos a favor de las libertades y le presten atención a las quejas escandalosas de un mercachifle del gacetillerismo deportivo al que se le prohibió entrar gratis a un estadio de fútbol; “prensa” que le ha dado con todo a la persona que se atrevió a responder, con aquella polémica decisión, a los insultos y malevolencias de un miserable ganapán acostumbrado diariamente a insultar con absoluta impunidad. “Prensa” corporativa que se queja y reclama cuando el derecho de sus accionistas a decir lo que les venga en gana se pone en riesgo. Esa misma “prensa” poco o nada dice, cuando los derechos de los hijos del Pueblo son vulnerados; porque hasta ahora, no he escuchado nada en la “prensa libre” sobre el intento del Gobierno de la Involución Ciudadana por infiltrarse en los hogares de los ecuatorianos a través de la nueva cédula correana.

Es notorio constatar como, todo lo que significa “seguridad”, desde el punto de vista de la Burocracia, la Partidocracia y el Estado, se transforma inevitablemente en perdida de la Libertad para los civiles. De hecho la "Seguridad Nacional" es la excusa que los politicastros y sus ferales socios de negocios, usan para desarrollar el brutal Terrorismo de Estado que les permite encubrir sus crímenes y latrocinios.


Los civiles no necesitamos ser monitoreados permanentemente por las mafias conservadoras o socialistas de turno en el poder, o por los burócratas de profesión, o en general por cualquier institución del Estado. Esa no es la función del Estado, por lo menos no de un Estado que se sustente sobre principios y fundamentos basados en Justicia, Verdad y Libertad.

Por desgracia en el Ecuador, se vive un oscurantismo en materia de derechos, principalmente del derecho que tenemos los civiles a ser Libres. Es lamentable por ejemplo escuchar a muchos ciudadanos clamar por el patrullaje de las fuerzas militares en las calles de la ciudad. Parece no importarles sufrir la humillación de ser cateados como vulgares delincuentes por el personal militar, que está entrenado para tareas completamente diferentes de aquellas labores de brindar seguridad a los civiles en las ciudades. Peligrosamente, frente a la incompetencia de los gobiernos corruptos para enfrentar la delincuencia, mucha gente está dispuesta a vivir en regímenes marciales.

Las personas debemos darnos cuenta que los civiles no creamos un Estado para que los burócratas a través de las mafias que los controlan nos impongan sus recetas capciosas sobre lo que supuestamente mejor nos conviene, o que pretendan someternos o reprimirnos a través del nefando terrorismo de Estado. Los civiles no necesitamos ser perseguidos a través de los ojos de una pantalla infame.

Cuando en una sociedad, con el cuento de la Seguridad Nacional, se le roban derechos irrenunciables, a los civiles, significa que esa sociedad es tiranizada por un Régimen Totalitario. He ahí el “dilema”; ¿qué prefiere la sociedad ecuatoriana?, Tiranía o Democracia. Yo personalmente me quedó con las bondades y utopías de la generosa Libertad.

domingo, 7 de marzo de 2010

George Orwell y su "Rebelión en la Granja".


Dicen que una imagen habla por mil palabras, es probable, sin embargo, es a través de las palabras que, generalmente, somos capaces de comentar a los demás lo que realmente sentimos, o lo que aisladamente de la verdad, conviene a nuestros mezquinos intereses.

Así como una simple imagen puede decirnos mucho, así también un párrafo conciso, expresivo, y justiciero puede derivar en multitud de ideas, unas más profundas que otras. Un cuento, una metáfora moral, sucinto, ausente de palabrería vana, pero repleto de verdades expresadas en simbologías inteligentes, tiene un valor infinitamente superior a cientos de tomos y tomos redundantes de incontinentes verborreas inanes, pretenciosas y mentirosas.

