domingo, 28 de febrero de 2010

Toshiro Mifune y los engaños del Feminismo socialista.

El otro día buscando lluchas en Youtube,……..perdón……. investigando concienzudamente ciertos asuntos, me encontré, con un video en el que aparecía Toshiro Mifune cabalgando con una guapa nipona. Luego de mirarlo completamente, se me ocurrió emular a Woody Allen; aunque desconozco si el pelirrojo fue el primero en alterar los subtítulos de las películas presentando realidades alternas muy diferentes de las originales. Posiblemente no.

Por qué parodiar a los patriotas seguidores de la trasnochada Progresía Feminista; básicamente porque me caen gordo; son gente falaz, abusiva, quejosa, prejuiciada, parásita, violenta, mentirosa e hipócrita. Si me olvidé de algún adjetivo, son libres de incluirlo en la opción comentarios.

Durante estos tres últimos años, épocas del Gobierno de los socialistas feministas, los ecuatorianos hemos observado una campaña sucia, manipuladora, tramposa y malintencionada, dirigida a presentar ciertas culturas y comportamientos ambiguos y extravagantes como si se trataran de prácticas normales, naturales, y recomendables; así como determinadas conductas sexuales anormales y antinaturales, que si bien son admisibles en el ámbito del derecho individual y privado, de ninguna manera pueden ser presentadas públicamente ante niños, adolescentes, jóvenes y adultos en general.

Con el cuento tramposo y demagógico de la revolución ciudadana, grupos vinculados con Alianza País, algunos de ellos conocidos como “GLBT”, han recibido del Gobierno de Rafael Correa un trato preferencial, lo cual ha terminado traduciéndose en ventajas para unos y desventajas para otros. Como en el caso del concurso de oposición y merecimiento para llenar las vacantes del tiránico Consejo de Control Ciudadano, donde los “GLBT”, reciben puntos gracias a su condición de homosexuales. Una prueba más de la igualdad socialista del Gobierno de Rafael Correa y sus esbirros.

Una de estas campañas malintencionadas es aquella que pretende imputar la violencia, en la sociedad, en la familia, en el trabajo, y en general en todo ambiente humano, exclusivamente a los hombres, con la cantaleta estereotipada del “machismo”.

Cuestiono; cuántas veces, asistiendo a una ventanilla pública, nos hemos encontrado con una vieja pintada como payaso, muy ocupada cacareando por el teléfono, cuchicheando con otra ociosa, puliendo sus garras; jaca sórdida que, ante nuestro llamado de atención, ha prorrumpido en alaridos amenazantes, transformándose en toda una fiera infernal, agrediéndonos con sus griteríos y zarpazos visuales. Cuántas veces esas mujerzuelas de la burda burocracia, nos han arruinado el día, todo el día. Cuántas veces. Cuántas veces. Demasiadas ¿cierto? De hecho, una es demasiado. Y sin embargo, Yo no he visto, una sola propaganda de los progres feministas de este Gobierno en la que censuren la violencia de la que somos objeto, los hombres, por parte de esta clase visceral de mujeres insolentes y abusivas.

Pero, atención, las propias mujeres, aquellas decentes, aquellas que no son estúpidas, ignorantonas, violentas y viciosas, también son víctimas de las huestes maquilladas de feministas y progres de naturaleza incierta. Las propias mujeres también son maltratadas y agredidas por, ésas “activistas”, que se toman su nombre como excusa para tragar, abusar, y manipular casi con impunidad; pues una y otra vez nos recuerdan que “son unas damas” y que “a las mujeres ni con el pétalo de un rosa”.

Hace unos días miraba atónito y hasta algo asustado, declaraciones pasadas, de “la dama”, Betty Amores, cariñosamente conocida como La Mama Lucha del IESS. “¡No me interrumpa carajo!....... ¡qué no me interrumpa le digo carajo!”, vociferaba como todo un marimacho, “la dama”, a la que no se puede tocar ni con el pétalo de una rosa; bueno, menos mal que el betabel que recibía los bramidos, no estaba junto a ella, pues a lo mejor le caía a puñetes y dentelladas, “la dama”. Créanme que me asustó, esa vieja muerde y no suelta. He ahí la típica Progre Feminista.

La campaña publicitaria y propagandística es agresiva y alevosa; todo contra los hombres con la excusa del cliché: Machismo. Yo pregunto, ¿quién generalmente cría a los “maltratadores”?, ¿con quién se casan los “maltratadores”? ¿Quién encubre a los “maltratadores”? ¿Quién alcahuetea a los “maltratadores” muchas veces a sabiendas que son culpables de algo “poco elegante”? Quién; y aquí quisiera hacer recordar que los niños no vienen de París, ni tampoco, resultan de los cariñitos entre la abejita y la florcita. No, nada eso. “Cosa de macho y hembra”, como diría el populacho, y se supone de voluntario acuerdo. Que por ahí, ciertos codiciosos mercachifles de la medicina nos quieran quitar el trabajo con la porquería de fertilización in vitro, esa es otra historia.

Lo cierto es que la violencia en el hogar, y en general en la sociedad se debe a múltiples causas, en donde hombres y mujeres, comparten responsabilidades. Y definitivamente no es una guerra de sexos como ciertos vagos sociólogos y los progres feministas pretenden hacernos creer. Allá afuera y acá adentro, la bronca es entre unos y otros.

El asunto es que las feministas y los progres consideran que son tiempos de chupar codo a codo con sus compañeros y camaradas, de echar guarache hasta que aguante el cuerpo, y si hay oportunidad, de coronar al Ungenio que está en casa cuidando los “guaguas”. Mientras que la participación de la mujer en aquellas funciones vitales para el sostenimiento y consolidación de la familia, son consideradas “tareas esclavizadoras y ofensivas”. ¡Qué tal!

Ni modo, ¡allá entre blancos! Definitivamente, si considerar a la Mujer Honesta y Decente el puntal del hogar, la última línea de defensa de la sociedad y el bastión moral de la Familia, es ser un machista, pues, Yo me denunció como un convencido Machista.

Los engaños del Feminismo socialista.

sábado, 27 de febrero de 2010

Los viles patriotas y sus comadres de la partidocracia.

Una semana atrás había abierto un anexo a este blog, para incluir un grupo de videos, sin comentario alguno, pero, en virtud de lo aburrido que me ha resultado y de cierta decisión tomada últimamente, he determinado dar de baja ese anexo y traspasar los cachivaches a la cueva original, incluido un rápido comentario, que explique la razón de dicho ejercicio.

Así por ejemplo, en el caso del presente video, me pareció interesante presentar la noticia que presentaba a una jorga de asambleístas de Alianza País en desmadre con su ex socio de negocios, el actual Fiscal General de la Nación, personaje insolente de jerga amanerada, que responde al apellido de Pesántez.

Resulta imposible de creer que serviles de Rafael Correa, como Virgilio Hernández y la “gorda horrorosa” María Paula Romo, quienes durante el despelote de Montecristi, época funesta en que se redactó aquel galimatías vergonzoso que Yo lo conozco como la Constitución Correana, pues ciertamente, esa no es la Constitución que los ecuatorianos decentes y sensatos se merecen; digo, estos neo diputadillos, fueron sospechosamente diligentes en delegar o encargar un cargo importantísimo como el de Fiscal General a un tipo como Pesántez; pero, ahora, nos vienen con el cuento de que desconocían los antecedentes profesionales de este sujeto, sobre todo aquel que lo vinculaba con la ex fiscal General Mariana Yépez, mujer cuya fealdad moral solo es superada por su cinismo descarado, ideal de toda feminista. Romo y Hernández y toda la manada correana lo sabían muy bien, y estaban felices con aquello hasta que, por motivos vinculados quizá con “malos” repartos de algún botín las comadres y cachineras terminaron peleándose.

