miércoles, 22 de julio de 2009

Los círculos oscuros y los circulitos rosados.

En más de una ocasión he escuchado a ciertos “analistas” políticos explicar graciosamente los actos de corrupción, las notorias muestras de incapacidad para gobernar y demás vilezas cometidas por los presidentes de turno, sobre la base de que el presidente de la República estaría siendo objeto de un tácito secuestro por parte de círculos de amigos, alcahuetes, familiares, y en fin, de individuos que estarían beneficiándose de la mencionada “incautación”, con los consecuentes actos de corrupción.

Según éstos, afectadamente educados y muy bien uniformados personajes, los presidentes de la República de los últimos tiempos, porque el asunto de los argollas, círculos oscuros y rosados es un tema que transcurre desde la época del inicio de las dictaduras de la partidocracia, inicios de los 80, del siglo anterior, y mucho pero que mucho tiempo atrás; los presidentes, decía, estarían siendo abstraídos de la realidad por los advenedizos, oportunistas y aduladores que lo rodean. Serían ellos, los amigos abusadores, los parientes corruptos y los alcahuetes oportunistas, los culpables de que el bonachón del Señor Presidente de la República no pueda gobernar como a él le gustaría: “a favor del pueblo”.

Es decir, de acuerdo a la teoría de estos seudo analistas, el presidente viviría en un mundo de fantasía creado por sus sátrapas más cercanos, que diariamente adornarían los días del querubín con adulos sobre el grandísimo favor que tan ilustre caudillo presta a sus semejantes, a pesar de que aquel conglomerado humano estuviera constituido en la mayoría de los casos por una asquerosa chusma que no merecía tener por rey o presidente a semejante “vuecelencia”; permanentemente le dirían que el pueblo vive en absoluto bienestar y que las quejas provenientes de diferentes sectores no serían sino, conspiraciones de la oposición corrupta para desestabilizar su magnánimo reinado o presidencia, o gritos insufribles de irreligiosos incapaces de entender la majestad de su “eminentísima señoría”.

Oculto detrás de aquella pútrida y pérfida barrera circunferencial oscura y tenebrosa estaría el “bueno” de nuestro presidente danzando alegremente en una nube rosada, deambulando feliz en medio de sátiros, duendes y hadas, algunas de naturaleza sexual ambigua, unas más promiscuas que otras, todos tragando y bebiendo copiosamente de las arcas públicas; tesoros acumulados de la explotación de la riqueza de su reino o país, y de los impuestos obtenidos abruptamente a los insensibles e intolerantes siervos o ciudadanos.

Que “generosos”, aquellos “analistas”, preocuparse tanto por justificar las vilezas de las que supuestamente es objeto el “inocente y desinteresado” Señor Presidente, tan bueno él. Claro que la experiencia nos dice que aquellos psicoanalistas de cabaret barato, en la mayoría de los casos simplemente buscan a través de sus defensas descaradas y laxas llamar la atención ora del “buen” presidente, ora de los patriotas que conforman los llamados círculos rosados y oscuros, con el objeto de ser invitados a la gran comilona de los manjares públicos y naturalmente, compartir los beneficios de las corruptas oscuridades y las lujuriosas fogosidades rosadas, siempre en compañía del Señor Presidente.

Pero, en su necesidad apremiante de buscar simpatías en los patriotas corruptos de turno en el poder; los comentaristas lameculos, cometen una serie de indiscreciones y ligerezas, que son fácilmente detectables; siempre y cuando escudriñemos con tranquilidad y honradez los eufemismos pornográficos de los aduladores en busca del pernil público ansiado.

Por ejemplo resulta difícil creer que un presidente de la República desconozca asuntos tan perfectamente visibles como el problema de la inflación y el efecto negativo que tal fenómeno económico genera en los habitantes de un país. Cómo un presidente inteligente podría no percatarse del problema de la inseguridad pública, y el estado de temor e incertidumbre en el que viven los ciudadanos por aquel flagelo social. Un presidente con sus funciones emocionales equilibradas fácilmente se daría cuenta que determinadas políticas que benefician exclusivamente a determinadas jorgas, públicas o privadas, están afectando el bienestar de las mayorías, independientemente de que algún asesor inmoral intentase ocultarle tal realidad. Un presidente decente, desparasitaría inmediatamente su estado mayor o su conjunto de asesores, una vez detectados los parásitos que pretenden manipularlo. Un presidente inteligente y honesto sabría cuando algún bufón inmoral intentaba engañarlo. Un presidente decente, inteligente, honesto, y equilibrado.

