Supongamos que un estudiante de colegio, cumpliendo una labor de investigación encomendada por un profesor, se dirige al Internet, a una biblioteca, consulta con expertos, indaga a través del método científico, recurre a tantas cuantas matrices de investigación se le ocurren, a efectos de obtener un trabajo veraz, confiable y comprobable. Mientras, recoge información, somete los datos a un razonable filtro de control, ordena y finalmente presenta y expone su trabajo; ese joven está actuando como periodista.
Cuando alguien, caminando por la calle, es inquirido por otra, solicitándole la hora, y éste, le responde afirmativamente con datos que sin ser exactos son razonables, honestos y confiables; esa persona está ejerciendo las labores de un periodista y está siendo expresamente un periodista. Es decir, todos somos periodistas, especialmente cuando transmitimos información verídica, y eso sucede prácticamente todos los días. Es lógico que así sea porque la Libertad de prensa, la comunicación y la libertad de acceso a la información son manifestaciones del ejercicio de la Libertad de Expresión.
Ahora bien, ¿qué es el periodismo? Desde mi punto de vista, el periodismo es la tarea de recolectar y comunicar información veraz, objetiva, imparcial, comprobable, verificable, ordenada y oportuna; realizada por seres humanos y para seres humanos, proceso realizado a través de las diferentes alternativas comunicacionales. Básicamente es eso, o por lo menos esa es mi impresión. Es decir, las personas en su calidad de periodistas tienen una vinculación y responsabilidad exclusiva con la verdad, la justicia y la libertad; y en los casos de los periodistas profesionales, adicionalmente con su código de ética, siempre y cuando éste tenga bases morales; esto es fundamental porque ciertos códigos de ética, no son precisamente muy éticos; aunque en estas épocas quién respeta la moral y las buenas costumbres en su ejercicio profesional, ciertamente pocos.
En términos de comunicación, libertad de expresión, y derechos en general, resulta indiferente que, por razones de organización, la institución del Periodismo se presente de manera: individual, comunitaria o societaria; tanta validez tiene el trabajo ético de un hombre o periodista libre, como las versiones de una corporación de medios; independientemente de sus modalidades: escritos, verbales, radiales, táctiles, visuales, etc. Aunque ciertamente en términos de difusión y de influencia en la opinión pública las cosas cambian rotundamente.
Como se puede notar la labor periodística es fundamental; un pueblo educado y bien informado, es capaz de tomar buenas e inteligentes decisiones, acciones que redundarán inevitablemente en su bienestar. Un pueblo bruto y mal informado terminará siendo víctima de sus propias ignorancias, y de la malicia de las élites mafiosas y perversas, beneficiarias de ese estatus inmoral.
Dado que todos somos periodistas por derecho y de hecho, ningún Estado, ningún Gobierno, nadie en general, puede negarnos esa facultad; pues de así hacerlo estaría violando flagrantemente nuestro derecho a la Libertad de Expresión; por lo mismo, estaríamos en nuestro legítimo derecho de rebelarnos contra ese abuso ignominioso.
Ahora bien, es lógico que haya personas que deseen especializarse en los diferentes métodos y en las variadas modalidades de comunicación. Es natural que haya personas que deseen profesionalizarse en esta actividad tan noble y loable. Sin embargo, esta profesionalización, no debería garantizarles ningún privilegio que signifique un perjuicio o disminución de los derechos a los demás seres humanos. Cualquier legislación discriminatoria que limite el ejercicio del periodismo, a favor de aquellos individuos que obtengan o compren un título universitario, negando de esa manera a las demás personas su derecho a comunicarse, a informarse, a expresar la verdad a través de cualquier medio razonable y a emitir su opinión; sería inmoral, totalitaria, perversa y atentatoria de los Derechos Humanos.
Dado que el periodista tiene un compromiso con la verdad, a través de la imparcialidad, la objetividad y la ética; éste, debe abstenerse de emitir juicios de valor personales, u opiniones individuales y palmariamente subjetivas, mientras realiza su labor de periodista. El momento en que el periodista deja de lado principalmente la objetividad, deja de ser periodista y se convierte en un simple individuo expresando una opinión; por lo mismo la información que transmite pierde veracidad y credibilidad; con la consecuente pérdida de reputación para el individuo y el medio que lo transmite o auspicia.