Se dice que Pesántez ganó un concurso de oposición y méritos, la famosa “Meritocracia”, que algunos pelmazos, seudo emprendedores, defienden. Bueno, ahí están las consecuencias. Qué de bueno podíamos esperar si los bichos repugnantes de la partidocracia siguen dominando el sistema.

Los concursos para seleccionar a las personas o profesionales más capacitados para hacer lo bueno y correcto carecen de sentido cuando las reglas del juego las establecen o imparten los pillos para elegirse entre pillos; exactamente lo mismo que está sucediendo en la farsa de concurso para llenar el Consejo Correano de Agresión Ciudadana y Control Social.

Definitivamente, no hay un solo político en ese neo Congreso que defienda la Justicia, la Verdad y la Libertad. Ni uno solo. Ahí está la Lourdes Tibán, pintada la trompa con colorete, con zapatilla de taco alto, como pituca burguesa, usando el teléfono para tontos y gente “vip”, para mostrarse importante ante los demás, para mezclarse con sus iguales en condición; ahí está, defendiendo con piedra y garrote a su compadre Wacho; ahí está la enemiga de los “mestezos jopotas”, emulando las malas prácticas de los testaferros de los gamonales que en el pasado las violaban con impunidad; ahí están lo ponchos dorados engordando, mientras los indígenas en los páramos todavía mueren de tuberculosis, la enfermedad de la pobreza; ahí están echando guarache en el mismísimo plenario del neo Congreso, mientras la indigencia obliga a muchos indígenas a buscar un mendrugo entre la basura y la indolencia de sus propios líderes. Más allá, Andrés “el quico” Páez, heredero del Rrrodri, clamando por la salida del amanerado insolente Pesántez, pero callando, ante la presencia de su compañerito de partido, Ramiro González, Director del IESS en este Gobierno corrupto.

¡Qué cosas, no!

Fiscal General presionó a fiscal que conoció caso de Nathalia Emme; y Lourdes Tibán defiende a su compadre.

jueves, 25 de febrero de 2010

Control Social y monopolización mafiosa.

Es increíble y jocoso como, a veces, más de las recomendadas, pasamos por alto ciertas evidencias que se encuentran directamente ante nosotros. Sin embargo, como si nuestro subconsciente no tolerase más semejante indiferencia, de repente, en ocasiones bruscamente, una idea se presenta en nuestra mente y nos damos cuenta entonces sí de aquel “descubrimiento”. Eso me pasó hace algunos días con cierta expresión que se encontraba incluida en el título de aquella función o ente, creado por la Constitución Correana, me refiero al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, y más específicamente a la expresión: “Control Social”.

Cuando uno revisa la expresión “Control Social”, aisladamente del complemento inicial "Participación Ciudadana", enseguida se viene al pensamiento la idea de control a la sociedad, dominio y regulación sobre los civiles, vigilancia e inspección a los ciudadanos. Al respecto, uno enseguida se pregunta, cómo dejamos pasar esto. Nos estaban diciendo: “los vamos a controlar en sus vidas, en sus decisiones, y lo haremos con su autorización”. Los casi todopoderosos editorialistas, dueños de la Opinión Pública tradicional, poco o nada lograron con sus rabietas anticorreístas para frenar este atropello, quizá porque en el fondo estaban de acuerdo por el beneficio futuro que les traería a sus respectivos patrones. En verdad que causa estupor el hecho que hayamos dejado pasar esta aberración dictatorial. Paradójicamente, ahí están, los protagonistas de este sainete tragicómico peleándose por la repartición de los puestos en la autoritaria institución del “Control Social”, cuando lo lógico y sensato sería luchar por la eliminación de ese ente espurio, esclavizador, totalitario y monopolizador.

Ciertamente había indicios que mostraban un inmoral desenlace, entre otros: el servilismo de las autoridades electorales, incondicionales a Rafael Correa y sus viles aliados; los ridículos requisitos para participar en el concurso; la famosa “meritocracia” y los “valores” de los distinguidos patriotas que serían puntuables, la imposibilidad de que personas decentes pueden participar con un mínimo de posibilidades y garantías. Indicios y pruebas que apuntaban a una futura realidad que finalmente vemos se ha consumado. Pero, otra vez, he de reconocerlo, no me había percatado de las repercusiones y connotaciones de la expresión: “Control Social”. Con razón los admiradores de las dictaduras totalitarias la incluyeron en la Constitución Correana.


Los serviles sátrapas de la Involución Ciudadana dirán que se trata de “empoderar a los ciudadanos”, seguramente vociferen que se trata de “democratizar las instituciones”, graznarán que “se trata que los ciudadanos controlen al Estado”, mascullarán que a través del control social “los ciudadanos gobernarán las instituciones estatales”. Pero las evidencias demuestran todo lo contrario; las pruebas apuntan a un control de la sociedad por parte de las mafias politicastras de turno en el poder; tal como sucede actualmente, pero sacramentada por una ley constitucional sórdida, similar a la condición moral de los patriotas de la partidocracia.


Socialcristianos, gutierristas, democatólicos, nebotcistas, curuchupas, socialdemócratas, noboístas, y demás sectas de la partidocracia opositora, han dejado claro que no están de acuerdo en la repartición del botín; pero, ciertamente coinciden en el asalto en contra de los derechos y libertades de los ciudadanos. Todas las quejas se limitan a un mal reparto del botín.


“Guerra avisada no mata gente”, dice un aforismo popular; ¡mentira!, dicho falaz. Desde la tristemente célebre asamblea de Montecristi, ya se veía venir el proyecto monopolizador, burocrático y antiliberal, y para nada se lo rechazó. Lamentablemente, la gran mayoría de ecuatorianos votó por la demagogia y no por el contenido de la constitución, ahora estamos sufriendo esas consecuencias. Las cosas ya están hechas, y no queda si no esperar la nominación de los futuros: Contralor, Procurador Y Fiscal General; con la certeza que serán los mismos hijos bastardos de la sucia componenda mafiosa que seguramente realizarán de manera efectiva su infame tarea de Control Social. Salvo que el pueblo finalmente diga: ¡Basta!

martes, 23 de febrero de 2010

Mitos, mentiras y verdades.


Desde hace tiempo en un canal de televisión ecuatoriano, se viene transmitiendo un programa que supuestamente se dedica a desenmascarar las mentiras tradicionales que abundan en la sociedad hipócrita y las embusteras supersticiones que esclavizan al populacho; por lo menos así lo presenta la ampulosa publicidad que lo promociona. Cualquiera esperaría que dicho trabajo se base en investigaciones realizadas por los propios “intelectuales” dueños del programa, por lo menos en un buen porcentaje, pero lo cierto, es que los “celosos profesionales” se limitan a copiar las investigaciones y los documentales de otros investigadores, y luego de una mediocre edición que generalmente se limita a borrar el audio original y colocar el sustituto, se lo presenta virtualmente como propio.

