viernes, 13 de marzo de 2009

La chusma no tiene nada que perder.


Cada día me convenzo más, acerca de la incitación a la violencia que el adorado Tirano genera en la masa estulta y vulgar, a través de sus aburridas y nada lacónicas cadenas radiales de los sábados.

Debido a que nunca he escuchado, ni visto sus parloteos desafortunados, y generalmente cambio de canal cada vez que el Gran Guasón aparece en televisión o, apago el mismo, cuando sus pedantes y demagógicas cadenas nacionales se toman arbitrariamente la programación general; no había prestado atención a lo nefastas que dichas disenterías verbales resultaban y en el mal ejemplo que generaban en la masa estúpida, la gran mayoría ferviente defensora del amado Tirano. De hecho, en alguna ocasión, consideré que el Mudo de Carondelet hasta tenía de derecho de parlotear incesantemente, imaginando que el vulgo se cansaría de escucharlo y terminaría rechazándolo. Reconozco que cometí el error de darle demasiado crédito a la chusma.

Una de mis pasiones es caminar, lo encuentro relajante, entretenido y saludable. Sin embargo, este agradable pasatiempo desde hace algún tiempo se ha vuelto un tanto, no diría traumatizante, pero sí, ligeramente conflictivo, no por mí, sino por la irresponsabilidad y torpeza delincuencial de la gran mayoría de conductores, que sencilla y patrióticamente violentan el derecho de los peatones a transitar con seguridad por las calles de la ciudad.

Hace unos días mientras deambulaba por uno de aquellos caminos urbanos, me sucedió un hecho desagradable, pero, muy decidor de la violencia que predomina en la ciudad y ciertamente en el País.

De pie en una esquina, esperaba que el rojo del semáforo me autorizara a cruzar por el desteñido pero, visible rayado de l paso cebra. Cuando aquello sucedió, y luego de que el primer auto se detuvo, empecé a desplazarme hacia la otra orilla. Un nuevo auto paralelo al primero se detuvo ante la orden escarlata. Pero, a escasos dos metros de llegar a la seguridad de la acera, tuve que detener mi recorrido debido a que un…….., como calificarlo, sí definitivamente un imbécil, quien emulando a los autos fórmula uno cuando llegan a los pits, se introdujo entre el último auto y la vereda, casi rozándola, deteniéndose por encima del paso peatonal.

Cuando el bruto finalmente paró, continué, mirando hacia la cabina del torpe; cuando de repente, me percato que el imbécil gesticulaba con sus manos como diciéndome que me autorizaba el paso. Luz roja, paso peatonal y el esperpento social, me autorizaba a cruzar.

Como es lógico, honrado y natural, la insolencia e insignificancia del energúmeno, recibió como respuesta un gesto de desaprobación y desprecio.

Entonces, ya en la acera y con rumbo incierto, escucho un gruñido que semejaba las siguientes palabras: “¡¡¡te estoy dejando pasar, te estoy dejando pasar!!!” Casi seguro, que las palabras apenas inteligibles estaban dirigidas a mí, me volví, observando que el bruto con mirada torva me vigilaba desde su cabina.
¿Qué dijiste?, le pregunté, más que nada como una expresión de rechazo al grosero atrevimiento del torpe. “¡¡¡Te estoy dejando pasar, te estoy dejando pasar!!!, gritaba el bruto y enseguida empezó a insultarme con terminología propia de cantinera de burdel.

Frente a la agresión verbal del hocicón, me limite a señalar las miserias de su condición. Inmediatamente del insulto, la basura parlante, pasó a la amenaza y luego de un par de segundos arrancó y se alejó aceleradamente.

No tanto sorprendido, pues no es primera vez que enfrento a la chusma delincuencial, seguí mi camino un tanto enfadado, con la certeza de una realidad social que privilegia la brutalidad y menosprecia la sensatez.

De repente, vino a mi mente una escena de la comedia “La Tremenda de la Corte” del famoso y talentoso Leopoldo Fernández. Resulta que Trespatines intentaba defraudar a un camarero encarnado en el típico Casimiro. Entonces, Casimiro se lanzó una sentencia muy interesante; ante la posibilidad de darle una golpiza al escaso de carnes Trespatines o, dejarle pasar su intento de engaño, dijo: No te desbarato nada más porque me van a cobrar lo que no vales.

Que sentencia más válida, sobre todo en estas tierras olvidadas. Y es que, Damas y Caballeros, la gente honrada diariamente tiene que enfrentarse a gérmenes humanizados que no tienen nada que perder.