El periodista no tiene por qué, ni debe, dar opiniones subjetivas acerca de las informaciones por él, presentadas; su labor fundamental es ofrecer información auténtica; dentro de lo ético y razonable, naturalmente. No tiene por qué dirigir, orientar, manipular, o interpretar la información recogida y ofrecida; esa no es su labor. Si quiere hacer aquello automáticamente deja de ser periodista y se transforma en un comentarista. Aquello, en el caso de las personas que no son periodistas profesionales y que ejercen su derecho a la Libre expresión u opinión, es perfectamente válido y moral; pero en el caso de un periodista profesional, las cosas cambian; un periodista de profesión no debe hacer trabajo de comentarista, por lo menos no regularmente; pues pierde reputación y credibilidad; y en los casos excepcionales en que lo haga, sus opiniones deberán ser absolutamente veraces y sustentadas en evidencias, de lo contrario, terminará convirtiéndose en un miserable gacetillero, de esos que abundan desgraciadamente en la gran mayoría de medios.
He incluido en el post, un capítulo de la serie de dibujos animados “Los Simpson”; el capítulo denuncia una realidad perfectamente visible; el monopolio de la información en manos de medios parcializados que responden a los intereses de los propietarios de éstos, o de burócratas tiranos que los controlan a su antojo; medios que a su vez pueden ser parte de oligopolios nacionales e internacionales, o de mafias que comparten intereses comerciales, políticos y sociales.
Si bien el capitulo cuestiona a las corporaciones de medios privadas, lo cierto es que el Estado a través de los gobiernos centrales, ejerce una tarea nefasta en contra de la Libertad de Expresión del ciudadano, en ocasiones muchísimo peor que los negocios y emporios periodísticos particulares. De hecho, los medios monopólicos terminan haciendo un virtual trato con los politicastros del Estado a efectos de instaurar una falsa Libertad de comunicación, expresión y opinión, so pena de ser eliminados. Aunque en ocasiones los politicastros en realidad son meros títeres de los accionistas de los medios oligopólicos, en ese caso, los medios falaces terminan constituyéndose en centros de manipulación psicológica, y entes cuya única misión es transformar la mentira en verdad y la verdad en mentira; adulando y ensalzando a los seres más contaminados y despreciables de esta tierra y satanizando a las pocas voces libérrimas que todavía se mantienen fieles a sus principios.
El mensaje de valentía y honestidad que nos da la pequeña Lisa y la solidaridad del ¡Homero!, son metáforas de las cuales todos deberíamos aprender. Todos somos periodistas, todos tenemos derecho a informarnos; nadie, por más señor Burns que se crea tiene por qué limitar nuestras libertades. La libertad de expresión y el periodismo profesional honesto no se consigue censurando a una prensa privada tradicionalmente prejuiciosa, mediocre, incompetente y mentirosa, únicamente para, consolidar a una prensa alcahueta, falaz, servil, inmoral y manipuladora; es decir, gacetilleros mendaces al servicio de una jorga de politicastros corrompidos desesperados por encubrir sus latrocinios, pillajes, mentiras y crímenes.
Frente a este escenario poluto, la solución nos la dan los habitantes de Springfield, si todos nos constituimos en garantes de la Libertad, La Justicia y la Verdad, los farsantes propietarios de los grandes medios privados o públicos, no tendrán oportunidad de robar nuestros derechos. Si los ciudadanos ejercemos nuestra labor irrenunciable como verdaderos periodistas, o comentaristas imparciales, e incluso simplemente diciendo de manera valiente lo que realmente pensamos, los gacetilleros y los dueños de la verdad, pelucones o guacharnacos, no podrán influir en la sociedad con su miasma traicionero y embustero.
En ese sentido el Internet se ha constituido en una alternativa importantísima a favor de los derechos civiles y las garantías individuales. No necesitamos disponer de una imprenta al estilo Gutemberg, ni tampoco una maquinaría carísima y problemática, como aquellas, propiedad de las grandes cadenas de periódicos; un simple teclado, una computadora y listo; podemos disponer de nuestro propio medio, a través de los blogs gratuitos ofrecidos en el Ciberespacio; solo es cuestión de un poco de iniciativa, y podremos contar con nuestro propio medio de comunicación. Otros ya lo hicieron, gente como Lisa Simpson y “La Prensa del Vestido Rojo”; ¡Homero Simpson!, y su “Times”; Lenny Lenardson y “El Ahorrador”; Willie el escocés, con “El Mundo”.
Cualquier persona puede crear su propio blog; cualquier individuo a través de un seudónimo o de sus nombres originales puede denunciar las injusticias de este mundo social; todo hombre libre puede gritarle a la manada y a los “sacrosantos” pastores aquellas verdades incómodas que tanto les disgusta. Gracias a esta opción los hombres que aman la verdad han levantado su voz gritando, ¡sí!, a la Libertad de Expresión; y, ¡basta!, a la censura.