Ciencia evidentemente falsa y mitificaciones de otros lares, así como supercherías populares son presentadas “desnudamente”, concurrentes con los comentarios cansinos, de los pintorescos y repetitivos locutores “dueños de la verdad”. Sin embargo, estos caballeros y damas que dicen desentrañar las “verdades más ocultas e insondables”, sospechosamente miran para otro lado cuando de mostrar en su verdadera faceta a ciertos mitos ecuatorianos que debería ser ciertamente destrozados con la maquinaría bélica de la evidencia, la honestidad y objetividad.

Uno no entiende por ejemplo como demagogos de la categoría de un José María Velasco Ibarra, sean aclamados estúpidamente por las masas curuchupas ecuatorianas; tampoco se puede entender como políticos comunes y corrientes, en el ámbito de las componendas politiqueras inmorales, como Jaime Roldós por ejemplo, sean considerados por la gran mayoría de ecuatorianos como referentes del Político Honesto, concepto ciertamente utópico en sociedades como la ecuatoriana. Pero si solo es cuestión de recurrir a los mediocres periódicos y demás revistas medianamente inquisitivas de la época, para constatar que dichos patriotas, no robaban pero dejaban robar a sus alcahuetes y aduladores, algunos; mientras otros con su verbo ampuloso y gargajoso engañaban a la gente y le vendían el cuento de su falsa honestidad, siempre, a precio de oro, que luego se depositaba en las asquerosamente famosas cuentas en el exterior. Solo es cuestión de investigar las publicaciones de la época. Claro que denunciar esas verdades incómodas, no te hacen famoso en una sociedad que convive escandalosamente con sus heroínas y héroes de oropel; ni tampoco te permite llevar una vida de burgués a costa del periodismo “investigativo”. Talvez por esa razón los dueños de los mitos y sus verdades, prefieren hacerse los tontos, cosa que la hacen eficientemente pues no necesitan actuar, y de manera descarada le dan la espalda a las verdades de la realidad nacional, y se van más bien a redescubrir los orígenes de la aparente inmortalidad del cangrejo.

Muchos dicen que el mito “agrandecedor” de las figuras patrióticas de antaño vale muchísimo más que la verdad histórica; dichos patriotas defienden con garras y colmillos aquel sofisma, señalando que tiene mucha “validancia”. Claro que se abstienen de mencionar que si adoptan tales actitudes y conductas, es debido a que gracias a tales patriotas de buche y pico, y dichas mentiras, pueden engordar grasientamente en la más vegetativa de las burguesías. Aunque no hay que descartar que haya por ahí algún zoquete de esos que todavía creen que Abdón Calderón mataba españoles con sus explosivos y tronadores flatos; o que Manuelita Saénz, fue la "Matahari" sin la cual los americanos jamás nos habríamos liberado de la incestuosa Corona Española. Vil patrioterismo dirigido a manipular a la torpe y crédula masa populachera.


Pues bien, los patrioteros de antaño no son los únicos que se benefician de estos mitos y esas falsas leyendas; también, aquellos “prohombres”, especializados en determinadas disciplinas, algunas poco elegantes, por no decir delincuenciales, y que llegaron a desarrollar un enorme poder económico y reputación social, han sido elevados a la categoría de “caballeros intachables”: ahí tenemos por ejemplo el mito de Luis Noboa Naranjo, un don nadie que a costa de arribismo, astucia, oportunismo, codicia, ambición, manipulación, etc., llegó a construir un imperio económico; el ideal de todo empresario corrupto. Y qué decir de don “Ossie” Guayasamín, motivo principal de este post; un tipo que gustaba de maltratar a su esposa, pues fiel a sus orígenes, el ancestro de los progres y feministas del siglo XXI, desarrollaba con sadismo el imperativo folklórico: “¡más que mate tan, mujer es!

Muestra del oscurantismo en que se vive en este País es el caso de Oswaldo Guayasamín. Cuestiono, ¿cómo es posible que un tipo que decía denunciar y protestar contra la violencia brutal contra el indefenso; en la casa, con su mujer, luego de pintar sus descarnados cuadros, se especializaba en la patriota tarea de masacrar a su esposa? Como que se configura innegablemente la figura de la hipocresía, ora en el arte de este individuo, ora en él mismo, ora en ambos. Quizá el “maestro” necesitaba captar de primera mano las brutalidades y horrores de las golpizas. Quizá el genio buscaba identificarse con el sadismo cobarde y criminal para luego reflejarlo en sus “magnas” obras. O quizá solo era un bruto salvaje saturado de prejuicios y amarguras, incapaz de superar sus traumas, y que descargaba su furia alcoholizada contra aquello que dependía de él, y se encontraba inerme frente a su barbarie.

A pesar de todo aquello, nadie, ningún medio, de esos que se jactan de ser “libres e independientes”, jocosamente, dominados por conservadores o socialistas, aspecto muy descriptivo, se atreve a desmitificar a este hombre común y corriente que salió de la pobreza gracias a su relativo talento con la brocha y la estulta vanidad de los engreídos ricachones, pues que hombre honesto al que le cuesta el dinero, podría darse el lujo de pagar miles y cintos de miles de dólares por un cuadro que dramatiza una realidad que la vemos a diario en esta hoguera de pasiones insensibles, inmundas y sicalípticas que llamamos vida social.

Todos los días nos topamos con estos mercachifles que adoran y adulan sus “mitos y verdades”; circo barato, show indigente para pasar el tiempo censurando las banalidades y vulgaridades inanes de este puto mundo, en tanto las grandes mentiras y las descomunales falacias se dejan hacer y se dejan pasar, ora por curuchupas chapetones, ora por la progresía feminista, siempre anhelantes que sus verdades y sus status mafiosos perduren en el tiempo.

Lisa Simpson y el mito patriotero de Jebediah Springfield.

jueves, 18 de febrero de 2010

Televisión Cable para el Pueblo.

Conspiración para embrutecer al Pueblo; así se titulaba el comentario que escribí hace más o menos tres años; palabras publicadas en un foro que hace tiempo dejó de existir. La esencia del mismo convergía en la pésima calidad de la televisión ecuatoriana, y sobre cómo los contenidos en general afectaban nocivamente la salud mental, moral e intelectual de la gran mayoría de ecuatorianos, sobre todo de niños y adolescentes, pues en el caso de los adultos fieles a los culebrones banales y los programas rosados, el asunto era un caso perdido.

En consideración a la realidad nauseabunda de la televisión ecuatoriana y a ciertos hechos que se han venido desarrollando durante estos casi incomprensibles tiempos, sobre todo el referente a la incautación de los medios de los banqueros Isaías por parte de Rafael Correa, decidí retomar aquel tema, incluyendo algunos aspectos que ya mencioné en aquel entonces pero que tristemente continúan siendo vigentes gracias a la irresponsabilidad, codicia y torpe vanidad de los propietarios de aquellos medios de comunicación; añadiendo uno en particular que me parece fundamental y que sistemáticamente lo iré desarrollando en los siguientes párrafos.

Daría la impresión que existiría una oscura conspiración para embrutecer al Pueblo, esa parecería ser la intención de los canales de televisión de señal abierta, de acceso general y nacional; así como también del gobierno de Rafael Correa. Lo digo por la asombrosa y escandalosa cantidad de basura televisiva y propaganda oficialista maquiavélica, que saturan la programación de los medios vinculados con la caja electrónica, o como la califican algunos: el cajón de entretenimiento para tontos.