Increíblemente, delincuentes, tramposos y criminales, tienen garantías para cometer sus tropelías con absoluta impunidad. Prácticamente tienen “derechos” para agredir o delinquir, pues saben perfectamente que la respuesta del sistema contra sus infamias es sencillamente nula.

Pero, como no van a deshojar sus bajas pasiones, si tienen en el Mudo de Carondelet a su principal modelo. ¡Como no van a ser insolentes y majaderos, si nada más y nada menos que el mismísimo Presidente les incita a ser libertinos con sus naturales vulgaridades ignominiosas!

Pregunto señores, a ustedes, que defienden la Revolución bolivariana, guevariana, bolchevique y correana, ¿es lícito azuzar a la chusma sobre la base de la teoría marxista de la lucha de clases? ¿No sería mejor educar a esas bestias, desparasitando escuelas, colegios, y universidades de los parásitos de l MPD y el Socialismo canibalesco? ¿No sería mejor sancionar a los brutos que violentan impunemente los derechos de los ciudadanos, en lugar de excitarlos con demagogia siniestra?

¿Acaso esas son las estratagemas de los encarnizados seguidores del Socialismo del siglo XXI para alcanzar el Buen Vivir? “Buen Vivir” ¿para quién?, ¿para las manuelas, los patiños, los correas y los chauvines? Como se nota que lo seguidores del adorado Tirano tienen una percepción muy particular y bolivarista de lo que es: el Buen Vivir.

Los cambios para bien, no se generan con violencia irresponsable o conductas sinrazón. Los cambios morales no se crean enfrentando a ciudadanos con vulgares bazofias sórdidas que no tienen nada que perder.

1 comentario:

Saulo Ariel dijo...

El Emperador Bokassa, hace unos días, en una de sus típicas y cansinas verbofagias, mencionó que no tenía problema en devolver el famosamente desvergonzado “vuelto”, a los “turcos” Isaías. Supongo que para el Mudo, todo el daño que los banqueros corrompidos, hoy, disfrutando del dinero de los ecuatorianos en su Paraíso de impunidad, es asunto del pasado. Probablemente el emperador Bokassa, se sienta identificado con los prófugos de la justicia, considerando que él y sus patiños, comparten con aquellos distinguidos banqueros la condición de forajidos. “¡Pero si les incautó las empresas y sus propiedades!”, dirán los seguidores hellkarianos del Mudo; pero, lo cierto es que, el grueso del dinero robado no está en el País. ¿Es lícito negociar con delincuentes que prácticamente quebraron al País y que se encuentran en condición de prófugos? ¿Qué dirá Don Paco Velasco?, ¿defenderá la nueva posición del Mudo?, ¿encubrirá a los nuevos amigos del régimen de la hoz mocha? Seguramente que sí. No hay que olvidar que el emperador Bokassa, es el duro, el mandamás, el gallo en el corral de gallinas. Gracias a él payasos de baja monta como alias Gustavo Larrea, y toda la manada de patiños están tragando del presupuesto del Estado, de los dineros de los “tontos”. Sí, Paquito “paquirri” tendrá que incluir en su lista de adulados a los chicos malos Isaías. No hay que olvidar que Paco es un convencido revolucionario del chauvinismo del siglo XXI.
En otro asunto, que ridículo y pesado resulta mirar a ciertos candidatos de la farsa electoral haciendo gala de sus “apostolados” profesionales. Por ejemplo, recuerdan al Palucio, no es Palucio, cómo era, ¡ah ya!, Alfredo Palacio, el mono sabido que se coló con Gutiérrez en la Presidencia y luego le abrió las puertas al Mudo con las tristes consecuencias que estamos soportando hoy en día. Pero, como decía, Palacio, no perdía oportunidad de aparecer con su mandil celeste o albo, promocionando hipócritamente su condición de médico. Pues, resulta que algunos de sus colegas que están hoy de candidatos, están siguiendo su mismo ejemplo grosero y jactancioso. Según aquella regla burda, entonces los candidatos ingenieros, deberían aparecer con su casco antiaccidentes y su reglita de cálculo en el bolsillo; los jockeys, con la silla de montar o mejor de una vez el caballo; las prostitutas, con sus preservativos al hombro y elegantemente vestidas con unas delgadas e irreligiosas tangas; y en fin, todos deberían aparecer con sus típicas galas tan comunes de sus respectivos laburos. De esa manera se uniformaría la bufonería de todos y cada uno de los farsantes que ahora quieren pescar en este lodazal de bajas pasiones que es el circo politiquero ecuatoriano.

Un comentario ciertamente vinculado con la chusma politicastra.