jueves, 24 de septiembre de 2009

Sobre unas, muy putas, y otras, no tanto.

Supongo que cansados de haber jugado toda aquella mañana, aunque más bien en respuesta a los reclamos del “pastuso” Antonio; Andrés y Yo, dejamos el partido de fútbol informal que disputábamos en las escasas y verdes planicies del parque de la Carolina, a fin de cumplir con la promesa inicial que habíamos hecho al, en ocasiones, intolerante e impertinente, colega de juergas.

Mientras discutíamos lo mal que habíamos jugado y nos recriminábamos mutuamente el haber olvidado aplicar la patada aleve, al tal y cual ése, llegamos a una de las paradas del trolebús. Subimos al larguirucho transporte, encontramos un lugar donde descansar, y entre bromas y bromas, desgastamos el tiempo que nos llevaría llegar hasta el centro de la ciudad.


Finalmente, llegamos a Santo Domingo, lugar donde nos bajamos y dejamos que el “pastuso” Antonio, asumiese el papel de guía, más que nada por ser el principal instigador e interesado en llevar a acabo aquella aventura licenciosa.

Subimos un par de cuadras como si fuéramos a San Roque pero, en una de las esquinas, el “pastuso”, giró a su izquierda. Un par de cuadras más allá, llegábamos al final de la calle De La Ronda que desembocaba en la amplia plaza 24 de mayo.

Debo aclarar que la serie de hechos que transcribo en este relato se desarrollaron hace más de 10 o 12 años; en aquellas épocas el sector de la 24 de Mayo era zona roja, de la candente. Hace mucho tiempo que no voy por ahí, supongo que el ambiente debe haber cambiado, con eso de la regeneración del centro histórico que suele escucharse en las informaciones de prensa. Lo cierto es que en aquellos tiempos como ya mencioné, la 24, era una zona bastante insegura, lugar donde se practicaba con mucha devoción, la profesión más antigua del Mundo, la Prostitución.

El “pastuso” siempre adelante, por fin, se detuvo frente a una puerta en cuya parte superior colgaba un rótulo de neón que se encontraba apagado, considerando que apenas eran las 12 del día. Ingresamos, y unos cuantos metros más allá un par de sujetos de rostros delincuenciales, nos revisaron con una especie de detector de metales, supongo indagando si no estábamos armados.

Nuestra intención, la de Andrés y Yo, desde un inicio, siempre fue la de ir a tomar unas cuantas cervezas, joder verbalmente con alguna que otra “generosa” ramera, y acolitar al vicioso del “pastuso”, que, ¡ése sí!, tenía por objetivo, de principio a fin, poner en el plato a su mesalina preferida.


No voy a entrar en detalles sobre lo oscuro, groseramente extravagante, y promiscuo, que resultan aquellos centros oficiales del negocio sexual; tratar aquellas particularidades sórdidas podría ameritar otro capítulo; por lo mismo, trataré exclusivamente el caso específico de mi experiencia.


Mientras que las féminas, una y otra vez danzaban en una especie de pasarela, ofertando sus cuerpos, mis cumpas y Yo, le dábamos a la cheve; horas y horas después, la conversación, en un inicio razonable, se había convertido en una serie de frases inconexas y desordenadas que se entremezclaban con el alboroto de la música y los chiflidos de algunos desesperados animales en celo.


Entonces, sucedió un incidente que trastocó, el hasta entonces tolerable festejo. El “pastuso” tuvo una discusión con un imbécil que fungía de mesero. En eso, apareció uno de los matones de aquel cabaret con un bate inmenso y sólido. Hasta entonces, casi que había ignorado las discusiones del “pastuso”, pero, la presencia de aquel palurdo, me hizo reaccionar; me acerqué a él, le explique lo que había sucedido; y entonces el cretino, me dijo algo más o menos así: “¡una más y se van!” (Una cerveza más……).


Ciertamente que la generosa amenaza del malnacido, fue bastante desagradable. No respondí nada. Me volví donde los colegas y les dije: “¡vámonos!” Andrés se incorporó y tambaleando por un par de segundos se aprestó a salir de aquel muladar, no así, el “pastuso”, que todavía no satisfacía su objetivo lascivo.