Sorprende por ejemplo la forma alevosa en que los diferentes canales incluyen en sus programaciones horas tras horas de groseros culebrones y telenovelas, ora mexicanas, ora argentinas, ora colombianas, ora venezolanas, y hasta españolas o incluso coreanas; todas plagadas, ¡todas!, de: prejuicios estúpidos, estereotipos sociales frívolos, modelos enfermizos, mensajes subliminales y recomendaciones maliciosas. Babosadas que se reproducen una y otra vez en horarios familiares y estelares, como si hubiera un plan manifiesto, como si existiera la intención expresa de imponer, a todos, socialistamente, todo ese aluvión impresionante de inmundicia aturdidora, engañosa y adictiva. La vanidad más estulta y simplona llevada a paradigma social.

Recuerdo que en mi época de escolar, luego de salir del centro de torturas, llegaba a la casa y encendía la televisión, ahí estaban: Popeye, Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, Bugs Bunny, Porky y el gallo Claudio, o Herman Monster y el abuelo. Pero, ahora, los niños llegan de la escuela, encienden la televisión y se topan con los “interesantísimos” programas rosados, en los que una jorga de andróginos de sexo indefinido se confunden con señoritas cuya inteligencia es directamente proporcional a la cantidad de ropa que usan. Ante tanta carne cruda, uno entiende fácilmente por que, ahora, los niños quieren jugar al ginecólogo y la enfermera, o a la pareja “progre”.

Aclaro, no digo que se deba sacar del aire aquella basura televisiva, si hay gente que gusta de ese tipo de contenidos, pues que los disfruten, pero, se deberían transmitir en horario de las 10 de la noche en adelante.

Qué decir de la calidad de los noticieros. Todos típicamente ecuatorianos; con el ruco caduco con complejo de hombre honesto, y que lleva años y años en el “periodismo investigativo”, sin pena ni gloria; o con el arlequín insolente, maquillado y bravucón, que se cree el dueño de la verdad y se da el lujo de imponer sus agendas, previamente fijadas por sus reales patrones. Por ahí las tentadoras locutoras “cheerleaders”, cuyos méritos pasan por su exuberancia física y su capacidad para “trabajar horas extras con su respectivo jefe”. Noticieros mediocres que rara vez se acuerdan del compromiso ineludible que el buen periodismo tiene con la Verdad y la Imparcialidad. Inexorables con el pobre diablo que cometió alguna vileza o un error; pero alcahuetes y encubridores con los caudillos de la corrupción elitista. Programas informativos que terminan constituyéndose en shows e instrumentos falaces, que se limitan a contar las verdades a medias, las mentiras completas y las versiones corrompidas de los amos de turno en el poder; ni que hablar de los periodistas “independientes, libres y honestos”, personajes que generalmente se limitan a seguir el guión impuesto por el mecenas que firma los cheques.

Tampoco podemos olvidar, lo aburrido o molesto que resulta soportar la constante publicidad mentirosa, demagógica y patriotera de los hijos predilectos de Rafael Correa, sacrificados nacionalistas, ocupados en su inmoral saqueo de los fondos públicos.

Incluso las transmisiones de fútbol, famosas a nivel mundial por las típicamente pintorescas narraciones de los disque periodistas y comentaristas deportivos, terminan volviéndose en extremo desagradables debido a las locuciones parciales, regionalistas, vulgares y mentirosas de ciertos personajes bruscos, sesgados y alborotadores que se han adueñado del periodismo deportivo nacional, seguramente gracias al servilismo practicado con los dueños de los respectivos canales.

Lo cierto es que los programas que transmiten los canales de señal nacional son de calidad paupérrima, y apenas unos cuantos, en alguno que otro canal, realmente valen la pena ser vistos.


Pues bien, resulta que hace algún tiempo, Rafael Correa y sus socios de Alianza País, iniciaron por motivos que solo él y su jorga conocen, un proceso de incautación del hueso patrimonial que los hermanos Isaías dejaron en el Ecuador, buscando recuperar algo del dinero robado, luego de los latrocinios financieros que prácticamente quebraron al País durante el gobierno de Jamil Mahuad, a finales del siglo pasado. Entre las empresas incautadas estaban algunos medios de comunicación escritos y televisivos, entre ellos un canal de cable. Es decir que, literalmente los ecuatorianos de la noche a la mañana, por las acciones de Correa nos convertimos en dueños de Tv Cable.

Como ya mencioné en el inicio de este comentario, hace tres años, antes de la incautación, en un foro de un medio radial de este País, señalaba lo importante que sería para la sociedad ecuatoriana y fundamentalmente para los niños, adolescentes, jóvenes y adultos en general, la posibilidad de acceder a canales internacionales solo disponibles a través del sistema de televisión pagada o Cable; no como un regalo o favor del Estado a los ciudadanos, sino como el derecho de los ecuatorianos a acceder a televisión de buena calidad. Pero adicionalmente, dadas las condiciones de los patriotas inmorales de Alianza País, llegaba a la conclusión que Correa, difícilmente optaría por esa alternativa, pues, como reputado hijo de la ramera partidocracia no le interesaba que el Pueblo pudiera cultivarse con información diferente a la basura que generalmente recibe de los canales nacionales, incluido el primer canal público….. correano.

Como pueden notar, actualmente, a pesar que los ecuatorianos, somos dueños de un canal de cable, porque somos dueños de TV Cable, ni por esa realidad, tenemos la posibilidad de beneficiarnos de ese derecho, es decir, del derecho de acceder a televisión de calidad. Se dirá quizá que es un medio que existe por las ventas de sus productos. Pero, me pregunto, ¿acaso los ecuatorianos no pagamos impuestos?, ¿acaso los ingresos públicos que llenan las arcas estatales no salen de los bolsillos de los ecuatorianos, sobre todo de los pobres?, ¿los recursos naturales, explotados brutalmente, y que en enorme porcentaje se despilfarran o terminan en las cuentas privadas de los patriotas y en los sacos de sus socios comerciales, no son de todos los ecuatorianos?, ¿acaso el pueblo no merece, por lo menos tener la ligera satisfacción de sentarse detrás de su humilde televisor y mirar televisión de calidad?, ¿es demasiado pedir?

Seguramente los canales de señal abierta no estarían de acuerdo con la posibilidad de competir con medios internacionales. Posiblemente hablarían de una competencia desleal e injusta. Los politicastros de la partidocracia los acolitarían, señalando que eso significaría el fin de la televisión nacional. Las ratas patrioteras argüirían que se está violando la soberanía; bueno, razones estúpidas y malintencionadas abundarían. Pero lo cierto es que la posibilidad que varios canales culturales, infantiles, deportivos y de noticias, sean incluidos en la opción televisiva general, poco afectaría los negocios televisivos nacionales. Lamentablemente todo aquel mercado de basura televisiva seguirá contando con sus manadas y manadas de fieles seguidores, deseosos por conocer si el marido de la patrona se tiró a la empleada, o si el hijastro de la tía política de la abuela de la comadre del presidente de la compañía resulto siempre gay. Siempre habrá mareas y mareas de consumidores ansiosos por conocer el color de los calzoncillos de Brad Pitt, o quién funge actualmente de carne de cañón de la “honestísima” Madonna. Condición humana, simple y común condición humana.