Pero, si en lugar de un presidente decente, inteligente, honesto, y equilibrado, el país es gobernado por un bribón, mentiroso, mañoso, obsceno y perturbado; entonces sí, el fantasma de los círculos oscuros y rosados se vuelve un zombi verdadero y siniestro.

Detrás de las justificaciones amaneradas cobardes y falaces, los aduladores en busca de la suculenta pitanza pública, inconscientemente, presentan una verdad encubierta. Los círculos oscuros y rosados son posibles únicamente con presidentes plagados de antivalores como la laxitud, la codicia, la ambición, la vanidad, la soberbia, la lujuria rosada, y demás vicios propios de los patriotas intensamente desesperados por “sacrificarse” por su país.

La imagen que los aduladores tramposos con su verborrea mojigata presentan de los cándidos presidentes, es la de casi perfectos imbéciles y cretinos, similares a esos reyezuelos europeos, cuyos orígenes incestuosos degeneraban sus capacidades mentales, y que fácilmente eran manipulados por los polichinelas, corifeos, sátrapas y cortesanos que tenían la astucia de exaltar sus torpes y ridículas vanidades. A cambio de los adulos y servilismos, el tiranuelo aristócrata les entregaba literalmente el cetro para que los afortunados taimados hiciesen y deshiciesen a su entero antojo e inmoral satisfacción.

Como mencioné, de las verborreas mentirosas y tramposas, se pude concluir una verdad encubierta; una certeza que demuestra claramente que nuestro país ha estado y estará, gracias a la chusma tonta y curuchupa, gobernado por casi imbéciles y cretinos que en mala hora han desempañado su papel de reyezuelos expoliados por cortes de patriotas incondicionalmente fieles al vicio y la inmoralidad; férreamente encubiertos e impunes detrás de visibles círculos oscuros y ampulosos circulitos rosados.


2 comentarios:

Abner dijo...

buen post saulo. concuerdo contigo en que siempre han existido los circulos de poder detras de los presidentes. en este gbierno se ha visto mas que en los anteriores. ay esta el buro de los SUCIOLISTOS correitas que cogobiernan con Correa. Larrea, Chuvin, los Alvarados, los Correa, los Delgado, los Bustamante, las gorditas horrosas, las momnias cocteleras los defensores de las farc son los que estan detras de Correea. lo que cabrea es que Correa y sus suciolistos nos dicen a cada rato que ellos no hacen las cosas que hacian la partidocracia y lo estan haciendo frenbte a nestras narices.
cuando mucha gente dice que los contratos de fabricio deben anuklarse para evitar las demandas millonarias Correa decide terminar unlilateralmente los contatos y el cabronse hace el que nos alerta que pueden venirse demandas en contra del estado. correa es quien le abre laspuertas para que fabricio demande y el msmo se queja de abrir las puertas. ESTE SUCIOLISTO CORRUPTO ESTA LOCO!!!!!!!!!!

Saulo Ariel dijo...

Arnoldo como te va. Muy interesante el tema que mencionas acerca de la supuesta locura de Correa, y sus sospechosas contradicciones.

Por otro lado quería referirme a las quejas y gemidos que la Matrona del Diario curuchupa El Comercio ha dirigido en contra de Correa, por los supuestos insultos que el "Señor Presidente" habría lanzado contra la obesa vaca dorada.
He revisado las opiniones de Correa y por ningún lado se observa que el mudo de carondelet ofenda a la heredera del periódico chapetón.
El hecho de que el Emperador Bockassa mencione incansablemente la corrupción de la prensa tradicional no significa que tales declaraciones no sean ciertas.
Los calificativos paupérrimos que justamente se merecen los lambiscones y gacetilleros del Telegráfo son perfectamente aplicables a los gamonales y monosabios del diario conservador El Comercio.