En más de una oportunidad he escuchado con suspicacia, las autoalabanzas de uno y mil escribidores jactándose de su “creación literaria”; 20, 30, 40, y más libros, todos, desde el primero hasta el último, fieles evidencias de las condiciones engañosas, rastreras y vulgares de aquellos “cervantes” adocenados. Más de una vez he visto a farsantes, serviles de los dueños de esta farsa inmoral, ser adulados ignorante y descaradamente por los sumisos admiradores de sus mediocres pero certeras falacias. Bosques inmensos se talan para que, en ese futuro papel se impriman las verdades a medias, con las cuales los hermanastros conservadores o socialistas, indistintamente, engordarán a sus enormes manadas gregarias con las percepciones escatológicas que tanto disfrutan rumiando, unos y otros. Bacanales vergonzosos, que se repiten de manera permanente; mientras, en algún escaparate viejo y apolillado, un pequeño ejemplar de conocimiento y sabiduría, bañado por años y años de polvoriento olvido, duerme a la espera de ser despertado por la curiosidad de un hombre o mujer, diferentes.

Qué es preferible, escribir tontamente decenas y decenas de ampulosos mamotretos patrioteros, que se constituirán en los epitafios de miles, sino millones, de ignorantes víctimas; o simplemente, redactar con liberalidad y moderación, siempre aconsejado por las musas de la justicia, la verdad y la templanza, una inteligente parábola. Eric Arthur Blair, más conocido por su seudónimo público de George Orwell, conocía perfectamente la respuesta.

“Rebelión en la Granja”, en mi opinión es la mejor obra de Orwell, un cuento metafórico, corto pero conciso, literal pero simbólico, polémico pero justiciero. Un trabajo literario que demuestra la relación que existe entre un verdadero escritor con el prolífico sendero de la calidad; diametralmente opuesto al zafio escribidor y su compromiso servil con la enorme alcantarilla de la turbia y aburrida cantidad.

jueves, 4 de marzo de 2010

Mercantilismo, Sadismo y Tarantino.


Cuando me enteré que la última basura sanguinolenta de Quentin Tarantino, “Inglorious bastards”, había sido nominada a los premios Óscar en la categoría de mejor película, estallé en sospechas y objeciones “furibundas”, que, inmediata y deliberadamente se mezclaron con la risa de incredulidad que me causaba tamaña ridiculez; que por otro lado, no es la primera ni tampoco será la última, tarugada, decidida por los dueños de la farsa hollywoodense.

Habiendo conocido tal noticia frente a mi computadora, en ese mismo instante me puse a redactar un par de ideas que unidas al momento emocional, crearon una opinión descriptiva de lo que realmente siento sobre las realidades vanas e indigentes que últimamente monopolizan el ambiente general de lo que alguna vez se llegó a llamar “El Séptimo Arte”; salvo algunas honrosas excepciones, debo advertir.

Dos días después, casi indiferente al exabrupto mercantilista, y apreciado el asunto en su real dimensión, pensé editar los comentarios a efectos que ningún ego inocente pudiera sentirse afectado o afligido por los reclamos y protestas, vengadores. Pero, cuando iba a tocar un signo de interrogación, me dije a mí mismo, ¡que carajos!, lo escrito, escrito está, y así se queda:

¡Qué bestia!, ¡no puedo creerlo!, ¡no puedo creerlo!, a pesar de que lo tengo frente a mis ojos, ¡no puedo creerlo!...... ¡mercaderes del suplicio audiovisual!……. ¡esos malditos bastardos!….nominaron las “cáscaras” vulgares y ofensivas del enfermizo Tarantino a la categoría de mejor película. ¡Qué bestias!

Definitivamente este mundo está hecho mierda……... ¡Qué bestialidad!...... Ya no hay palabras……….. Ya no hay palabras…… Es increíble…… No sé que decir, es decir, ya no hay palabras para describir la estupidez que predomina en este mundo destartalado. Los mercaderes de “Joligud”, han elevado la apología grosera y repugnante de la basura sádica y sangrienta a la categoría de “obra maestra”.

Veamos; primero sadismo, luego sadismo con un poco de bazofia aburrida, más allá sadismo, seguido de sadismo aderezado con un poco de sadismo y vulgaridad, y para terminar más sadismo; así se resumiría el proceso creativo del pobre desquiciado Tarantino. Lo peor es que el cretino crápula y sus bagatelas sanguinarias, tienen recuas y recuas de seguidores, así como las multitudes de moscas de las heces, adoran y se desbaratan por disfrutar de los suculentos festines en las redundantes cloacas. “¡Genio!”, le dicen los comemocos; “¡maestro!”, le adulan los palurdos despistados; razón el mundo está en la mierda. Ingenuos de nosotros que nos preguntamos por qué un Obama, Uribe, Castro o Correa, están en el poder; si el mundo está en la mierda, es lógico que esté gobernado por la mierda.