Pero, seguro estoy que más de un niño o niña, adolescentes y jóvenes, adultos, ancianos, hombres y mujeres, ecuatorianos inteligentes, agradecerían la posibilidad de encender su televisión y encontrarse con algo nuevo, muy diferente a lo aburrido, alienante y grosero que diariamente tienen que sufrir en aquella caja electrónica rectangular.

Aquel grupo excepcional de gente sanamente diferente, justifica la posibilidad de incluir en las opciones de consumo a canales cuya programación se traduce en educación, buen ejemplo, conocimiento, esperanza y saludable entretenimiento.

martes, 16 de febrero de 2010

Carnaval, partidocracia, los “pelucas” y el gobierno del domingo.

Quito, sur de la ciudad, avenida Mariscal Sucre, sector adjunto al barrio Solanda; un día muy similar a este, no solamente por el ligero frío y el cielo parcialmente nublado que viste a la capital de Imbabura, sino, por tratarse del último día del feriado de carnaval; solo que diez o doce años atrás. Luego de despedirme, había estado en la casa de mi hermano, dirigí curso con rumbo a mi natal Ibarra. Sin mayor apuro, empecé a caminar hacia una de las paradas de bus ubicadas en aquella zona. El sector se veía particularmente desierto, a pesar de tratarse de más o menos las diez de la mañana.

Luego de transcurrir cinco o seis minutos llegué a una visera, de esas que sirven de parada, señalamiento y resguardo, en la espera de algún vehículo público que me transporte hacia el norte de Quito. Pasaron cinco minutos y nada, luego diez y nada que bus o colectivo, ni siquiera un mendigo taxi. Aburrido me perdí en la nada, cuando de repente mi mirada se fijó en una persona que se encontraba al otro lado de la avenida. Se trataba de una joven mujer, con rasgos que me atrevería a calificar propios de una quiteña popular. Parecía, al igual que Yo, estar esperando un transporte que la condujera, en su caso, más al sur de la ciudad.


Al girar mi rostro azarosamente a la derecha noté que a no menos de diez metros de la mujer, se movilizaban con rumbo a ella, una caterva de cuatro sujetos de características escandalosas y rostros indígenas. Sonriendo cretinamente el cuarteto cruzó por detrás de la mujer, que prefirió ignorar su presencia alborotadora.


Parecía que el asunto terminaría siendo un hecho apático, sin ninguna trascendencia, cuando de repente, uno de los energúmenos, se dio vuelta y armado de un globo inflado con agua, se acercó a la mujer y le descargó en el rostro un golpe brutal con aquel objeto. La mujer sacada de su tranquilidad por el golpe bestial, apenas pudo emitir un susurro de dolor y espanto, pues la frialdad del agua bañándole indolentemente el rostro y empapando su cuerpo, de alguna manera la abstrajo de la cobarde agresión.


Mientras la pobre mujer inclinaba su rostro hacia adelante intentado evitar que el resto del agua chorrease a su torso, el grupo de canallas malvivientes se alejaban risoteando imbécilmente, satisfechos de su salvajismo.

Desde mi posición no podía creer la agresión de la que había sido testigo; la sorpresa y rechazo cobró notas de indignación cuando pude constatar que la boca de la pobre chica se pintaba de un líquido rojizo que parecía desfilar justamente en el lugar más frágil donde la violencia del objeto había golpeado con más dureza.


Mientras la pobre mujer seguramente se preguntaba espantada y adolorida, “¡por qué?”, un bus apareció de no sé donde; sin mediar espera, subí al vehículo y mientras me alejaba ya sentado, la imagen brutal se repetía en mi mente, al tiempo que contrariado, cuestionaba al mundo y a sus hijos, ¡por qué tanta estupidez y violencia!


La anécdota es apenas una de las múltiples muestras de violencia que se repiten año tras año durante estas épocas de las llamadas fiestas de Carnaval, días entre los cuales la sociedad mundana además de agredirse festeja el hipócrita y comercial día del amor y la amistad. Ejemplos aberrantes, realidades expresivas, que demuestran el irrespeto, el folklore ignorante y la cultura aleve que predominan en algunos segmentos de la sociedad ecuatoriana.


Es, por esas razones que, en estas épocas de torpeza e involución, prefiero quedarme en casa; y hoy, no ha sido la excepción. En tales circunstancias, buscando algo que ver en la caja para tontos, me encontré en el canal de la Universidad Técnica del Norte (aunque tácitamente esos recursos estatales son propiedad de un miserable politiquero seudo comunista, que los usa a gusto y antojo), con un documental sobre la historia de los clanes japoneses, donde samuráis, señores feudales y emperadores se entremezclaban en luchas fratricidas y conceptos de honor y heroísmo capciosos y desnaturalizados. Un documental bastante interesante, que ya lo ha había visto en varias oportunidades en el mismo canal, lo que me lleva a presumir que los archivos de la videoteca de aquella “universidad” no han sido actualizados últimamente.

Mientras el Emperador, digamos que Sangoku, luchaba encarnizadamente por consolidar el clan Tokugahua contra, digamos que el señor feudal Akira Pikoro, decidí usar el control remoto y de sopetón fui a caer en el guacharnaco canal Uno.

En aquellos momentos se desarrollaba un programa de disque opinión que respondía al nombre de: El Gobierno del Domingo. Solamente el título demagógico y patriotero empezó a dibujarme una idea más o menos acertada de cómo se movían las damas y peones en aquel juego sucio de: “quién es el dueño de la verdad o cuál es nuestro tiranuelo favorito”. Una nueva prueba contundente se mostró al constatar los nombres de los patriotas panelistas: Como moderador se presentaba un individuo de apellido Monge, presidente de la Cámara de Acuacultura, es decir, un anticorreísta; panelista 1, una vieja guasona, que respondía a los nombres de Carol Murillo, creo, escribidora del diario correano “El Telégrafo”, una descarada correísta; panelista 2, el viejo rabo verde Carlos Vera, ex correista, ex gacetillero de honorarios dorados, y actual politicastro nebotciano, por lo mismo anticorreísta; panelista 3, un flaquito rebuscado y sabelotodo, de apellido Flores, me parece, también escribidor en “El Telégrafo”, consecuentemente correísta; y finalmente, panelista 4, un remedo de Tres Patines, con el perdón de Leopoldo Fernández por la comparación; asambleísta sumiso de Alvaro Noboa, un energúmeno que suele hacer gala de un sentido del humor grotesco y remilgado muy similar a su detestable servilismo, un tipejo de apellido Baquerizo, anticorreísta. Esos, los febriles panelistas. Los típicos representantes de la sucia partidocracia y las “élites pelucas”. Pero, ¿y el panelista representante de la gente decente e inteligente de este País?


A pesar del “aprecio y consideración” que siento por este tipo de famosos y famosas, me abstuve por unos momentos de volver a los interesantes enfrentamientos y solemnidades de los samuráis de antaño y decidí constatar por unos instantes, hasta donde podía llegar el servilismo y la desvergüenza de semejantes patriotas sumisos y obedientes a sus respectivos señores feudales ora conservadores, ora socialistas. Después de todo siempre se puede reír no tanto con las frivolidades de los pésimos histriones, aunque siempre sí de los burdos payasos.