Un tanto cabreado con el “pastuso” por su actitud libidinosa, más todavía siendo él, quien había armado el alboroto, salí abruptamente de aquel lugar. Ya en la calle, me dirigí a un pequeño farallón, donde me senté a refunfuñar mis cóleras. Sin darme cuenta, junto a mí, una mujer de unos 45 o 50 años, con demacrado rostro maquillado y actitud triste, me miraba atentamente. Al girar mi rostro hacia ella, nuestras miradas chocaron, casi inmediatamente de sus labios delgados y rojizos, con gesto indeciso salieron estas palabras: “quieres pegarte un palo”.


Aquella proposición “indecorosa”, me cambió en algo el humor. Luego de agradecerle por su gentil propuesta de negocios, le explique que no era de aquellos hombres que pagaban por tener un poco de sexo, y menos todavía en tugurios asquerosos, e inmediatamente le señalé el lugar donde momentos atrás había estado libando.

Conversamos algunos minutos, pero, supongo que consciente que no podía sacarme medio centavo, se retiró unos metros más allá, donde en vano intentaba conseguir algún cliente. Unos segundos después escuché la voz de Andrés, que me llamaba hasta el lugar donde se había alojado, cruzamos un par de palabras, y casi enseguida apareció el “pastuso” cachondo que se acercaba a nosotros con una sonrisa guasona. Tomamos rumbo hacia la Marín, y entonces sin ningún protocolo nos despedimos.

Lo interesante de la conversación con aquella mujer que se notaba pasaba circunstancias desgraciadas, fue que en esos escasos momentos, comentamos sobre las injusticias sociales y económicas que llevaban a muchas mujeres a alquilar sus cuerpos para poder ganarse la vida, e incluso mantener una familia. Pero también hablamos de aquellas mujerzuelas que se vendían por saciar su fútil vanidad. Prostitutas emperifolladas que ante la posibilidad de trabajar en alguna actividad honesta, preferían hundirse en el desenfreno carnal por una pasajera y nauseabunda abundancia monetaria. Putas por necesidades económicas enfrentadas a putas enviciadas por el hedonismo económico.

Imposible no comentar sobre la hipocresía y prejuicios de esta puta y abyecta sociedad maquillada de burdos y toscos prejuicios. Como no tocar a las damas de sociedad, ésas, que aparecen en las páginas sociales, ataviadas con sus carísimas y banales prendas, posiblemente adquiridas gracias a los negociados públicos de los cornudos de sus maridos; mujeres de la crema y nata social, tufosa y acre, recubiertas con reputación dorada para esconder las deyecciones inmorales que salpican todas sus acciones, algunas sensibleras y santurronas, y otras cargadas de inmoral prepotencia, y prejuicio descarado. Señoras que no venden “su amor” por la necesidad de llevar un pan a su hogar, sino por el anillo de diamantes, o la diadema de verdes y frías esmeraldas. Señoras preclaras y virtuosas, para la sociedad estulta; putas insolentes del filibustero mercantilismo, para aquel que tiene más de una neurona en su cerebro.

Ciertamente, no conversamos de las putas de la politiquería, de aquellas, que abren voluptuosamente sus piernas a favor de alguna causa política inmoral. Tampoco mencionamos a las putas feministas, aquellas que nos odian, a nosotros los hombres, simplemente por ser hombres, y que se odian a sí mismas por haber nacido mujeres. Menos hablamos de aquellas putas de hogar que suelen coronar a sus maridos con el lechero, el carnicero o el plomero, solamente por el placer de joderle a aquel cojudo que tuvo la torpeza de caer en sus excepcionalmente sensuales, aunque fatales telarañas.

Largo trecho ha pasado desde que transcurrieron aquellos eslabones de tiempo espacio. Hace muchos años que corte contacto con el “pastuso”, finalmente me fastidié con sus múltiples empecinamientos de “gran caballo”. Un adagio nacional con un componente de prejuicio dice: ¡cuidado con lojanos y carchenses, si no pegan a la entrada, pegan a la salida! En fin, allá el “pastuso” y sus “cuentos de caballería”. Sobre el indeciso, flemático y en ocasiones insufrible Andrés, mantenía contacto telefónico, pero, lo repetitivo, absurdo y vulgar termina volviéndose cansino y aburrido. En cualquier caso espero que se encuentren tan bien como se puede estar en esta sociedad de porquería. Que sucedió con aquella mujer de la 24 de Mayo, aquella, con la que compartimos una escasa pero substancial tertulia, no lo sé, solo espero que su suerte haya cambiado para bien y que sus épocas de puta por necesidad económica, hayan quedado en el pasado como simples e indiferentes recuerdos de un momento infeliz de su vida.