Como ya mencioné en otro post, el ejercicio de la Libertad de Expresión es a tiempo completo………...y usted amable lector, si no lo ha hecho ya,………. ¿cuando incursionará en el periodismo ciudadano?
Los Simpson.- Noticias engañosas. Parte 1.
Los Simpson.- Noticias engañosas. Parte 2.
6 comentarios:
Muy dificil lo que planteas talvez la idea es buena pero poco fctible en la practica. De todos modos la intencion es buena le funciono a LIsa Simpson y a Sprinfild. saludos.
Sinceramente, no creo que exista la profesión de "periodista", peor la distinción entre "periodista" y "comentarista". Todos somos comunicadores. Los que trabajan recolectando información nunca van a dar una información absolutamente objetiva. Pongamos una foto, por ejemplo, el ángulo desde el cual se tomá, la apertura/velocidad de obturador que se eligió, el momento exacto en que se pulsó el botoncito... en fin, son variables que le dan a la foto una perspectiva diferente a la realidad fotografiada. Por eso es absurdo intentar poner límites a la comunicación/expresión más allá de los que el comunicador quiera ponerle.
Es más, el comunicador es siempre mejor cuanto más énfasis personal le pone (cómo bien sabes, para mí, cuanto más radical y coherente). EL propio mandamucho es un buen comunicador, y sale todos los sábados en medios: ¿deberá estudiar periodismo para su matinée?
Es cierto que existen profesiones técnicas que requieren de un conocimiento y experiencia particulares (doctor en medicina, rocket sceintist...) pero "periodista" no es una de ellas.
"Todos somos comunicadores"
Estoy de acuerdo con esa sentencia. Tienes razón la objetividad pura es un ideal; un concepto absoluto. En realidad nadie pide perfección.
Sin embargo, tu puedes ser relativamente objetivo sin dejar de ser honesto. He ahí la cuestión, cómo descubrir si el periodista, comentarista o comunicador está siendo honesto en la presentación de la información relativa. Cómo detectar la calidad moral del comunicador, las verdaderas intenciones que lo motivan a presentar tal o cual información. La respuesta, me parece, está en la evidencia. Las opiniones o informaciones presentadas deben estar respaldadas por pruebas o datos veraces, concisos y confirmables, mas no en meras especulaciones infantiles o rumores infundados.
Cuando calificas a Correa como un gran comunicador estás aislando la parte moral, el aspecto ético; a mí, más bien me parece un embaucador, un vendedor de falsas ilusiones y un gran farsante.
Las opiniones o informaciones sesgadas, parciales y plagadas de apasionamientos viscerales, pueden servir para ofrecerte información; cuando interpretas y analizas esa información; pero ese tipo de conductas en un periodista son peligrosas por la manipulación que puede llegar a generar en el común de los corrientes que accede a esa información. Ahora, Yo no digo que haya que censurarle a un bocón como Bernardo Abad, un pelmazo como Félix Narváez, o un payasito como Carlos Ochoa, el de Gamatv; no, lo que digo es que esa gente puede ser locutora, comentarista, entrevistadores, pero definitivamente no son periodistas. Porque el periodista tiene un compromiso con la verdad.
Digamos que el periodismo, es una filosofía de vida; que algunos la ejercen moral y gratuitamente, pocos la han profesionalizado éticamente, y otros la han degenerado de manera maquiavélica.
Las personas en su función de periodistas no opinan sino presentan información imparcial, veraz, verificable y concisa.
Las personas en su función de ciudadanos opinan, analizan, interpretan y sacan sus propias conclusiones.
Dificilmente se puede ser periodista o comentarista al mismo tiempo aunque ciertamente se está ejerciendo la función de comunicador.
"Digamos que el periodismo, es una filosofía de vida; que algunos la ejercen moral y gratuitamente, pocos la han profesionalizado éticamente, y otros la han degenerado de manera maquiavélica."
Como diria Monty Burns: ¡¡EXCELENTE!!
Buens. veo un problma en la posibilidad de masificar o socializar el internet y lo que se plantea que todos nosotros emitamos nuestra propia informacion y divulgemos nuestras opiniones. El problema es la dependencia que asumimos frente a la tecnología. Terminamos conviertiendonos en aquellos que pretndemos combatir osea la esclavitud. Nos volvemos esclavos y ademas somos vulnerables e identificables, no importa que usemos anónimos o nicks el Gobierno tiene latecnología para detectar a cualquiera.
Se pusieron un poco paranóicos...
Por otro lado la visión es correcta pero en teoría.
El hecho de emitir la opinión no es el problema, lo que sucede es usar un medio masivo para desinformar está mal.
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