Para no entrar en detalles, pues no valen la pena, digamos que, en resumen, se trató de un capítulo más de ese culebrón vulgar y repulsivo llamado “Correístas versus Anticorreístas”; de manera que carece de sentido e importancia lo que uno y otro, serviles, masculló o vociferó en su momento. Pero, sí es interesante y expresivo notar como ese sainete cabaretero impuesto por los dueños de la Opinión Pública tradicional, llámense partidocracia, “élites pelucas”, medios “libres e independientes”, bancocracia, etc., etc., etc., se consolida y sacramenta día a día.

Cuando lo lógico y moral sería que los ciudadanos decentes e inteligentes, sean los que se enfrenten a la partidocracia y sus amantes; es decir, para usar una figura de dualismo; un enfrentamiento entre los buenos y los malos; una discusión civilizada entre personas honradas y los patriotas de la partidocracia; un debate entre quienes no son ni quieren ser parte de las mafias de politicastros, y precisamente los politiqueros ora socialistas, ora neoconservadores; pues, resulta que no se puede porque los dueños de la verdad y los medios, privados o públicos, imponen sus agendas tendenciosas, y deciden que se hace o no se hace; qué se discute o no; o mejor como dicen los neoconservadores del mercantilismo “dejan hacer y dejan pasar”…. a los hijos de la partidocracia y sus adúlteros amantes; en tanto, les niegan sus derechos a expresarse con libertad y garantías a los ecuatorianos que rechazan este juego siniestro, repugnante e inmoral que algunos llaman “Política”.


Nadie de los líderes tradicionales se queja por este atropello, es lógico y natural son beneficiarios de este estado de cosas inmoral. Nadie convoca a marchas. Nadie protesta en contra de los primos conservadores y su campaña amoral dirigida a hacerse pasar por liberales, a pesar del ridículo que hacen, pues, la cruz de tortura los desenmascara; y que decir de los socialistas con sus formas aberrantes de “democracia”, y su apetito guloso por la propiedad ajena; ambos bandos, deliberadamente, felices en el monopolio del sistema político, al que han degenerado; ambas mafias, propietarias exclusivas de las formas tradicionales de hacer Opinión Pública.


Nadie reclama, salvo alguno que otro irreverente, impopular e inculto ciudadano, que entiende al Liberalismo como una doctrina filosófica sustentada en Naturaleza y Moral; y no como esos, que solo lo ven como una excusa para engordar y mercadear dejando hacer y dejando pasar solamente aquello que conviene a sus conservadores y religiosos intereses.

viernes, 12 de febrero de 2010

La Comisión de "la Verdad".

Se cuenta que Juan Domingo Perón, uno de los más grandes demagogos latinoamericanos solía decir: “Si quieres enterrar un asunto nombra una Comisión Investigadora.” Es decir, nombra un grupo de secuaces, incondicionales a tus intereses, que con el cuento de descubrir la verdad, ofrecezcan al público una visión de los hechos sesgada y embustera; un grupo de amigos que presentarán un informe que enseñará mañosamente “tu verdad”; aquella que más convenga a los espurios intereses del caudillo inmoral que creo dicha comisión.

Sea que se trate de esconder o enterrar un acto de corrupción o sevicia, o se intente presentar una realidad de los hechos torcida, trastornada, y fraudulenta, algo así como medias mentiras o medias verdades, en donde los torturadores y asesinos de un bando, son presentados en su verdadera dimensión y de vez en vez con ciertas cápsulas de exageración; mientras que los secuestradores y demás criminales que les resultan simpáticos (a los miembros de la comisión y sus amos) son presentados como héroes errados, víctimas inocentes e idealistas revolucionarios; sea como fuere, la sentencia del “gorila” argentino del siglo pasado es muy explícita en cuanto a nominar una estratagema política sucia e inmoral que los estadistas del crimen organizado suelen usar periódicamente para librarse de sus propias responsabilidades, cargarlas a otros, o explotar políticamente a su favor, los crímenes del terrorismo de Estado de gobiernos anteriores.

La máxima del Perón, consciente o inconscientemente, ha sido usada de manera recurrente por el actual gobierno ecuatoriano. Ya no recuerdo cuantas “comisiones de la verdad” han sido nombradas por Rafael Correa. Por ahí, una para investigar los manejos de la Deuda Externa, enterrando las pillerías de los ex jefes espirituales del tiranuelo y denunciando torpe, demagógica y extrovertidamente las estafas y robos de sus, supuestamente, “enemigos políticos”.


Por allá otra, aquella que encubrió la relación criminal entre funcionarios de alto rango del Gobierno de Rafael Correa y un grupo narcoterrorista, y la vinculación de éstos, en el escandaloso caso del ataque militar en Angostura, en el que tropas colombianas invadiendo territorio ecuatoriano, bombardearon un campamento del grupo terrorista FARC y posteriormente ejecutaron a tanto cuanto guerrillero encontraron, incluido un ecuatoriano aparentemente colaborador de aquel grupo facineroso; hechos que, además de demostrar la vulnerabilidad del País ante invasiones de fuerzas violentas extrañas, la corrupción del actual gobierno, entre otros, le significó al Ecuador ganarse una imagen internacional bastante bochornosa. Sin embargo, gracias a la capacidad para manipular mentiras y la impudicia de los patriotas de aquella “comisión de la verdad” nombrada irónicamente por uno de los principales imputados, el escándalo prácticamente ha quedado enterrado.

Sin duda, una herramienta falaz, ésa, de nombrar tantas cuantas comisiones de la mentira, tantas cuantas veces sea necesario esconder un acto de corrupción o manipular la verdad, y disfrazar la falsedad a favor del caudillo. Serviles, alcahuetes, patriotas dóciles al caudillo, siempre abundarán.

La lucha política entre los primos de la partidocracia siempre está vigente: la codicia, la ambición, el enriquecimiento ilícito, la impunidad, la torpe vanidad son tentaciones irresistibles para los hijos del latrocinio y el crimen. Por lo mismo, ante la confrontación pública que existe entre socialcristianos y correístas, por mantener el control de Guayaquil, en el caso de los neoconservadores, y por apoderarse, en el caso de los gulosos socialistas, no era de sorprender que Rafael Correa se inventara una nueva “comisión de la verdad”, constituida, como es lógico, por serviles a sus intereses. Pero, cuál sería el asunto que investigaría esa comisión de notables………alcahuetes; pues, aquel relacionado con la “guerra sucia” desarrollada en la Presidencia de León Febres Cordero (1984-1988); sucesos funestos que tuvieron entre sus principales actores al actual alcaide de Guayaquil Jaime Nebot, que para aquellas épocas del siglo pasado desempeñaba el cargo de gobernador guayaquileño, durante, lo que los cucuruchos de la época se dieron en denominar: “el Gobierno de la Reconstrucción Nacional”.

Si bien es cierto que criticar el concepto per se de “Comisión Investigadora”, sería un error, pues, la posibilidad de encargar a un grupo de personas honorables e imparciales la investigación de un hecho enmarañado y polémico es una posibilidad muy válida; siempre y cuando aquellas personas sean diametralmente diferentes a esos patriotas cuyos testaferros y lameculos suelen promocionar a grandes voces, “quien se puede atrever a dudar de la honestidad de fulanito corrupto y zutanito inmoral”. Pero, el problema es que, a los politicastros corrompidos no les interesa La Verdad, sino, “su verdad”. Por lo mismo, se abstienen de nombrar a personas honorables e imparciales, y optan por “zutanito inmoral y fulanito corrompido”, pues, “quién se puede atreve a dudar de la honradez de semejantes patriotas”. Bueno, algunos ecuatorianos, no dudamos, sino que, estamos convencidos que son unos inmorales y corrompidos.