9 comentarios:

Juan Montalvo dijo...

Tuve una experiencia similar durante un viaje de negocios en Kingston, Jamaica, en el parking del Hotel donde me hospedaba:

Se me acercó una señora, de unos 50 años, bien arreglada y comenzó a darme conversación. Clásico chit chat de hotel: que si de dónde era, y otras vainas sin importancia. La verdad es que pensé que se trataba de otra huesped hasta que en un momento, y así sin más, me propuso llevarla a la habitación para recibir un "nice blow job". Me dejó frío. La verdad es que no tenía el más mínimo interés sexual en la tipa, peor en pagar por sus servicios, me disculpé cortésmente y me dirigí a mi habitacióm shockeado por tan extraña experiencia, sobre todo porque cuando hice la reservación del hoel recuerdo que me había decidido por éste en particular porque su web anunciaba que había sido el hotel que Juan Pablo II había elegido para hospedarse en Kingston, así que pensé que sería un lugar bastante tranquilo alejado de este tipo de experiencias... ahora me pregunto si no habrá sido por estos "asuntillos" (para enontrar pecadoras a quienes encaminar por la senda correcta, no vayan a pensar mal) que fue el lugar elegido por el Vaticano para que el Jefe de su Estado "descansara" de sus agotadoras jornadas de evangelización... Buen Post.

Hermann dijo...

La prostitución es toda una institución social incluso es parte de la cultura. Existe en toda sociedad sea del primer, tercer o quinto mundo.
Yo creo que el problema son las mafias de proxenetas que explotan a las mujeres.
Me gustó el ejemplo que existe en Amsterdam en Holanda. El otro día le veia a Figuretti de Video match haciendo un reportaje en aquel barrio.
Buen post.

Saulo Ariel dijo...

"...ahora me pregunto si no habrá sido por estos "asuntillos" (para enontrar pecadoras a quienes encaminar por la senda correcta, no vayan a pensar mal) que fue el lugar elegido por el Vaticano para que el Jefe de su Estado "descansara" de sus agotadoras jornadas de evangelización..."


A lo mejor estaba hastiado de las guapas, pero descoloridas monjitas de los Pirineos y buscaba algo más mundano, exuberante y caribeño.
Gracias por el comentario.

Saulo Ariel dijo...

Muy válido lo que mencionas Hermann. Sería importante que el gobierno, proteja a las mujeres que han decidido dedicarse a esta generosa tarea de vender amor a precios inflacionarios, unas, y económicos, otras; defenderlas de aquellas mafias de criminales que las explotan.
Interesante el ejemplo de Amsterdam, que tan jocosamente nos presenta "el tipo", Figuretti.

Anónimo dijo...

Vaya, interesante relato;

La "tueni_for" como se la llamaba con un poco de glamour era una zona roja y peligrosa de verdad, desconozco como habrá evolucionado, pero era un sitio bastante duro, eso de la revisión de armas era un mero saludo a la bandera, por un par de billetes podías entrar con una Smith&Wesson sin problema alguno, la palabra BIZARRO me vino a la mente cuando visité un par de esos sitios buscando elevar mis niveles de adrenalina. Es que era eso, realmente bizarro, en determinado momento un par de sujetos trataron de determinar su supremacía a punta de pistola, alguna bala se escapo por ahí, todo el mundo al suelo, después de argumentar ardientemente los sujetos en discordia se dieron la mano y a seguir libando, nada había pasado, me llamo la atención de que ni siquiera el ruido ensordecedor de una bala hiciera venir a la policía, ahí supe que el asunto era serio; En realidad hablar del sitio tomaría un post completo.