¡Qué bárbaro! Yo creo que un actor que se respete, no aceptaría trabajar en una película dirigida por ese imbécil con complejo de destajador y patriota republicano; salvo que tuviera gravísimos problemas financieros…..digo no, digo.

¡Qué cosas!.... La basura sanguinolenta nominada a los Óscar. ¡Arte mis polainas!; ¡puro negocio, desgraciados centaveros!

Las épocas de Ben Hur, Los diez Mandamientos, Lo que el viento se llevó, o El Padrino, son historia, apenas un recuerdo melancólico. Actores como Richard Burton, James Steward, Charlton Heston o Marlon Brando; reemplazados por monigotes o figurines andróginos como Brad Pitt, Tom Cruise y Will Smith. Directores como Alfred Hitchcock o Cecil B. DeMille, sustituidos por la “genialidad” de un Tarantino. ¡Qué poca madre, loco…..
dónde está la botella!

Barack Obama, Premio Nobel de la Paz; Barcelona, jugando de local en Quito; “Inglorious Bastards”, nominada al Oscar por mejor película; Rafael Correa, reelegido Presidente de los ecuatorianos. ¡Qué relajo!…………..¡hasta cuándo malditos bastardos!


Sí,…………definitivamente,... “¡a lo hecho, pecho!”

lunes, 1 de marzo de 2010

Rafael Correa:"Imbabura, una provincia netamente indígena".

Cuando, cansado y harto de este sistema político corrupto, intento una retirada honrosa que me conduzca por aquellas sendas que aquel sabio recomendaba, las banalidades infames de algún politicastro hijo de vecino, casi que me obligan a dejar en claro mi opinión respecto de aquel enjambre de bajas pasiones y mentiras abisales.

Sin mayor atención, hace unos días, revisaba los parloteos del “mudo” con un grupo de folicularios con los cuales el “señor presidente” se siente seguro. Posiblemente habría pasado por alto las verborreas cansinas y vulgares de “vuecelencia”, Rafael Correa, si no fuera porque este insolente ignorantón, sin la más mínima vergüenza, me atacó, con los parloteos de sus groseras mandíbulas, “sinqueñaque”, como decían los ancestrales ibarreños.

La injusticia verbal de la que fui objeto, no estuvo exclusivamente dirigida a mí, sino, a todos los imbabureños. Supongo que he sido el único que tomó conciencia de aquella infamia, pues no he escuchado en la Villa de San Miguel ningún reclamo y no me sorprende considerando lo que sucede en Ibarra en materia de debate y análisis político.


Pero, en que consistía la perla escandalosa del “mudo” que me había sacado del bostezo para dejarme en la sorpresa e incredulidad. Casi nada, solo que de golpe y sopetón, digamos que fui “reinventado” étnicamente con la categoría de “indígena”. Pero qué dijo “Vuecelencia”; luego de jactarse del apoyo irrestricto de los imbabureños cosa que lamentablemente es cierto, y de aquello debo decir, siento vergüenza ajena; señaló, suelto de lengua, que: netamente, Imbabura es una provincia de indígenas.


Soy sincero en señalar que no es que me moleste el calificativo de indígena, para nada; lo que me molesta es que este energúmeno expulse mentiras y ofenda al pueblo ibarreño e imbabureño, (y me refiero al segmento inteligente y decente); únicamente para sacar beneficio politicastro de aquella grosera mentira. De hecho me habría dado igual que escupa que los imbabureños somos asiáticos, mongólicos, anglosajones, caucásicos, negroides o teutones. Al final de cuentas da lo mismo.

El “mudo” infeliz necesitaba una mentira para asirse de la rama, y no dudó ni tuvo vergüenza de colgarse para agredir y ofender a los ibarreños e imbabureños. Bueno, no puedo hablar a nombre de todos los imbabureños, sobre todo de aquellos que ciegamente siguen la espada mocha de Simón y Rafael. Pero sí a nombre mío, por lo mismo te he de señalar con toda consideración, miserable tiranuelo canalla y cobarde, que “indígena” será la más vieja de tu casa, ¡cabrón!


Comentarios, extracto de entrevista Rafael Correa.