Pues bien, aquella nominación tramposa y malintencionada ha sucedido en la designación de los miembros de la “Comisión de la Verdad Correana” que investigará los crímenes que se desarrollaron en las dos últimas décadas del siglo anterior; aunque es evidente la dedicatoria al Gobierno de León Febres Cordero, los socialcristianos, y por cuestiones de coyuntura politiquera, muy especialmente a Jaime Nebot.

Francamente me habría causado grata sorpresa, constatar que un asunto que merece ser esclarecido, hubiese sido investigado por personas preclaras, inteligentes y objetivas; hombres y mujeres valientes cuyo único compromiso sea con la verdad y la justicia. Pero, definitivamente no es así. Algunos dirán y con razón: “pero, ¿dónde están esos hombres y mujeres?” En los antros de la partidocracia y sus alrededores nauseabundos definitivamente ¡No!

La presencia de una mujer como Elsie Monge, es una muestra evidente. Una persona que ha estado vinculada con las asociaciones y negocios socialistas o seudo comunistas dirigidos a proteger a sus brazos armados, a sus grupos de choque, en su enfrentamiento fratricida con los grupos violentos del conservadorismo. Persona que hace gala de un humanismo siniestro cuando se desgañita en favor de los derechos de los delincuentes contumaces, mientras ignora la violencia que sufren las víctimas inocentes; actividades inmorales encubiertas con el disfraz de activismo a favor de los Derechos Humanos. Una persona de ese calibre, nada tiene que hacer en una Verdadera Comisión Investigadora.

Qué imparcialidad pueden tener burócratas apáticos que aburridamente instalados pasan los días detrás de un escritorio adornado con la efigie de un veterano calvo, simbolizando a Eloy Alfaro, adjunto a un sticker del partido comunista, mientras a sus espaldas la foto de Ernesto “che” Guevara con su boina marcial, en una pose que más parece vigilar cabreado las huestes de serviles que no se cansan de adular su mito; leyendas e íconos que tan eficientemente han sido comercializados por los defensores de las formas de “democracia” tiránica.

Una imagen surge en mi mente, cómo reaccionarían los serviles de la hoz mocha y el martillo oxidado, si aquel mismo evento, el de Febres Cordero y su terrorismo de Estado, fuese investigado por curuchupas católicos que tuvieran en su escritorio la efigie de García Moreno, más allá en sitial de “honores” la bandera del Opus Dei; por acá, una replica en miniatura de la Virgen del Cisne, y en altar autoritario: el cuadro inmenso y pintoresco del Papa Juan Pablo II. ¿Cómo reaccionarían los seguidores serviles de Rafael Correa? Se quedarían callados o enseguida prorrumpirían en gritos y lamentos, unos más ofensivos y pornográficos que otros.

Dudo mucho, que se queden callados; imposible creer que la “Mama Lucha” del IESS guarde silencio. Difícil imaginar, callado, al extrovertido locutor Paco Velasco, aquel que, con su lengua incendiaria e instigadora, fue factor clave para destronar al tiranuelo Lucio Gutiérrez, pero que hoy, adula y gime ante la presencia del dictadorzuelo Correa. Gritarían y gruñirían, sin duda. Aunque, satisfechos y felices estarán con la parcial y espuria integración de la actual “Comisión de la Verdad Correana”, completamente convencidos que su verdad se verá ratificada en los informes de aquel grupo de fraternos amigos de Rafael Correa.

sábado, 6 de febrero de 2010

"¡Nos inundamos de mierda!"

Francamente no encontré otro título que definiera más cabalmente la situación del infeliz personaje que es mencionado en uno de los párrafos finales de este post. Sin duda, aquella frase fácilmente podría reflejar la redundancia y el estado nauseabundo de las manifestaciones humanas de los patriotas, politicastros, caudillos, capataces y criminales adueñados del Ecuador, y en general, del mundo. Pero no, en este caso, el titular nada tiene que ver con los patrioteros exitosos y sus mareas de corrupción. Nada de metáforas. El asunto es puramente literal y se desarrolla de la manera que procedo a relatar:

Resulta que hace algo más de quince años, mientras cursaba el segundo año, o quizá tercero, en una de las facultades de la Universidad Central del Ecuador en esas épocas, de propiedad virtual de los “chinos” del MPD, mas hoy en manos de los “chinos” de Rafael Correa, deambulaba por aquí y por allá aburrido y decepcionado de las limitaciones, debilidades, torpezas y vilezas que predominaban en la Facultad que por esas cosas de la vida había escogido para continuar con el proceso de programación mental y domesticación, que terminaría con la obtención del tan anhelado “cartón” profesional que uno imaginaba, si eras inteligente, honesto aunque incauto, te abriría las puertas a un sinnúmero de oportunidades unas mejores que otras. Sí, lo reconozco, que ingenuo era en aquel tiempo, por aquello incluí el término: incauto. Pero no todos eran incautos, otros eran, digamos que “muy vivos y extrovertidos”. Es así que en virtud de aquel adagio que dice, “el papel aguanta todo”, la graduación en la mayoría de los casos significaba, si has renunciado a “Satán”, que has pasado a formar parte de las manadas y manadas de imbéciles y rastreros titulados, de esos que andan sacando pecho con un titulo universitario generalmente obtenido gracias a la copia contumaz, el tráfico de influencias, o el reputado y nunca bien ponderado ofrecimiento de favores sexuales.

Pues sí, en las propiedades estatales, como ya mencioné, en ese entonces del MPD y el Partido Socialista, y hoy del “mudo” que sabemos, vagabundeaba en aquellas horas del mediodía, ora por las laderas de la Facultad de Economía, ora esquivando los vehículos de la avenida América, ora intentando conseguir una sonrisa en el rostro de alguna mozuela mojigata, sin mayor éxito por cierto, lo que me llevaba a concluir, eso sí hipotéticamente, que daría la impresión que cierta variedad de mujeres intuyen que algunos no bailamos, ni adulamos, ni perdemos el tiempo en banalidades, y si bien somos generosos en cuanto a amarlas físicamente, casi siempre estamos quebrados económicamente; particularidades que definitivamente ahuyentan a la mayoría de las hembras humanas de aquellos casi extintos especímenes masculinos. Cabe mencionar que aquella hipótesis la confirmé no mucho tiempo después a través del método científico, por supuesto.

Pero qué carajos hacía de un lado a otro, vagando sin rumbo fijo, aunque jamás alejándome del perímetro que dominaba el edificio principal de la Universidad, aquel que contiene el Rectorado, las oficinas principales de la burocracia general, el Almacén Universitario, la Biblioteca y el Teatro Universitario. Pues, la respuesta estaba en este último.