En un viaje a Bolivia, lo primero que llamo mi atención fueron las páginas centrales de su principal diario, algo más o menos como “El Comercio”, lo iba leyendo en el avión y tenia anuncios desde masajes hasta tríos, pequeños clasificados que fácilmente llegaban a los 800, que pervertidos son esos bolivianos, no me sorprendí cuando la primera noche después del trabajo me invitaron a uno de esos sitios, el anfitrión era conocido en un local y todavía recuerdo sus palabras: “A ver doña Marthita, estos amigos son extranjeros tráigame las mejores chicas que tenga para que escojan”, pensaba yo, no sería más fácil mirar desde la barra y decidir si quieres o no? Pero no, acto seguido teníamos a algo así como 8 mujeres en fila militar y esperando que decidamos, decirle que no a una mujer es bastante difícil, pero a Ocho?, estuvo dura la cosa, al parecer el anfitrión no conocía bien los sitios porque después salimos con un chileno que nos llevó a una calle en pleno centro de La Paz y había más Cabarets que correistas en el show de los sábados, entramos a uno llamado “Casanova”, según decían en el sitio trabajaban modelos y presentadoras de TV peruanas, sobra decir que las mujeres eran Hermosas (sin photoshop), a donde mirabas encontrabas una razón para quedarte, Que Buenas Hembras!, en Bolivia, increíble.

Para no cansarles, hablemos del otro tipo que encontré trabajando en una institución pública, existen excepciones y eso lo dejo claro, pero vamos, cada vocalillo de la Institución en la que trabajaba tenía dos secretarias, siempre guapas y jóvenes, intocables nenas que cuando te pedían algo se los dabas o terminabas recibiendo amenazas de ser despedido por uno de los todopoderosos políticos, recibían viáticos sin viajar, por supuesto viajaban cuanto podían, trabajaban en algo que denominaban comisión de servicios que no era otra cosa que ir a una oficina un par de horas al día y cobrar por un mes, prebendas, ascensos y demás a la orden del día, bien ganados a mi manera de ver, acostarse con algunos de esos tipos habrá requerido de un estómago a prueba de balas. Me consta que también se dan sus gustos con los mandos medios, alguna vez tres nenas decidieron tomarse una botellita de ron en una oficina y por cosas de la vida me invitaron, se hicieron tres botellitas y terminaron bailando desnudas mientras yo me deleitaba sorbiendo un poco de alcohol, así se trabaja en las oficinas públicas y a esas les pagamos con dinero de nuestro bolsillo sin poder ni tocarlas, al menos conmigo devengaron aquel día, punto para el pueblo. ;)

Cosas de la vida.

Saludos.

F.R.

quiteño libre dijo...

Los puterios están socilizados por todo Quito. La Mariscal, La Jipijapa, y por el Sur ni se diga, allá esta la veta.

Solo que en el norte estan los prostis para pelucones y en el sur los kabarutes para el pueblo.

Con la crisis las pobres zorritas han de ver tenido que bajar los precios, esta de irles a hacer el gasto....jajaja.....nos vemos.

nelsonesteban76 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
nelsonesteban76 dijo...

Saludos amigo Saulo,

Que bueno leer un post tuyo, siempre con tu estilo propio, y hoy con una faceta underground, pero muy interesante.

Sobre tu pana el pastuzo, que chistoso, cabalio, borracho, bronquista y chonguero, ja ja ja, digno representante de nuestros hermanos equinos...., perdón.... ecuatorianos.

Hay un punto que mencionas fuera de lo anecdótico de tu aventura, y es el hecho que la zorrería no solamente está dedicada para la gente pobre que prostituye su cuerpo a cambio de la tarifa, me parece más despreciable las zorritas que se venden a los jefes por los ascensos, las presentadoras de TV y no las del canal del Estado porque no son para dar medio, sino las peluconcitas de los lindos canales que tienen que "ganarse" su espacio al aire, o las modelitos de los tv shows que cambian lo que saben hacer por una poca de fama.

A la final las putitas de a ficha lo hacen por la necesidad del dinero, las otras putitas lo hacen por "status".

Amigo Saulo, te cuento como anécdota que un sabio cantautor, muy de mi gusto, menciona una frase en una de las canciones que mas me gustan y que la he interpretado muchas veces: "conquistar a chicas del jet set o a mujerzuelas de esquina, si es que no son la misma cosa, con diferencia de precio"......, así son en todo el mundo!

Saludos mi buen amigo Saulo.

(Se me fue una faltota en el anterior).............

Saulo Ariel dijo...

Estimado Nelson , ¡saludos!; un gusto contar con tus libérrimas opiniones.
Tu comentario es muy expresivo de una realidad, que ha muchos no les gusta escuchar, pero que en el mundo de la "gente linda" es perfectamente conocido; para algunas "damas famosas" el fin justifica los medios.