Días atrás, creo, había estado ojeando las páginas de un diario. La publicidad impresa en el diario presentaba una caricatura en la que una puerca incorporada en sus patas traseras, presidía una mesa en la que se había dispuesto lo que parecía un opíparo banquete y en cuyo perímetro se encontraban dispuestos alternativamente algunos comensales de la misma especie que la honorífica cochina. “Una obra maestra del humor negro”, decía una leyenda más abajo, y enseguida la lista de los principales actores, entre estos resaltaban los protagonistas: “Michel Piccoli, Ugo Tognazzi, Philippe Noiret y Marcello Mastroianni”. Subsiguientemente, en letras sobresalientes aparecía el nombre de la película: “La Gran Comilona” (La Grande Bouffe). Más allá en líneas pequeñas un anuncio que más parecía una inocente amenaza: “últimos días. Cine Universitario”.

Aquella información promocional me generó curiosidad de modo que, al día siguiente, creo, luego de salir de clases, empecé a hacer tiempo hasta que dieran las 13:30, creo, tiempo en que se abrían las puertas de aquel cine.

Cuando entré al espacio rectangular repleto de butacas que en forma de filas y columnas se extendían a lo largo y ancho de la superficie, alternadas por pequeños corredores que permitían el flujo de los asistentes a la función, las luces ya se habían apagado. Al frente apenas se podía percibir la figura de una enorme y, mis recuerdos me hacen imaginar, verduzca pantalla. Esperé una docena de segundos hasta que mis ojos se acostumbrasen a la oscuridad y entonces empecé a descender por el corredor central, sobre aquel piso ligeramente inclinado hacia adelante. Pequeños foquitos de un color rojizo adosados a las bases de las butacas laterales, imitando a faros costeros, impedían que el incauto mortal chocara con aquellas riberas, aunque tampoco servían de mayor ayuda en la búsqueda de un lugar adecuado desde donde disfrutar con satisfacción del talento y creatividad que unos cuantos, ciertamente pensadores libertinos, ponían a consideración de las masas y público inteligente.


Trastabillando por allá y por acá finalmente me ubiqué en un lugar desde donde, consideré, podría auscultar con tranquilidad del espectáculo que, sorpresivamente, dio inicio un par de minutos después.


Sería injusto con usted amigo lector, si acaso no la ha visto, describir la película, incluso la breve sinopsis estaría de más. Mejor verla de golpe y sopetón. Soy sincero cuando digo que es una de las mejores comedias que he visto hasta ahora, más, si incluso hoy, cada vez que la veo no puedo evitar destornillarme de la risa ante ciertas escenas que ciertamente son una obra maestra de la comedia para adultos. Más bien se la recomiendo, si no la ha visto, y desde luego, si tiene criterio amplio. Dicen que “en gustos se rompen géneros”, puede ser; y seguro estoy que los hipócritas y mojigatos la considerarán de mal gusto y la censurarán avergonzados de su propia condición humana. Pero, a quién le importa el barrullo pudibundo de la chusma, ¿cierto?


Sin embargo como fiel muestra, voy a incluir un video que contiene una de las mejores escenas de la película, y que motivó el título del post. Luego de mirar el video seguro coincidirán literalmente con el título en mención, considerando el jocoso y bizarro accidente escatológico del personaje interpretado por Marcello Mastroianni.

Marcello Mastroianni y la escena de la explosión de la cloaca, desde la Película "La Gran Comilona".

jueves, 4 de febrero de 2010

Contradicción correana.

Mucho se ha dicho acerca del enfrentamiento entre el “mudo” Correa y el siniestro alcaide de Guayaquil, y sin duda mucho más se dirá, porque la bronca por apodarse en el caso del uno y consolidarse en el caso del otro, de la Perla del Pacífico, se mantendrá por mucho tiempo más, hasta que alguno de los dos venza definitivamente, o ambos se pongan de acuerdo en, digamos, un reparto equitativo de la Capital comercial del País.

En mi opinión, Correa y Nebot, salvo algunas diferencias de forma, representan prácticamente lo mismo. No es la primera vez que lo digo, aunque nebotcistas y correanos, como es lógico, no estén de acuerdo. Sin embargo, hasta en el incondicionalismo y violencia de sus seguidores, ambos caudillos de la partidocracia comparten identidades.

Una faceta de este enfrentamiento es la relacionada con la repartición de los dineros públicos que por ley les corresponden a los municipios y prefecturas. Campañas y campañas publicitarias de ambos bandos, señalan que unos tienen la razón y los otros están equivocados, o peor todavía, que actúan malintencionadamente.


Es así que, mientras Nebot señala que al municipio guayaquileño le corresponde una suma que bordea los 195.000.000.00usd, Correa pretende entregarle alrededor de 175.000.000.00usd. A simple vista la suma ofrecida por Correa parecería ser generosa, sin embargo, si se analiza la ley y principalmente los porcentajes que la ciudad de Guayaquil habría estado recibiendo de los Gobiernos anteriores, incluidos el de Alfredo Palacio, del cual fue ministro de Economía Rafael Correa, es evidente que el Municipio de Guayaquil no está recibiendo las cantidades que por ley le corresponden; es decir, el reclamo de Nebot en el sentido del perjuicio en contra de la ciudad tiene justificación.

¿Por qué Correa no le da a Guayaquil, el dinero que por ley corresponde? ¿Por qué Correa se apropia de 800.000.000.00usd, para su despilfarro personal y le niega a Guayaquil alrededor de 17.000.000.00usd? ¿Por qué? Sin duda, una de las razones radica en la satisfacción que debe sentir al fastidiar a Nebot y sus seguidores, razón originada, talvez, en sus frustraciones progres y adolescentes, o quizá, en su amargura de haber sido despreciado por aquellos a los cuales tanto admiraba o envidiaba, los pelucones. Sea cual sea la sinrazón que Correa tenga para negarle a Guayaquil los dineros que por ley le corresponden, la posición del siniestro alcaide guayaquileño en este caso es la correcta: exigir los recursos que la ciudad merece por ley y antecedentes.

Que irónico que, mientras en Guayaquil se protesta por los abusos del “mudo”, otras ciudades dirigidas por serviles del tiranuelo permanecen en silencio cómplice, como el caso de Ibarra, donde, el socialista bufón que funge de alcalde calla ante las injusticias y adula la falsa majestad de “Vuecelencia”, al tiempo que se queja que no hay dineros ni siquiera para culminar las pocas obras que dejó el pillo anterior, y menos para incursionar en nuevos, pillajes y obras.

Un par de dudas me surgen al mirar la danza de los millones, de dónde saldrá todo ese dinero, más todavía considerando que se habla de 3.000.000.000.00usd o hasta 5.000.000.000.00usd de déficit. ¿Más deuda, más impuestos, mas pobreza, más inseguridad, más insalubridad?


Por ahí se me cruzó la idea de cuestionar la notoria contradicción de Correa al negarse a enviar el dinero a los municipios en las cantidades señaladas, considerando que fue él, y no los municipios, quien elaboró el pipón e inflacionario presupuesto del Estado, base que sirvió para la posterior distribución de los ingresos. Es decir, Correa incurre en una contradicción grotesca, puesto que, es gracias a su presupuesto inflacionario que los diferentes municipios recibirán aquellas cantidades; pero, él mismo, se atreve a esquilmar a los municipios “enemigos” las rentas que su presupuesto correano les otorga. ¡Que tal! ¿Le enseñarían eso en Lovaina?

No cabe duda que, si en la Constitución Correana constara como causal de destitución, la notoria imbecilidad del presidente de la República, hace rato que nos hubiéramos librado del imperfecto imbécil, incluida su corte de lacayos y pipones del socialismo del siglo XXI.